Manu García, uno de los grandes capitanes de la historia del Deportivo Alavés, colgó este pasado martes las botas tras forjar una envidiable carrera en el fútbol más modesto y ser partícipe de éxitos como el ascenso a Segunda y Primera División. El vitoriano, que se encuentra “muy tranquilo” tras su anuncio, explica a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, desde la misma tribuna de Cervantes, sus emociones tras poner punto y final a su periplo futbolístico.

En primer lugar, ¿cómo se encuentra tras haber anunciado su retirada? 

Estoy bien. Simplemente era un paso que quería dar para cerrar la etapa. Internamente, para mí, ya hace tiempo que sé que esta etapa había acabado como jugador. Estas últimas horas han sido un poco ajetreadas con los mensajes de amigos, pero estoy muy tranquilo. 

¿Cómo ha sido el proceso de colgar las botas? 

Ha sido difícil y largo. Es un proceso que viene desde mi último año en Miranda. El verano pasado no conseguí equipo y las opciones que tengo no me salen. Me acuerdo que lo pasé entrenando mucho en solitario, muy dedicado con la intención de seguir jugando. Incluso acabó el mercado y también tuve una llamada de la Liga de Chipre otra vez, pero a los tres días se cayó. Ahí tuve un varapalo emocional en el sentido de ver que ya era muy difícil volver a jugar.

"Ha sido un cuento de hadas o mejor. Llegar aquí a Segunda B, lograr los ascensos como capitán. Y luego ya culminar con esa final de Copa. Es algo inimaginable"

Manu García - Exfutbolista del Deportivo Alavés

Pero siguió ejercitándose, aún así. 

Empecé un poco a entrenar con el Sani con la vista puesta en enero. Realmente surgió la oportunidad de poder volver a Chipre con un entrenador que tuve, pero dudamos mucho. Cuando decidimos no ir allí fue cuando me di cuenta de que ya no iba a volver a jugar. Tiras la pelota un poco engañándote o buscando alguna oportunidad. En verano todavía hablé con dos o tres equipos que me hubiera gustado poder ir, no surgió y ahí ya tuve claro que ya se había acabado.

¿Qué proyectos vislumbra en el horizonte? 

La realidad es que ya no vas a jugar y vas valorando opciones. ¿Qué quieres? ¿Qué te gusta? ¿Qué no te gusta? Recuerdo esas primeras semanas con muchas charlas, conversaciones con amigos, con la familia y con mi padre. Te preguntas hacia dónde quieres encaminarte, hacia dónde no. La verdad es que surgen muchas dudas, ¿no? No tengo nada claro. Sí que he trabajado mucho los últimos años para formarme alrededor del deporte, principalmente. Es el entorno en el que he vivido y donde más cómodo me siento. Pero a pesar de ello, han ido pasando los meses, he ido haciendo cosas, he ido probando en pequeña escala, digamos, con una dedicación tremenda. Y bueno, estoy en ese proceso de decidir hacia dónde encaminarme.

Hay quienes, tras colgar las botas, pasan a ser entrenadores. ¿Y usted? 

La parte técnica del estar cerca al futbolista es lo que más me gusta. Probablemente sea lo más cercano a lo que he hecho durante toda la vida. Pero hay muchos condicionantes. Luego, a nivel familiar, la exigencia que tiene, a nivel del día a día, si puedo continuar con el mismo estilo de vida. Hay que valorar muchas cosas. No lo descarto y sigo formándome en ello. Me queda un título por sacar, que no he podido hacerlo este año por reglamentación y lo haré la temporada que viene, creo yo. Imagino que todo será cuestión de probar, ver dónde te sientes cómodo, dónde aprendes, dónde te ves que puedes aportar. Y luego la vida simplemente me irá llevando por uno u otro camino. 

Algo relacionado con la dirección deportiva, ¿quizás? 

