Bongonda (minuto 33), Llorente (minuto 60) y Camarasa (minuto 67).

Todo hacía indicar que las semifinal entre Deportivo Alavés y Celta se decidiría en el partido de vuelta y, finalmente, así será. La igualdad reinante entre los dos equipos que ya se comprobó en Liga se repitió ayer. Con buenos momentos de los albiazules, pero también de los celestes. La primera parte fue vitoriana, el tramo final fue favorable a los vigueses. Ni unos ni otros fueron capaces de superar a unos soberbios Fernando y Pacheco y Sergio Álvarez, guardametas que se encargaron de salvar los muebles de sus respectivos equipos. El Glorioso no pudo conseguir su objetivo de marcar a domicilio y ahora necesitará ganar en casa -el empate con goles favorece a los gallegos- el próximo miércoles para hacer historia clasificándose para su primera final de la Copa del Rey.

Como cabía esperar, Pellegrino dejó a un lado la idea de repartir minutos en la Copa entre los jugadores que menos estaba participando en Liga y en uno de los partidos más relevantes en la historia del club apostó de nuevo por el once titular en el que más confía, el mismo que dio una exhibición el pasado sábado ante el Atlético. Ni siquiera en una demarcación tan especial como la portería le tembló la mano al argentino, que sentó a Ortolá para situar bajo palos a Pacheco. Con todo el arsenal, lo mismo que Berizzo con su Celta, aunque en su caso tras haber reservado a sus mejores hombres en el torneo de la regularidad.

Sobre un césped en unas condiciones muy complicadas para asumir riesgos con el balón, el Celta se hizo con el control y el Alavés buscó su tradicional juego de presión y salida. Feddal se convirtió en protagonista en los primeros compases, apareciendo siempre para atajar situaciones de compromiso. Liberado de esos primeros momentos de tensión, el cuadro albiazul buscó sus opciones y comenzó a aproximarse al balcón del área celeste, advirtiendo al equipo rival de que cualquier fallo en la circulación podía ser gravemente penalizado.

Con los de Berizzo mostrándose incapaces de desentrañar el jeroglífico defensivo que les había planteado Pellegrino, a los vitorianos les fallaba el último pase en sus arrancadas. Se recuperaba el balón, se salía con claridad y ventaja, pero se erraba a la hora de elegir la mejor solución cuando la portería ya se convertía en el objetivo.

Tras un tramo central en el que el dominio fue claramente visitante, el cuadro celeste consiguió agitar el partido y revolver un poco el juego para recuperar una iniciativa que le había sido arrebatada por completo. Pero fue el Alavés el que soltó el primer zarpazo con un remate de Manu García que obligó a Sergio Álvarez para evitar que el balón se colase en la red. El diluvio caía sobre Balaídos y El Glorioso se marchaba al descanso dejando la sensación de que se estaba jugando a lo que él había dispuesto.

aparece aspas Al regreso de vestuarios la situación se complicaba aún más con la fenomenal tormenta sobre Vigo. Más dificultades para jugar con el balón y el riesgo incrementado de manera exponencial. La clave, no cometer ni el más mínimo error. Un resbalón, un mal control, una pérdida... Hasta el más mínimo detalle apuntaba a decisivo.

En medio de la tempestad, era el Alavés el único que se mantenía a flote. A base de empujar, borró al Celta del verde. Manu García rozaba de nuevo el gol tras un desborde de Theo por la izquierda. La respuesta, a balón parado, la daba Aspas, pero ahí apareció San Fernando. Esa acción despertaba a los celestes de su letargo y el propio Príncipe de las bateas sacaba casi de seguido un zapatazo al larguero. El jugador que mandó el Glorioso a Segunda B se convertía en la gran amenaza.

Las piernas vitorianas comenzaban a pesar demasiado. Siempre un segundo tarde detrás del balón. Pese a ello, aún conseguía amenazar, como en una internada en la que Edgar estrelló el balón contra Sergio Álvarez. La última la tendría el Celta, con Tucu mandando el balón al palo. Todo se resolverá el próximo miércoles en Mendizorroza.

De nuevo solvente. El Alavés desconectó por completo durante más de una hora al Celta, planteando de nuevo un partido serio en la contención y sacando buenas salidas a la contra. Manu García disfrutó de un par de buenas ocasiones antes de que hiciese acto de presencia un Iago Aspas que se echó a las espaldas a su equipo, que en la media hora final tuvo buenas ocasiones que salvó Pacheco.

Porteros protagonistas. Sergio Álvarez desbarató las opciones vitorianas en cada llegada, sobre todo la mano que le sacó a Manu García en el tramo final del primer acto. En la última media hora, el relevo lo cogió en la otra portería un Fernando Pacheco que de nuevo estuvo soberbio.

Una hora sobresaliente. El Alavés maniató al Celta durante prácticamente una hora y solo el despertar de Aspas le dio vida al Celta.

Pellegrino optó por recuperar al extremeño tras haber apostado antes por Ortolá en Copa y el guardameta respondió con otra actuación sobresaliente, amargando la noche a Aspas.

Relevo desde el banquillo, con muy buenas piernas y muy poco acierto a la hora de tomar decisiones. Se equivocó casi siempre, ya fuese con balón o con faltas innecesarias.