Vitoria. Tan sólo una leve variante táctica transformó y mejoró de manera óptima el juego del Deportivo Alavés. Una variante acompañada, sí, por dosis de coraje -bien entendido y ordenado- prácticamente ausentes a lo largo de la presente campaña. Casares fue pieza maestra de esta pequeña revolución.

El menudo jugador de Jerez es referente en aquel aspecto. Su nueva ubicación asociada con su inquebrantable fe en la lucha de cada balón fue trascendental en esta reubicación sobre el cesped que propuso Granero. El mismo técnico lo reconoció en rueda de prensa: "De medio campo para arriba éramos previsibles". Y el mismo técnico reconoció a Casares como elemento fundamental en la propuesta por producir "incorporaciones desde la segunda línea y desmarques de ruptura".

Y es que con sus continuos vaivenes -hacia la punta cuando se sacaba en largo, hacia el medio campo cuando se elaboraba, hacia banda al atascarse el juego- el número once del Alavés regaló espacios por doquier a sus compañeros. Presentes que aceptaron con alegría embistiendo a un Osasuna imberbe, ávidos de gol. Como el abusón en el recreo.

El Alavés fue excelso en la presión en primera línea, axioma del fútbol moderno y práctica que Granero achacaba en rueda de prensa a todos sus equipos. Desde allí nació el grueso de oportunidades de un equipo implicado en su empresa con vehemencia. Como debe ser.

De esta manera, la fe, disposición y fortuna -el primer gol fue en propia y hubo un penalti de Luis Prieto no pitado en el minuto 18- del cuadro albiazul se tradujeron en dos goles que otorgaron calma a la frenética, sin quererlo, parroquia albiazul. Era el momento idóneo para dar entrada al fichaje más esperado por la grada.

Meza Colli, el paraguayo que ha jugado en Serie A, el que puede constituirse en principio de una beneficiosa relación con el Cesena, al que algunos comparan -salvando las distancias de manera sideral- con Messi por físico y maneras, debutó. Vino, vio y venció.

Aquel al que su entrenador tildó de "chisposito" rondó la frontal navarra buscando el rechace. El partido era de ida y vuelta y, falto de entrenamientos, Colli trotaba por las inmediaciones del área rival esperando su chance. Le hicieron falta seis minutos. El paraguayo persiguió con la mirada la jugada que fabricó Casares y que rebotó contra la escuadra de Elías previa carambola rojilla. Entonces apareció en el punto de penalti y fusiló. Mostró de esta forma lo que puede aportar. Como explicó Granero, "algo diferente".