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1-0, minuto 33: Mata, de penalti. Maripán barre los pies de Cristóforo y Mata mete desde los once metros de disparo alto a la derecha.
2-0, minuto 46: Molina. El delantero recibe, no encuentra oposición en la frontal y saca un derechazo directo a la escuadra de Pacheco. 3-0, minuto 55: Molina. Saque de banda de Cabrera que baja Mata para que empalme Molina con la zurda. 4-0, minuto 88: Mata. Falta lateral que lanza Cristóforo, Mata se adelanta a toda la zaga y remata cruzado en el primer palo.
Amonestó a Ximo Navarro (minuto 40), Pina (minuto 65), Duarte (minuto 77) y Wakaso (minuto 78).
Dice el refrán que hasta el mejor escribano echa un borrón de vez en cuanto y ayer le tocó al Deportivo Alavés protagonizar el dicho con su peor actuación de la temporada. Un equipo que se asienta sobre una solidez defensiva excepcional y que concede muy poco a sus rivales se hartó ayer de cometer errores de calibre mayor en los que el Getafe se regodeó a sus anchas para castigar con profusión la portería de Pacheco. Se echó muchísimo de menos al líder de la zaga, un Laguardia que hace mucho mejores a quienes le acompañan, pero no deja de ser una baja puntual. Más graves son en estos momentos las carencias en una ofensiva que se encuentra huérfana de dos de sus referentes con la ausencia ya permanente de Ibai Gómez y la temporal de Jony. Apostó Abelardo por Sobrino y Burgui, la misma solución que ya no funcionó en Girona y que ayer volvió a naufragar de nuevo para convertir al Glorioso de nuevo en un equipo romo y falto de argumentos. Una versión completamente desconocida en los dos lados del terreno de juego que dio como resultado la derrota más dolorosa de la temporada, ya que ni siquiera se llegó a competir desde el primer gol.
Sobre el césped se citaban dos estilos fotocopiados y trataron de hacerse daño con esos argumentos que ambos tan bien manejan. Presión asfixiante, juego por bandas velocidad... Un toma y daca con el balón yendo de un lado hacia otro a ritmo vertiginoso sin espacio al respiro ni tampoco al despiste. Molina y Antunes en dos ocasiones dieron los primeros avisos por parte del cuadro azulón, mientras que Sobrino puso la réplica en el área contraria. En todo caso, el dominio y el peligro de manera mayoritaria lo ponía el equipo madrileño.
No le faltaba el trabajo a la zaga vitoriana ante la insistencia de los de Bordalás en un repicar continuo que solo se conseguía contrarrestar con salidas a la contra cargadas de imprecisiones. Malos primeros pases con destinos afortunados dieron lugar a atacantes con demasiados metros para recorrer de área a área para una vanguardia albiazul que alcanzaba zonas de definición ya sin oxígeno para resolver de la forma más adecuada.
Con el paso de los minutos la fluidez fue desapareciendo y el juego se trabó por completo. No eran los dos contendientes de los que se cortan a la hora de meter la pierna y menos lo hicieron cuando comprobaron que Munuera Montero no tenía rápido el gatillo de las tarjetas. Una aspereza que hasta el menos iniciado podía esperarse teniendo en cuenta la identidad de algunos de los protagonistas. Patadas, golpes, interrupciones constantes, algo de sangre y un colegiado con el listón de las amonestaciones por las nubes rompieron el ritmo.
Un golpe definitivo Parecía que no pasaba nada, pero en un error en un control de balón Maripán barrió a Cristóforo al borde del área cuando trataba de recuperar el esférico. Pacheco le adivinó las intenciones a Mata, pero el disparo acabó en la red a los 33 minutos. Tocaba remar contra la corriente ante un rival especialista a la hora de moverse en ventaja en el electrónico.
Le tocó al Alavés dar el paso adelante que no quería, una mayor sensación de dominio, pero a costa de dejar espacios a sus espaldas. Una situación de enorme riesgo cuando Bordalás está en el banquillo contrario con sus pupilos buscando provocar el fallo. Así estaba escrito el guión para la segunda parte, pero Molina se encargó de hacerlo añicos en el primer minuto de la reanudación. El delantero, que controló un balón en la frontal completamente solo y no encontró oposición para girarse, enganchó un misil directo a la escuadra para un 2-0 que ponía puntuar casi imposible.
La evidencia se constató en realidad absoluta apenas una decena de minutos después cuando Molina se aprovechó de nuevo de una defensa desconocida. Una blandura inusual a la hora de defender un saque de banda y un nuevo balón franco para que el delantero marcase el 3-0. La cuestión era no sufrir un rejonazo aún mayor, pero los albiazules no supieron digerir la goleada, que encima se fue aún hasta el cuarto tanto con el doblete de Mata, y encima se cargaron de amonestaciones cuando en la segunda parte le dio ya a Munuera Montero por disparar a discreción siempre en la misma dirección. Un desastre mayúsculo en una noche para olvidar por parte de un Alavés completamente irreconocible y que naufragó por completo en el Coliseum.
Un desastre. El de ayer es, sin lugar a dudas, el peor partido desde que asumiera los mandos del Alavés. El equipo cometió errores impropios en defensa -pesó mucho la baja de Laguardia- y el propio técnico apostó en ataque por una configuración que ya había fallado la pasada jornada en Girona y que naufragó aún más ayer en Getafe, donde ni siquiera se llegó a generar una sola ocasión de peligro.
Errores groseros. El Alavés acostumbra a ser un equipo tremendamente seguro en defensa y que concede muy poco a los rivales, pero el Getafe se encontró ayer con unas facilidades inesperadas, ya fuese con el error de Maripán al cometer un penalti absurdo o con la tibieza de la zaga en los marcajes después.
Luces apagadas. Si el equipo fue un desastre en lo defensivo escapando de su tónica habitual, los problemas en el ataque ya vienen a ser una costumbre dolorosa. Los extremos no generaron absolutamente nada y los delanteros pelearon como islotes solitarios sin casi balones.
No es que nadie se merezca especialmente aparecer en este espacio en una noche nefasta, pero el madrileño puso algo de ímpetu en ataque y un poco de peligro.
Un error garrafal en el penalti que supuso el primer gol y muchos fallos en los marcajes después en un partido en el que se vio claramente superado y echó de menos a Laguardia.