A lo largo de la presente temporada, una de las ideas que más veces ha repetido Luis García Plaza ha sido la importancia de que sus pupilos supieran adaptarse a los distintos escenarios que se generan durante los partidos. Algo que no era sencillo, sobre todo para un recién ascendido a la élite como el Deportivo Alavés, pero en lo que se ha ido mejorando con el paso de las jornadas hasta convertirlo, incluso, en uno de los puntos fuertes del equipo.

Esto último, sin ir más lejos, pudo comprobarse hace pocas horas en el Benito Villamarín. Pese a que, tras un inicio más dubitativo de lo esperado, el Real Betis fue capaz de llevar la contienda a su terreno y echar atrás los futbolistas babazorros, lo cierto es que hubo muy pocos momentos en los que el conjunto gasteiztarra pasara apuros. Todo gracias a que amoldó su juego para que, directamente, no ocurriera nada sobre el césped sevillano.

Esa fue una de las claves del empate, pero no la única. Aun limitados por el buen hacer defensivo del Alavés, los hombres de Manuel Pellegrini terminaron encontrando la vía para llegar a Antonio Sivera y, en el tramo más crítico de la noche –al comienzo de la segunda mitad–, pudo verse a un equipo capaz de sufrir sin caer a la lona. Las constantes ayudas atrás y las intervenciones del guardameta alicantino fueron diferenciales entonces.

A los dos escenarios mencionados, ambos con el denominador común de no contar con la iniciativa, se sumó un tercero, el cual pudo apreciarse tanto al principio como, sobre todo, al final del partido. Aunque tuvieron que achicar aguas durante bastantes minutos, los de Luis García mantuvieron siempre la concentración y, cuando llegó su momento, no dudaron en echar el resto para aprovecharlo, concluyendo así la velada en el área bética.

No se logró el máximo premio, eso es cierto, pero el mero hecho de no renunciar al ataque fue lo que permitió terminar la contienda sin tanto sufrimiento, con el Betis hasta conforme con el empate en vista de cómo el Alavés, en otra muestra de su capacidad de adaptación, le pillaba una y otra vez al contragolpe. En tres ocasiones se han visto las caras albiazules y verdiblancos este curso, y en ninguna han salido vencedores los favoritos.

MADUREZ OBLIGADA

Para llegar hasta este punto, en el que la escuadra babazorra destaca por su aspecto camaleónico, ha sido necesario pasar por un arduo proceso de madurez. Cada varapalo, consecuencia de aquellos encuentros de la primera vuelta en los que, pese a hacer méritos para mucho más, no se obtenían los resultados deseados, ha hecho crecer sobremanera a la plantilla. La atmósfera general, favorable y de confianza, también ha ayudado mucho

Tiempo y trabajo, sin prisas de por medio, es lo que necesitaba un plantel que, además de ser de los más jóvenes de la categoría –el cuarto por detrás del Valencia, Real Sociedad y Almería–, tampoco contaba con demasiada experiencia en la misma. Solo Aleksandar Sedlar, Rubén Duarte, Andoni Gorosabel, Nahuel Tenaglia, Ander Guevara, Luis Rioja y Kike García sabían lo que era competir en la élite con cierta regularidad. 

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Las mejores imágenes del Betis - Alavés EP / EFE / José Manuel Vidal

Hubo que pagar un peaje, como ya se ha mencionado, para ganar en oficio y la moneda no fue otra que los puntos. Esos que se escaparon en las visitas al Getafe, Barça y Real Sociedad o en los duelos contra Osasuna, Las Palmas y el Real Madrid en Mendizorroza. En todos ellos, el Alavés estuvo en disposición de sumar más de lo que terminó recibiendo, lo que provocó alcanzar el ecuador del curso con mejores sensaciones que resultados.

Afortunadamente, el parón navideño supuso un antes y un después y, si el equipo continúa en esta línea ascendente, todo apunta a una recta final de temporada mucho más tranquila de lo que se esperaba en el mes de agosto. Gracias, en parte, al pobre rendimiento de los rivales directos, pero también al gran hacer de Luis García, el cuerpo técnico y sus pupilos. Once son los puntos que separan a los babazorros ahora mismo del descenso.