Árbitro Hernández Hernández (Las Palmas).

0-1, minuto 37: Jordán. Falta directa al borde del área que el centrocampista manda directa a la escuadra derecha de Pacheco.

Amonestó a Burke (minuto 47), Carriço (minuto 58), Reguilón (minuto 75), Duarte (minuto 77), Gudelj (minuto 90), Laguardia (minuto 92), Wakaso (minuto 92), Ocampos (minuto 92), Diego Carlos (minuto 92) y Borja Sainz (minuto 92).

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Vitoria - El Deportivo Alavés sufrió ayer una de esas derrotas que hacen daño por el fondo y las formas, pero evidenció que pocos equipos tienen más carácter competitivo que el de los jugadores albiazules. Tras ser completamente vapuleados por el Sevilla en una primera parte dantesca en la que el gol en contra se mascó de principio a fin, El Glorioso fue capaz de meter el encuentro en el barro de la pelea física y el juego directo. En medio de la tormenta, Manu García se tiró al monte y empujó a todo el equipo y sus remates lanzándose con todo a punto estuvieron de rescatar un punto. En esta ocasión, la furia no fue suficiente, aunque lo verdaderamente alarmante es la falta de recursos, y de talento también, del equipo en ataque.

Varió el concepto táctico Garitano hacia un 4-4-2, con las novedades de Lucas Pérez en punta de ataque y Pons en el centro del campo, además del regreso de Pacheco. La idea era cerrar las carreras de los laterales visitantes, pero ese plan inicial se derrumbó en apenas unos minutos ante la avalancha andaluza.

Y es que, al contrario que en los encuentros precedentes, que parecían atados con mil corsés, el partido contra el Sevilla nació desbocado y convertido en un ir y venir con multitud de espacios. Los de Lopetegui trataban de explotar las llegadas desde atrás de sus laterales para generar ventaja en los costados y superioridad numérica de atacantes sobre defensores, mientras que los de Garitano montaban contras con muchos metros para correr. Y así, con un toque magistral de Lucas Pérez, llegó la primera oportunidad en un mano a mano de Joselu que se le fue al nueve por centímetros.

Esa ocasión evidenció que el Alavés iba a tener opciones si acertaba con sus pases de contragolpe, pero la sensación de agobio se encontraba casi de manera permanente en torno a los dominios de Pacheco ante la acumulación de piezas sevillistas en el área. No lo pasaban bien los albiazules y hubo de intervenir por vez primera el guardameta extremeño para salvar un taconazo de Ocampos que se colaba.

Tal era el sufrimiento y la sensación de inferioridad que Garitano decidió variar el dibujo para fortalecer el centro del campo con Wakaso en un 4-3-3, llevando a Vidal al extremo izquierdo y dejando que Lucas cayese al derecho. Un tapón táctico que selló, al menos momentáneamente, las vías de agua que fluían a chorro en zonas de enorme compromiso.

Solucionado en ese instante el problema que planteaba el rival, el que no se acababa de arreglar era el propio en la relación con el balón, que fue por momentos propia de un divorcio, como si jugadores y esférico no quisieran ni verse. Especialmente desacertado, además, estuvo un Pina que una y otra vez se equivocó el la tarea de sacar un primer pase limpio, llegándose a enredar demasiadas veces sin sentido para facilitar las llegadas de un Sevilla que, pasada la media hora, se volvía a instalar de nuevo en torno a la portería vitoriana. El gol era cuestión de tiempo, ya que Pacheco no podía acabar llegando a todo. Y llegó en una falta directa ejecutada por Jordán a los 37 minutos. Justo castigo para un equipo que se vio completamente desbordado a lo largo de toda la primera parte.

Penalti clamoroso En el descanso, la siguiente solución la buscó Garitano en el banquillo, apostando por el estreno de Burke y recuperando el 4-4-2 con Pons como pieza sacrificada. En medio de la tempestad con una tormenta descargando sobre Mendizorroza, el Alavés tocó a rebato y se la jugó a la ruleta rusa en un correcalles con el equipo roto. Un riesgo que atajó el preparador albiazul dando entrada a Manu García al considerar que quedaba mucho tiempo para jugar ya sin red. Entre unas cosas y otras, El Glorioso metió el partido en el barro a base de coraje. No remataba, pero llegaba. Y por el camino Hernández Hernández y, lo que es más grave, Cordero Vega en el VAR dejaron sin castigar un penalti clamoroso por pisotón a Vidal.

El capitán y el colegiado canario se convirtieron en protagonistas ya hasta el final. La valentía del primero, cuyo empuje condujo a las mejores ocasiones y casi al empate a base de fuerza bruta, contrastó con la cobardía del segundo, que decidió desentenderse del partido cuando la cosa se puso fea. Apretó El Glorioso hasta el pitido final, pero esa reacción, más furia que fútbol, fue insuficiente para neutralizar el gol del Sevilla que propició la primera derrota del curso.

Desarbolado El Alavés sufrió lo indecible a lo largo de toda una primera parte dominada por el Sevilla casi a su antojo. Por momentos, el cambio táctico de Garitano de un 4-4-2 a un 4-3-3 sirvió para contener las avalanchas hispalenses, pero los fallos con el balón y la acumulación de ocasiones concedidas condujeron al 0-1 de Jordán.

Reacción de raza El cuadro albiazul se tiró al monte en la segunda parte con un juego directo y se dedicó a atosigar al Sevilla con balones colgados al área. Las oportunidades llegaron sobre todo en el tramo final -Hernández Hernández no señaló un penalti claro-, con varios remates de Manu García que no encontraron premio.

El vitoriano capitaneó la reacción del equipo en la segunda parte y en sus intentos de remate pudo estar el empate de haber tenido un poco más de puntería. Un líder.

El mediocentro firmó una actuación desastrosa como pocas se le recuerdan antes en su trayectoria en Vitoria. No dio una a derechas con el balón y fue una fuente de peligro.