vitoria - Comienzan a darse en estos días los primeros movimientos en las categorías inferiores del Deportivo Alavés, aunque algunas situaciones todavía están paralizadas. El hecho de que el filial sigue compitiendo marca algunas agendas. También los pertinentes balances. Del posible éxito del segundo conjunto albiazul se podrá hablar como histórico después de trece años sin pisar el fútbol de bronce nacional. Si finalmente vuelve a quedarse en la orilla el cuadro que entrena Iñaki Alonso la versión será completamente diferente. Cierto es que algunas cosas que han pasado en Ibaia esta temporada se pueden enjuiciar de la misma forma, sin depender del resultado del domingo en Tarazona. A nadie se le escapa que la campaña realizada por el cuadro nodriza albiazul ha sido más bien errática. Que en este tramo de competición está condicionado por las numerosas bajas es un hecho, pero que durante los meses anteriores las cosas no fueron como habían planificado Mikel González y Sergio Fernández, también.

Muchas jornadas fuera de los puestos de play off, un fútbol poco convincente y un cese, el de Igor Oca, como consecuencia a todo lo anterior. Mucho dinero invertido pero con un rédito deportivo por debajo de sus posibilidades. A eso se le sumaron casos graves de indisciplina, como los protagonizados por Antonio Montoro, lo que llevó al club a rescindir su contrato en el mercado de invierno. Todo ello, por primera vez, sin ningún futbolista local en su plantilla. Fichajes que no han dado la talla, aunque no solo en el campo, sino también en los despachos. Ahí está el ejemplo de David Cabello, apuesta personal del director deportivo y que cinco meses después de llegar a Vitoria fue despedido. Decisiones en varios casos que han tenido un componente más de amistad que de méritos y así se ha evidenciado. En escalafones inferiores, de hecho, siempre se ha valorado más al de fuera que al de casa. Galones para quien llegaba a Ibaia por primera vez, pese a que su trayectoria no tuviera precisamente grandes logros o en otros casos ni tan siquiera dispusiera de la titulación mínima para desempeñar el cargo para el que teóricamente había sido contratado.

Casos como los de Damián Suárez o Íñigo Murua son algunos de estos últimos. Murua ha sido el coordinador hasta el juvenil nacional y fue quien puso a Egoitz Bilbao como sustituto de Diego Marqués cuando fue cesado. La falta de disciplina ha sido un hecho en varias situaciones e incluso semanas más tarde llegó a reconocer que había sido un error la elección de dicha dupla. La consecuencia de tanto despopósito ha sido la pérdida de categoría de una escuadra que ha contado con dieciséis jugadores alaveses. Mucha calidad individual, pero no ha habido cohesión. Le ha faltado ser un grupo en determinados momentos y el peaje ha sido demasiado caro. Es uno de los fracasos de Ibaia en esta temporada. Es claro que el objetivo marcado a Javi González para el siguiente curso es el de recuperar la categoría. Para ello, se nutrirá en una parte importante de futbolistas que han estado precisamente esta campaña recién terminada con el técnico vizcaíno en el Cadete Liga Vasca, que tan buen año ha hecho.

Han acabado terceros, a dos puntos de la Real Sociedad y a uno del Eibar. Una plantilla excesivamente larga -24 integrantes-, lo que ha llevado a que muchos de ellos hayan tenido muy pocas oportunidades. En este caso, sí que puede decirse que los fichajes han mejorado lo que había, entre ellos el del portero del San Ignacio Unax Sánchez, Tomás Mendes o Alan Godoy. Eso sí, para la campaña venidera hay ya cuatro salidas confirmadas, todas ellas de futbolistas alaveses. Curiosamente es en este bloque donde comienza la desnaturalización de sus integrantes. Ciertamente el futuro para los provinciales cada día está más complicado. Y es que hay muchos intereses a la orden del día.

De otra manera, no se entiende muy bien que en el segundo equipo cadete haya habido este ejercicio un iraní, un egipcio y un danés. Que a esa edad estén dispuestos a venir para tan solo entrenar sin tener garantizado jugar cada semana resulta en cierta forma sorprendente, salvo que haya otro tipo de objetivos que no sean los deportivos y los que debiera marcar el propio club albiazul. Aleccionados en algunos casos por sus agentes y convencidos en otros por determinadas promesas, resultan del todo punto chocantes algunos movimientos que se han producido en Ibaia durante los primeros meses del pasado curso.

Dicho lo cual, los alaveses eran prácticamente todos en un plantel que ha termiando segundo pese a un flojo comienzo de temporada. Además, en algunos torneos en los que ha participado dicho bloque han dado la cara jugando incluso la final. Han llegado a recibir una invitación para jugar el próximo mes de agosto en China. Eso no ha impedido, sin embargo, que a seis jugadores se les haya comunicado ya que la temporada que viene no vestirán la camiseta albiazul. En ese sentido, no hay que descartar que en plena pretemporada haya otros tantos chavales que tomen la puerta de salida, con los contratiempos que eso puede suponer, situación esta que se ha producido de manera dolosa este curso en los dos juveniles. Siempre además con locales como sacrificados.

Es evidente que tener varios internacionales en las categorías inferiores eleva el pedigrí de la entidad vitoriana y la competencia entre sus miembros, pero no es menos cierto que en bastantes ocasiones se sacrifica lo de casa por lo de fuera sin muchos argumentos. Además, con un costo extremadamente mayor al que pudiera darse en caso de apostar por lo cercano. En el San Ignacio sin ir más lejos se ha visto cómo algunos vitorianos han rendido por encima de compañeros que han estado en el filial y a buen seguro no disfrutando de sus sueldos. No es únicamente una cuestión deportiva. También de apego a lo cercano y de dar cierto sentido a la política que se pretende llevar a cabo con los clubes convenidos.