No lo tengo claro. Sí que me veo cerca del futbolista. Cuando acabé de jugar, en los últimos años, decía que el campo no lo quería ni ver. Es muy exigente con los entrenadores y las direcciones técnicas. Hay muchísima dedicación y muchas veces los resultados no acompañan el trabajo. Lo veía con los cuerpos técnicos que hemos tenido, que las cosas no salían bien y se tenían que marchar. Ellos realmente habían sido muy buenos profesionales. Pero el fútbol a veces es muy difícil, es complicado. Sí que es verdad que ahora mismo me encuentro probablemente más a gusto viéndome cerca del campo. Cerca del futbolista, que creo que es donde más puedo ayudar. En ese trato con el jugador.

Entre los ascensos con el equipo de su vida y las experiencias lejos de Vitoria, su carrera constituye un cuento de hadas, ¿verdad? 

Valoro mucho lo que he vivido. Miro hacia atrás y no siento que me falte nada. Al revés, siento mucha plenitud. Veo el esfuerzo que supuso para mí a nivel personal y mi familia. Los inicios son complicados, el momento en que decides moverte de ciudad siendo muy joven. Lo vives con mucha inconsciencia al principio. Vas pasando, luego estás muy centrado en el día a día y no te das cuenta. La suerte de encontrar mi hueco en el Alavés. Los años que tuve y progresar junto con el club. Y los momentazos que nos tocó vivir. Es mucho mejor que lo que imaginé siendo niño. Cuando eres pequeño siempre te imaginas de futbolista. En mi caso quería jugar en el Alavés. La inconsciencia te hace pensar que es fácil, que puedes hacerlo. Cuando ya vas teniendo un poco de conocimiento de lo que supone ser profesional, me ponía mi techo en llegar a Segunda B. A ver si era capaz de llegar a la filial de la Real. Y disfrutar del fútbol a nivel profesional. La verdad es que ha sido un cuento de hadas o mejor. Llegar aquí a Segunda B, lograr los ascensos como capitán. Y luego ya culminar con esa final de Copa. Es algo inimaginable.

Del barro a la élite

Tras su travesía por Zubieta, Irún, Eibar y Logroño, llegó el momento de regresar a casa.

El Deportivo Alavés y yo coincidimos en dos momentos de nivel similar. Llevaba haciendo buenas temporadas en Segunda B. Tuve la suerte de que Javier Zubillaga, que había sido entrenador nuestro, cayó aquí de director deportivo. Y al final en el fútbol muchas coincidencias hacen que ocurran situaciones como la nuestra. Ahí empezó todo. Y luego llegó la fortuna de caer en un club que creció de manera espectacular en los últimos 10-15 años. Formamos grupos muy potentes, muy buenos que me han permitido disfrutar mucho de la profesión. Tuve la suerte de no tener que vivir ningún fracaso.

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Trayectoria de Manu García, un jugador todo corazón, en el Alavés Diario de Noticias de Alava

Con 308 partidos, es usted el segundo futbolista del Deportivo Alavés con más encuentros disputados en la historia del club.  

Es una barbaridad. La suerte de ir progresando, rindiendo y llegar a Primera. Cuando fiché por el Alavés no se me había pasado por la cabeza. Siempre he estado ahí intentando llegar a Segunda División. Me había quedado cerca dos veces. Era un proyecto muy fuerte para poder subir. Pero yo miraba en el corto plazo y era inimaginable pensar en una trayectoria tan larga en el club. 

Su bagaje como capitán en los dos ascensos le brinda un afecto mayúsculo por parte de la afición. 

Es un sentimiento muy grande. Cuando pasas tanto tiempo y con buenos resultados, se produce una identificación de la gente con los jugadores. Estoy muy agradecido con el recuerdo que hay de nuestros equipos. Respecto a mi paso por aquí, intenté ser profesional. Lo disfruté mucho. Intenté agarrar la oportunidad de la mejor manera posible porque era lo mejor que me estaba pasando en mi vida.

Manu García posa en Mendizorroza Alex Larretxi

Ha sido partícipe de infinidad de éxitos del Deportivo Alavés en su época más reciente. ¿Con cuál se queda?  

