Vitoria - La euforia de la salvación tiene que dejar paso en el seno del Deportivo Alavés a la reflexión. Las ramas no tienen que impedir que sea vea el bosque y si bien se ha conseguido el objetivo preestablecido allá por el mes de agosto, lo cierto es que casi nadie podía prever semejante sufrimiento. Y, por eso, la alineación planetaria que se vivió en los diez minutos finales en el estadio de La Victoria no tiene que ser óbice para analizar pausadamente en qué aspectos se ha errado en el recién cerrado ejercicio, que no han sido pocos. La vida en esta ocasión le ha dado una segunda oportunidad al Glorioso lo mismo que se la había podido haber negado. Es la grandeza y la miseria del fútbol. Por eso, más allá de la alegría transitoria y el festejo por una permanencia sufrida hasta el último segundo, los días que vienen han de ser los del análisis concienzudo de los errores cometidos a nivel de club para poder dar un nuevo salto la próxima campaña, en la que la salvación será de nuevo el objetivo de partida pero donde no se pueden poner techos a un equipo que tiene ya los cimientos necesarios para aspirar a las más altas cotas en un espacio temporal muy breve. Así, evitado el castigo mayor del descenso, el tirón de orejas que ha supuesto todo el sufrimiento acumulado a lo largo de diez meses de competición ha de servir como claro aprendizaje de cara al futuro más inmediato.
La temporada se ha salvado gracias a un arreón final en la que gran parte del protagonismo lo han tenido los mismos futbolistas que el año pasado fueron partícipes del ascenso de categoría. Los Crespo, Rubio, Manu García, Beobide, Viguera y Guzmán han encarnado a la perfección ese carácter alavesista que renació el año pasado. Seis futbolistas procedentes de Segunda División B, con mucha hambre y un enorme compromiso con el club han sido fundamentales para entender la permanencia. Lo que quiere decir que, en no pocas ocasiones, por encima de los nombres y de las trayectorias están las personas, su capacidad de sacrificio y sus ganas de crecer. Un apunte que hay que tener en cuenta de cara al futuro -ahí está el ejemplo del Eibar, campeón de Segunda con la base que subió el año pasado desde la categoría de bronce, varios fichajes procedentes de Segunda B y unas cuantas cesiones de calidad-, sobre todo cuando en el actual curso la apuesta por futbolistas veteranos y consagrados en la categoría ha fracasado estrepitosamente.
Precisamente, para entender los sufrimientos de todo el curso hay que retrotraerse casi un año en el tiempo, a las fechas en las que se planificó el nuevo proyecto deportivo. Cierto es que en las oficinas del Paseo de Cervantes el remanente económico no era sobrado, pero ese mismo mal se le puede aplicar a la mayoría de clubes de la categoría. Y ahí la apuesta por esos futbolistas de renombre, al tiempo que la tardanza en realizar algunas incorporaciones que eran fundamentales para la nueva plantilla, supuso un varapalo de calibre mayor ya que casi ninguno de ellos ha dado un rendimiento acorde con su caché.
Los Goitia, Pepe Mora, Nano, Emilio Sánchez, Serrano, Juanma o Quiroga han ofrecido un rendimiento muy por debajo del esperado. Varios de ellos estaban llamados a ser piezas fundamentales en el proyecto recién acabado, pero a la hora de la verdad el rendimiento en beneficio del equipo ha sido, a grandes rasgos, bastante escaso.
Valorado ya el excepcional trabajo de la vieja guardia, entre los fichajes veraniegos también han dado buen resultado Ion Vélez, Jarosik y Medina han dado un rendimiento alto, mientras que mención especial merecen los jugadores cedidos. El primero en llegar, en verano, fue Toti, que ha sido una pieza muy importante dentro del equipo. Pero el verdadero salto de calidad se dio en el mercado invernal, cuando la directiva entendió la necesidad de hacer una fuerte apuesta económica por la permanencia. Así se consiguieron los préstamos de Samuel, Raúl García, Tejera y Stevanovic, siendo sobre todo los dos primeros fundamentales en el tramo final del curso para mejorar el rendimiento defensivo de un equipo que se había hundido en la tabla por la gran cantidad de goles encajados. Ahondar en esas relaciones con clubes de Primera también ha de ser un camino a explotar a partir de ahora.
