Si algún aficionado recurre a métodos estadísticos para completar esta semana el tradicional boleto de la quiniela, muy probablemente pronosticará un empate en el duelo que el sábado enfrentará al Deportivo Alavés y al Huesca. Porque lo cierto es que en el horizonte de esa contienda se vislumbra con claridad una X. Al menos, si hacemos caso a los precedentes de ambos conjuntos. Y es que sobre el césped de El Alcoraz comparecerán dos de las escuadras que más tablas han firmado desde que comenzó la temporada oficial.

Especialmente significativo es el caso del combinado oscense, que ha terminado empatando en ocho de sus doce comparecencias ligueras. Un 66% que, de manera inevitable, llama poderosamente la atención. Como es lógico, ningún otro de los veinte integrantes de la máxima categoría se acerca siquiera a los registros del cuadro de Míchel.

El siguiente en esta particular clasificación es el Villarreal de Unai Emery. El Submarino amarillo, tercero en la tabla tras el líder Atlético y la Real Sociedad, ha saldado con empates la mitad de sus doce compromisos, lo que le sitúa, con seis, dos peldaños por debajo del rey de las igualadas.

Justo en un escalón inferior aparece ya El Glorioso, que con cinco partidos acabados en tablas muestra también su querencia por el reparto de puntos. Así pues teniendo en consideración que entre albiazules y oscenses suman nada menos que trece empates en las doce primeras jornadas del campeonato, parece bastante probable que su enfrentamiento de este sábado concluya también sin que ninguno de los dos pueda levantar los brazos en señal de victoria. Algo que, en el caso de los babazorros, ha sucedido nada menos que en cuatro de sus cinco comparecencias más recientes. Un período en el que los de Pablo Machín únicamente han podido escapar de la X en su histórica victoria a domicilio sobre el Real Madrid de la undécima jornada.

Lo cierto es que la escuadra gasteiztarra está concentrando la gran mayoría de sus empates en este tramo de la competición. Antes solo había firmado tablas en la visita del Getafe a Mendizorroza del pasado 26 de septiembre. Sin embargo, el equipo se reencontró con los empates el 31 de octubre (1-1 contra el Barcelona) y a partir de esa octava jornada ha concluido también con el marcador igualado ante el Levante (1-1), el Valencia (2-2) y la Real Sociedad (0-0) de manera prácticamente consecutiva.

Una racha en la que el conjunto de Pablo Machín no ha sumado ninguna derrota a su expediente pero que tampoco le ha permitido sacar mayor rendimiento a esta imbatibilidad debido a que solo ha logrado incrementar su cuenta de puntos de uno en uno.

Una sensación agridulce que conoce a la perfección su adversario de este fin de semana. Y es que el Huesca, con sus ocho empates en doce partidos, protagoniza una de esas estadísticas casi imposibles de repetir. A priori, un equipo con un balance de cuatro derrotas en este período inicial del torneo de la regularidad debería estar tranquilamente instalado en la zona media de la clasificación pero, sin embargo, el conjunto aragonés tiene el dudoso honor de ser el farolillo rojo de la Primera División.

El único sin victorias Ello se debe, fundamentalmente, a que el cuadro oscense es el único de toda la Primera División que todavía no ha degustado el dulce sabor de la victoria en la presente temporada. En las cuatro citas que no ha empatado, el plantel de Míchel ha terminado derrotado, lo que provoca que no le quede más remedio que conformarse con los ochos puntos cosechados en otras tantas igualadas. Y eso que en varias oportunidades el Huesca ha rozado el triunfo con la yema de los dedos. Sin ir más lejos, en su compromiso del pasado fin de semana ante el Granada, en el que disfrutó de una cómoda ventaja (1-3) pero terminó recibiendo dos goles en los minutos 88 y 91 que supusieron el definitivo empate a tres. Una dolorosa sensación que ya había experimentado con anterioridad y que vuelve a dejar a Míchel en el filo de la navaja. El técnico azulgrana ha conseguido hasta el momento esquivar los ultimatums, pero el ruido de fondo sobre su futuro comienza a ser cada vez más intenso.

Por ello, la visita del Deportivo Alavés a su feudo este sábado se presenta casi como un duelo a vida o muerte para los aragoneses. Para empezar, porque su delicada situación clasificatoria le obliga a minimizar al máximo su listado de nuevos tropiezos. Y, además, porque ambos contendientes son rivales direcos en pos de un mismo objetivo -la permanencia-, lo que confiere a los tres puntos en liza un valor casi doble.

En este sentido, el Huesca tratará de hurgar en la profunda herida con la que se presentará el conjunto vitoriano en El Alcoraz. Porque la sanción a Rodrigo Battaglia y las bajas por diferentes problemas físicos de Pere Pons y Manu García dejan al centro del campo gasteiztarra seriamente tocado para afrontar esta contienda. A esto hay que sumar también la importante baja de Lejeune. Obstáculos que el Alavés está obligado a superar si no quiere convertirse en la primera víctima de su rival.