Cuando me preguntan por algún recuerdo en especial siempre nombro los dos ascensos por cómo fueron. Pero la salvación de Jaén para mí es prácticamente otro ascenso. Otro título, casi. Igual es el más especial. A nivel personal también está el debut en Primera y la manera en la que acabó ese partido. Y luego la final de Copa, que fue el momento deportivo más álgido. Pero bueno, al final ya llevo muchos años, muchas temporadas, son muchos momentos que recordar. Miras atrás y vas sumando y encuentras un momento, otro momento. Un compañero, otro compañero. Alguien que te marcó. Algo que fue especial.

Tras nueve años en el Deportivo Alavés, en el 2021 llegó el momento de despedirse. ¿Cómo lo vivió? 

Fue difícil, fue duro. Yo tenía intención de continuar si las cosas seguían tal y como habían venido las últimas temporadas. Siempre lo habíamos hecho así en verano. Y al final el club decidió que no. Cuando llega la decisión de no seguir, pues veía todo muy oscuro, muy negro. Además, teníamos la sensación muy fría con el covid. Fue año y medio jugando aquí sin gente. Ves los vídeos y parece otro fútbol. Tocó vivirlo así, intensamente y sabiendo que era un cambio muy grande de un día para otro después de estar mucho tiempo en el sitio que quieres. Cuando pasaron un poco las semanas de nuevo me ilusioné con un nuevo proyecto y un cambio total de vida como fue salir al extranjero. Lo que sufría en ese momento, vitalmente me ha aportado muchísimo. Salir al extranjero, vivir otra cultura, conocer otro fútbol y las relaciones personales que he hecho en Chipre.

Experiencias que forjan a un deportista

En cualquier caso, nadie le ha regalado nada a usted durante su carrera y los varapalos le han formado como deportista, ¿no?

Esos malos momentos se viven muy mal. Sin embargo, con el paso de los años te das cuenta que te dan experiencia. Incluso en esas situaciones disfrutaba de la profesión y del día a día. He forjado buenas amistades en equipos o en situaciones que no fueron agradables o buenas. Pienso que en una trayectoria tan larga es imposible no tener altibajos de este tipo. Creo que muy pocos jugadores llegan a la élite y se mantienen sin frustraciones. Momentos en los que te dicen que no vales, que no renovamos. A mí me ocurrió más de una vez. Al principio, con la inexperiencia lo llevas muy mal. Y luego lo vas asumiendo como parte de esta profesión.

¿Qué le supuso a nivel personal su exótica aventura en Chipre? 

Me vino muy bien, realmente. Me venía muy bien salir fuera para tomar un poco de distancia de años muy difíciles que emocionalmente habíamos vivido aquí. Años en los que nos salvamos las últimas temporadas muy in extremis. Con mucho cambio de entrenador y mucho sufrimiento a nivel personal. Tuve alguna opción para jugar en España, pero bueno salir fuera era algo que no había vivido.

Manu García posa en Mendizorroza Alex Larretxi

¿Qué es lo que más extraña ahora que ha colgado las botas? 

Echo de menos el día a día como deportista. El ambiente de un vestuario y simplemente el jugar a fútbol. Al final también lo has hecho toda tu vida y te gusta. Pero también echas de menos la competición del fin de semana, el tener un objetivo cada semana. Es algo a lo que te acostumbras y que ahora lo echas en falta.

¿Considera que el futbolista está preparado para su retirada? 

Es como un cambio drástico de hábitos y en tu vida que, por ejemplo, mis amigos lo tuvieron que hacer al salir de la universidad. Dejas de ser estudiante y te dedicas ya a una profesión, a algo que te va a marcar y a lo que te vas a dedicar en el resto de tu vida o en el futuro. Y en el fútbol pues estás viviendo una profesión que es a corto plazo, que se acaba pronto y ahora nos toca hacer ese paso. Siempre digo que el hecho de haber salido pronto de casa me formó y me dio unas experiencias siendo muy joven. Asumí unas responsabilidades, viví situaciones buenas, situaciones malas cuando no estás tan preparado en lo personal. Pues ahora es al revés, ¿no? Ahora me toca vivir la transición que la gente la vive antes.