El Deportivo Alavés continúa cuesta abajo en su particular maratón por alzarse en la cúspide clasificatoria y suma ya cuatro partidos sin saborear un triunfo. El conjunto babazorro, apático y especulativo sobre el tapate berciano hasta el tanto de la Ponferradina, se quiso agarrar a una reacción en el último cuarto de hora que resultó insuficiente para, al menos, poder igualar la contienda. 

La profunda herida del Glorioso no cicatrizó en un duelo decisivo para revertir la mala dinámica y, lo que es todavía más alarmante, el conjunto babazorro volvió a sufrir una derrota lejos de Mendizorroza. La octava del curso y la séptima como visitante.

Tras el pinchazo de Las Palmas en el derbi canario, el de anoche era uno de los últimos cartuchos que aguardaba el cuadro albiazul para acercarse a los puestos de ascenso directo. Y el Alavés, al igual que en las recientes jornadas del mes de marzo, no fue capaz de aprovechar una oportunidad idílica para dejar atrás las dudas transmitidas durante las últimas batallas. La puesta en escena inicial, que a priori fue valiente a través de una doble punta formada por Villalibre y Miguel, no acabó de carburar ante la insistente presión berciana. 

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En imágenes: partido del Alavés frente al Ponferradina Área 11

De hecho, la ocasión más clara del Glorioso durante la primera mitad llegó tras el balón parado y no mediante las galopadas de los extremos. Sedlar, pese a rematar el balón prácticamente sin oposición en el área, no pudo inaugurar el marcador. Villalibre, por su parte, estuvo involucrado en otro lance del juego que no favoreció a los babazorros. El ariete de Gernika, un bregador nato en la presión, luchó por un balón en el área pequeña y pese a ser arrollado por el zaguero rival y sufrir un rodillazo en su cabeza, recibió una amonestación ilógica. Un penalti de libro que, paradójicamente, acabó con una amarilla para el futbolista damnificado. 

La primera parte, convertida en un ida y vuelta sin acierto en el último pase por parte de ambas escuadras, dio lugar a un escenario adverso para el Alavés tras la reanudación de la contienda. La Ponferradina se creció a partir de las segundas jugadas y a la hora de juego llegó el jarro de agua fría para los vitorianos. Los de Luis García, que no habían encajado un solo gol desde el córner en toda la temporada, vieron como su castillo de naipes se vino abajo tras el soplido de Hugo Vallejo.

INSISTENCIA SIN PREMIO

Si bien es cierto que hace escasos días, en el duelo ante el Villarreal B, el Alavés se hundió anímicamente tras encajar el primer tanto, anoche el cuadro babazorro tiró de garra y amor propio para poder rescatar un punto en el Toralín. Una insistencia, probablemente tardía, que se volvió a dar de bruces con una actuación soberbia por parte del guardametea rival. El Glorioso creció a través de los cambios y no cesó en la búsqueda del gol. El cuadro vitoriano bombardeó la portería de Amir a través de disparos, remates y jugadas a balón parado, pero fue incapaz de descorchar la botella de los goles. Esa misma que permanece cerrada cal y canto desde la última victoria ante el Ibiza y que resulta obligatorio recuperar para mantener el pulso a los primeros clasificados y enderezar el rumbo del navío albiazul.

La decepción tras sufrir una nueva derrota lejos de Mendizorroza es evidente. El Alavés, inmerso en una profunda crisis de resultados, debe llegar con los deberes hechos al tramo final del campeonato doméstico, pero suma tan solo cinco puntos en las cinco últimas jornadas. Un bagaje de puntos insuficiente para un aspirante al ascenso.