Muchos cambios En todo caso, lo que parece evidente es que el verano que ahora empieza en el mundo del fútbol va a ser de un gran frenesí en las oficinas del Paseo de Cervantes. Y es que la plantilla actual va a verse renovada en gran medida porque son muchos los jugadores que no han ofrecido el rendimiento mínimo exigible. Y cuando se pretende dar un salto de calidad como pretende este club, es evidente que varios de los componentes de la actual estructura no van a tener cabida en el nuevo proyecto. Muchos acaban contrato, otros están sujetos a cláusulas de renovación que pueden ser ejecutadas, mientras que otros cinco (Goitia, Mora, Nano, Lázaro y Viguera) tienen contrato en vigor, lo cual no quiere decir que vayan a seguir en la entidad. Y el caso más evidente es el del pichichi de Segunda, que dejará un importante remanente económico con su traspaso al Athletic en los días venideros pero que al mismo tiempo dejará un enorme vacío y obligará a acertar con un sustituto goleador de garantías.
Eso sí, la primera cuestión a resolver es la que atañe el banquillo. Ahí no pueden existir las dudas que surgieron hace justamente un año en torno a la continuidad o no de Natxo González. Tras el ascenso, con su tardanza a la hora de tomar decisiones, el club evidenció que la confianza en el técnico vitoriano en la nueva categoría era escasa, una constatación que se pudo comprobar como real con la destitución casi a las primeras de cambio.
En el caso de Alberto esa cuestión no puede ser tan traumática. O se cree en él o no se cree, pero las medias tintas solo servirían para asentar el nuevo proyecto sobre unos cimientos inestables. Los números del irundarra son sobresalientes -la proyección a todo el curso es de 68 puntos-, pero ahora hay que determinar con celeridad si el guipuzcoano ha sido un parche a la desesperada o si se confía en su figura plenamente para darle una nueva plantilla desde sus albores.
La decisión acerca del entrenador es la primera que hay que tomar y, seguidamente, comenzar a dar pasos en la confección de la nueva plantilla. Más allá de esos cinco jugadores que tienen contrato, hay que abordar las renovaciones. Hay jugadores que en los últimos tiempos se han identificado plenamente con el sentimiento albiazul y tratar de conservar a esos futbolistas tiene que ser una prioridad ineludible. Los Rubio, Manu García, Beobide, Guzmán o Ion Vélez son referentes a nivel deportivo y emocional y conservar esa base de las dos últimas campañas se antoja como un punto fundamental para que en el vestuario existan unos referentes que insuflen en los nuevos compañeros ese carácter guerrillero que tiene que ser la seña identidad del futuro Alavés. Eso sí, seguir contando con algunos de ellos parece complicado. Han destacado en el presente curso y eso no se le escapa a los ojeadores de clubes más poderosos económicamente.
En este sentido, el club vitoriano contará la próxima campaña con un mayor margen de maniobra que ha tenido en la presente, con un presupuesto atenazado por muchos frentes. Capacidad para acceder a futbolistas de un mayor caché, pero el ejemplo del presente curso, en el que los que más han brillado no han sido precisamente los que más cobran, tiene que estar bien presente. La continuidad de Javier Zubillaga al frente de la dirección deportiva supone una ventaja a la hora de confeccionar la nueva plantilla, ya que a lo largo del año se ha avanzado bastante trabajo. Ahora cabe esperar que las apuestas funcionen mejor que este año para ver en breve a un Glorioso más grande.
Mala planificación. El proyecto alavesista arrancó lastrado por la tardía confección de la plantilla. Se fichó muy tarde y mal.
Fichajes erráticos. Los jugadores de experiencia y caché llamados a ser muy importantes han fracasado casi de pleno. Mucho dinero invertido para muy poco rendimiento real.
Factores clave. La base del ascenso ha sido clave también en la permanencia con la colaboración de los fichajes de invierno.