Vitoria - Ochenta largos días. Casi tres meses. Prácticamente todo el otoño. Ese es el tiempo que ha ayunado la afición del Deportivo Alavés del alimento que más le satisface, las victorias como local del Glorioso. Nada menos que hasta el lejanísimo 26 de septiembre había que remontarse para encontrar la última vez que la escuadra vitoriana había conseguido quedarse con los tres puntos en liza. Fue ante el colista Granada y en un encuentro celebrado también en un horario poco habitual -en aquella ocasión un lunes- que concluyó con un gratificante 3-1 para los de Pellegrino. Antes y después de ese duelo, todo habían sido decepciones cuando comparecía en Mendizorroza. Derrotas o, en el mejor de los casos, empates que generaban una cada vez más evidente insatisfacción.

Sin embargo ayer, por fin, como regalo adelantado del Olentzero que está a punto de pasar por todas las casas, el Alavés cerró -en Liga- un inolvidable 2016 disfrutando de su segunda victoria como local. Una alegría enorme que premmió el esfuerzo y la insistencia de los jugadores albiazules en busca de su objetivo y que permitió a la incondicional afición del Paseo de Cervantes iniciar el fin de semana con una interminable sonrisa en los labios.

Un gesto que se le había torcido en demasiadas oportunidades hasta el momento. Muchas de ellas, además, cuando ya estaban disfrutando de un éxito que creían asegurado. Porque lo cierto es que, tras imponerse al Granada, el Alavés vio cómo el Málaga le empataba (1-1) en los minutos finales, el Madrid hacía de las suyas con la inestimable colaboración arbitral (1-4), el Espanyol se llevaba los tres puntos en el último suspiro (0-1) y el Las Palmas rascaba otras tablas (1-1). En sus dos primeras comparecencias como local, Sporting y Deportivo habían logrado que el marcador no se moviese durante los noventa minutos.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, nadie celebró nada ayer hasta que el colegiado decretó el final del choque. Entonces, eso sí, la alegría se desbordó tanto sobre el césped como en la grada para dar paso a una lógica comprensión de júbilo. Y es que este segundo triunfo liguero en Mendizorroza -más el gran papel desarrollado como visitante- sitúa al Glorioso con 21 puntos en su casillero y nueve de ventaja sobre el descenso a falta aún de dos jornadas para el final de la primera vuelta. Un sueño del que nadie quiere despertar.