Una de las sorpresas de las últimas semanas en el Deportivo Alavés ha sido, sin duda, la aparición de Joaquín Panichelli. Sin llamar mucho la atención puertas hacia afuera, el atacante argentino se ha ganado día a día la confianza de Luis García Plaza y buena muestra de ello es que, tras estrenarse fugazmente contra el Barça y ser la primera alternativa ante la Real Sociedad, ayer disfrutó en Los Cármenes de su primera titularidad como babazorro. 

Su actuación frente al Granada, además, no fue negativa. Así lo manifestó el técnico albiazul en rueda de prensa, cuando le preguntaron sobre los cambios realizados en el once, y del mismo modo pudo apreciarse sobre el terreno de juego. No hizo nada especial, eso es cierto; pero, dentro de la muy pobre imagen ofrecida por el Glorioso en tierras nazaríes, él no fue ni mucho menos de los peores –por no decir que fue de los pocos que cumplieron–.

Panichelli, en concreto, pudo disputar 71 minutos en Los Cármenes y, sobre todo en la primera mitad, fue el único babazorro capaz de generar cierto peligro en ataque. Jugó de espaldas, dejó varias conducciones interesantes y no tuvo miedo a buscar desde lejos la portería rival, si bien sus remates no fueron demasiado precisos. Todo ello, mientras Samu Omorodion no olía el balón y tanto Luis Rioja como Carlos Vicente estaban apagados.

Aun así, su aparición en los planes de Luis García es inquietante. Pese a que siempre es una buena noticia sumar gente a la causa –más todavía en un club con recursos limitados como lo es el Alavés–, que el entrenador madrileño no confíe en otros futbolistas antes que en el argentino a la hora de reemplazar a Jon Guridi es llamativo. Y no por las aptitudes que pueda o no tener, sino debido a cómo han sido sus últimos meses como albiazul.

Además de no contar con casi experiencia en el fútbol profesional, no debe olvidarse que Panichelli superó hace poco una grave lesión de rodilla, de la que fue operado al término del ejercicio pasado. Esto último le impidió realizar la pretemporada con el resto de la plantilla y tampoco pudo completar durante la primera vuelta la necesaria adaptación a la máxima categoría. Es decir, partía en suma desventaja respecto a sus compañeros.

UNA APUESTA A FUTURO

No es menos cierto, eso sí, que Luis García siempre ha mostrado cierta debilidad por el argentino. Su irrupción la temporada pasada ya fue sorprendente, pues fue reclamado por el primer equipo cuando apenas había disputado seis partidos con el Miniglorias, y llegó a participar en la cita decisiva, aquella gran final contra el Levante en el Ciutat de València. Allí, por cierto, fue donde cayó lesionado, si bien jugó varios minutos con el cruzado roto

Meses antes, en enero, fue cuando el Alavés anunció su fichaje hasta 2025. Llegó a Mendizorroza como una apuesta de futuro, al igual que el chileno Sebastián Pino, y hasta ese momento había formado parte de la cantera de River Plate. Debutó como babazorro frente al Granada, tuvo algún que otro minuto en los feudos del Albacete, donde colaboró en el único gol albiazul, y el Eibar y, como se ha adelantado, fue uno de los revulsivos en Orriols. 

Está por ver, de todas formas, si Luis García sigue dándole o no oportunidades a Panichelli en las siete jornadas que restan. No sería descabellado, pues los habituales han llegado justos a esta recta final de la temporada, pero también es cierto que el argentino compite principalmente con Guridi, quien siempre ha sido una de las piedras angulares en los esquemas del entrenador madrileño –por eso llamó la atención su ausencia en Granada–.

Otros jugadores que podrían dar en las próximas semanas el mismo paso al frente que Panichelli son Abde Rebbach, Álex Sola y Kike García. Ninguno de los dos extremos titulares (Rioja y Vicente) pasan por un buen momento, aun a sabiendas de que gran parte del peligro ofensivo del Glorioso depende de su verticalidad, y lo mismo ocurre con Samu, desaparecido en sus últimas apariciones, sin apenas ocasiones para marcar gol.