La imagen del Deportivo Alavés en el Toralín no fue tan mala como la que ofreció hace poco en La Cerámica, pero el resultado sí que fue el mismo. Aunque los albiazules mordieron y tuvieron ocasiones para sumar frente a la Ponferradina, su falta de efectividad en el área rival les condenó a sufrir una nueva derrota y, por ende, a desaprovechar la oportunidad de recortar puntos a las dos primeras plazas.
En el Bierzo, al igual que la semana pasada frente al Lugo, las novedades tomaron protagonismo en el once del conjunto gasteiztarra. Esta vez, además, el cambio de cromos estuvo acompañado por una modificación del dibujo, pues Luis García dejó en el banquillo tanto a Guridi como a Rober y, en su lugar, optó por acompañar a Villalibre con Miguel, formando así con dos delanteros. También recuperaron la titularidad Blanco y Moya.
Con esa formación, más enfocada a la velocidad y el juego directo, el Alavés saltó al césped del Toralín dispuesto a competir por cada balón y hacerse con la batuta del juego. Algo que, inicialmente, sorprendió a la Ponferradina, bastante contemplativa, pero que, con el paso de los minutos, tuvo como resultado un interesante ida y vuelta al que, en realidad, solo le faltaron ocasiones de gol, porque intensidad hubo, y no poca.
Entre tantas disputas en el centro del campo, el acercamiento más reseñable del cuadro babazorro llegó por medio de Sedlar, quien aprovechó un buen centro de Duarte al corazón del área para, con la testa, provocar el primer ¡huy¡ de la noche. Una pena que Amir, el portero local, estuviera bien colocado. Los bercianos, por su parte, únicamente probaron a Sivera a través de la estrategia, siendo un lanzamiento directo de Nwakali lo más peligroso.
Ahora bien, las sensaciones del Alavés al marcharse a los vestuarios habrían sido mucho mejores si las decisiones del árbitro, Sánchez López, no hubieran sido tan discutibles. El colegiado murciano mostró tres amarillas bastante rigurosas (Tenaglia, Sedlar y Villalibre) y no mantuvo el criterio al valorar las faltas de la Ponfe. Fue muy llamativa, en este sentido, la que vio el Búfalo, ya que fue la víctima, y no el infractor, en la acción castigada.
Esto último, como es lógico, aumentó la tensión ya existente en la contienda y, en la segunda mitad, una y otra escuadra chocaron siempre que hubo opción para hacerlo. Un escenario que, pese a no ser demasiado favorable al Glorioso debido a la crispación en las gradas, no impidió que la primera ocasión clara tuviera sabor vitoriano. Esta, en concreto, la tuvo Miguel, encimado por Amir al intentar remachar un centro del voluntarioso Duarte.
Sobre el minuto 60, la Ponferradina entró en un tramo de superioridad, encerrando al Alavés en su campo e impidiendo que saliera el contragolpe, y Luis García se vio obligado a actuar rápido para recuperar, como mínimo, la igualdad. Sin embargo, cuando el técnico madrileño iba a dar entrada a varios revulsivos, los locales encontraron premio en un córner horriblemente defendido que terminó empujando Hugo Vallejo al fondo de la red.
Tras el gol berciano, Guridi, Jason y Sylla saltaron al terreno de juego, sustituyendo a Blanco, Alkain y Miguel, y estuvieron muy cerca de sufrir un recibimiento trágico. La Deportiva no se echó atrás con el 1-0 y, en los minutos posteriores, dispusieron de dos oportunidades para ampliar su ventaja. Una la evitó Sivera, atentó a la vaselina de Lacerda, y la segunda, generada por Vallejo, la desvió un atacante de la propia Ponfe.
A partir de ese momento, el Alavés reaccionó por fin al tanto recibido minutos antes y, entonces sí, fue a tumba abierta a por el empate. Algo que, probablemente, mereció, pues tuvo ocasiones de sobra, pero que no logró por culpa de Amir. El guardameta iraní, poco ortodoxo bajo los palos, evitó que Abqar y Guridi celebraran su gol y, en dicha tarea, también le ayudó sobremanera su retaguardia, confiada en su versión más amurallada.