Vitoria - El Deportivo Alavés se acerca cada semana con más velocidad hacia la oficina de pompas fúnebres para encargar su propio funeral. Y no se puede decir que su deceso le vaya a sobrevenir por sorpresa. Al paso que va la cosa, va a haber tiempo de sobra para asumirlo y que cuando llegue no duela excesivamente. Y es que, en estos momentos, El Glorioso es como esos enfermos terminales que tras largo tiempo de lucha ven acercarse su final sin que puedan hacer absolutamente nada para evitarlo. No hay medicina ni remedio para este equipo que ya puede ir encargando el responso que escuchará cuando se oficien sus exequias. Ante el Tenerife, comenzó a desangrarse de nuevo por su tibieza defensiva, recibió una puñalada innecesaria por parte del colegiado y bajó los brazos como nunca antes se le había visto. Parece que ya ni siquiera quedan fuerzas para seguir luchando por mantener el último hálito de esperanza. La vida y la categoría se escapan definitivamente de no mediar milagrosa reacción. Los tiempos de las resurrecciones se atisban cercanos en el calendario, pero no esta este equipo como para tenerle fe alguna.

Apostó Alberto de inicio por mover el árbol y cambiar drásticamente el equipo con seis caras nuevas con respecto al duelo con el Zaragoza, siendo la ausencia de Viguera -titular en todos los partidos hasta ayer- la más llamativa. Buscaba el preparador irundarra un equipo de más pelea arriba con Vélez y Quiroga encabezando la presión, reforzar el trabajo defensivo en las bandas con Rubio y Nano y estabilizar el eje de la zaga con Mora y Ortiz dentro de un sistema 4-4-2. Con las líneas muy juntas y obligando a los centrales del Tenerife a salir con el balón jugado, los primeros minutos fueron un constante trabajo de achique de espacios y también del inicio del sufrimiento con las apariciones constantes de Ayoze Pérez y las peligrosas conexiones del punta con las internadas de Suso por la derecha. El cóctel del peligro era completo teniendo en cuenta que en poco o nada ayudaba Goitia a aportar tranquilidad donde más falta hace.

Rebasaba el cronómetro el minuto 20 cuando el Alavés asomaba la cabeza en las proximidades de Roberto por vez primera con un disparo de Stevanovic. Y justo en ese instante del despertar le vino el mazazo que le hundió. De nuevo un regalo a la hora de sacar el balón, una secuencia de acciones de tremenda tibieza defensiva y una reacción tardía del guardameta. Conexión de Ayoze con Suso por la derecha -rozando el fuera de juego y sacando los colores a Ortiz y Nano- y centro del extremo desde la línea de fondo para que en el primer palo Juanjo se adelantase a Mora y Goitia para cruzar el balón a la red.

Era el minuto 24 y en apenas seis más el duelo quedaba resuelto. Ya se sabe El Glorioso él solito el camino que baja a las catacumbas del fútbol, pero encima por el camino se va encontrando con algunos personajes que le empujan desinteresadamente hacia el pozo. Los arbitrajes de la segunda vuelta están siendo extremadamente dañinos, pero la culminación la protagonizó ayer Lesma López inventándose un penalti del que todavía existen dudas de qué pudo apreciar en la acción de Ortiz para señalar la pena máxima que marcó Ricardo.

Media hora y una amenaza de hundimiento con todas las consecuencias. Asunción de riesgos y espacios a la espalda de una defensa tremendamente lenta en su eje central. Con la calidad y velocidad del Tenerife arriba, todas las papeletas para un suicidio. Y, corriendo todos los riesgos del mundo atrás, en el tramo final del primer acto ni siquiera pisó el cuadro albiazul zona de peligro.

Recuperó Alberto en el arranque de la segunda mitad a Tejera y Viguera para tratar de hacer más cosas con un balón que fue un elemento desconocido entre las piernas de los albiazules en la primera parte. Y tampoco es que en la segunda parte el balance ofensivo mejorara lo más mínimo. Seguramente, los vitorianos descubrieron que el guardameta Roberto vestía de azul cuando le saludaron el final del partido. Hasta la fe se ha perdido ya para un equipo sumido en un coma profundo difícilmente reversible. - DNA

Hundimiento. La revolución de inicio no pareció mala cerrando espacios en el centro del campo, pero ciertos jugadores elegidos ofrecieron un rendimiento lamentable. Ante la velocidad del Tenerife, la pareja Mora-Ortiz hizo aguas por todos los lados, así como Nano por la izquierda. Quiroga no aportó absolutamente nada y con el 2-0 en el marcador no existó capacidad de reacción alguna.

El ilerdense regresó a la titularidad tras cuatro meses fuera del once y fue el más solvente de la defensa y también generó peligro con sus llegadas. Vio su quinta amarilla.

Que siga bajo palos de manera inalterable ya es incluso doloso. No aporta nada positivo al equipo, es incapaz de adelantarse a las jugadas del rival y solo transmite nerviosismo.

2

1-0 (m. 24) Internada de Suso por la derecha hasta la línea de fondo y su servicio lo remata en el primer palo Juanjo adelantándose a Mora y Goitia.

2-0 (m. 30) Lesma López se inventa un penalti por mano de Ortiz que solo él ve y Ricardo marca desde los once metros.

Amonestó a Rubio (minuto 26), Tejera (minuto 47), Bruno (minuto 50), Beobide (minuto 62) y Mora (minuto 77).