eLAlavés de Luis De la Fuente, o mejor dicho, el propio entrenador, tenía ayer ante el Amorebieta, segundo clasificado, una nueva oportunidad para encajar sus piezas y dotarlas de los movimientos necesarios para iniciar el cambio de rumbo y llevar a buen puerto un proyecto que había hecho aguas por todas partes. Desde el inicio de la competición habíamos ido descendiendo a las profundidades con paso corto, pero firme y seguro. Dimos un paso débil, vacilante, pero hacia adelante, ante una pobre Segoviana donde se ganó de aquella manera; a continuación, sin tiempo para hacerse una idea de lo que había sucedido, dimos otro paso hacia atrás en Copa que dejó nuevamente al míster muy tocado… aunque no hundido.
Para los equipos grandes, imponerse en la competición regular a ciertos rivales debiera ser un trámite. Y hoy por hoy, el Alavés es uno de los mejores del grupo aunque lleve un tiempo sin saber qué es y a qué juega. Ayer, el mal juego ofrecido por el equipo albiazul, provocó otro mal resultado que, a fuerza de repetirse, se acepta ya como un hecho inevitable. Que nos encaminemos hacia Mendizorroza con el miedo metido en el cuerpo porque nos visita el Amorebieta (un conjunto que por mucho que se encontrara en una privilegiada posición no deja de ser de segunda fila, y no es prepotencia ni falta de respeto) decía mucho de en qué momento se encontraba el Alavés. Si ante estos conjuntos tenemos dudas de nuestras fuerzas, de nuestra capacidad, apaga y vámonos.
Dicen que la permanencia de un técnico en un equipo se mide por los resultados. Ya solo con este condicionante, en esta ocasión, sería suficiente. Pero no ha sido solo por eso. Si se trata de un equipo que tiene que estar arriba obligatoriamente, cuando no se consiguen los resultados inicialmente previstos lo más salomónico es cortarle la cabeza porque hace tiempo que llegaron a la conclusión que no está capacitado. En el seno de la directiva no están conformes con su labor y consideran mala idea haberlo contratado. Pues a pesar de darle todas las facilidades para fichar los jugadores (me sobran seis y me faltan cuatro) que pidieron él y el secretario técnico no se le gana ni al conjunto más humilde.
Ha dicho adiós a su corta trayectoria como entrenador albiazul, y eso que comenzó con mucha ilusión a entrenar en un club con aspiraciones de ascenso. Y encima confiaban en un entrenador sin mucha experiencia. Pero esa apuesta ha sido demasiado arriesgada, y ha durado muy poco tiempo porque la plantilla nunca ha cumplido las expectativas creadas. El último acto de Luis De la Fuente como entrenador del Alavés ha sintetizado su trayectoria alavesista: el mismo juego deslavazado que el que nos ha deparado toda la temporada, equipo temeroso, endeblez defensiva, excesivos errores individuales y de grupo que han costado numerosos puntos... Y es que el Alavés no iba hacia arriba, sino todo lo contrario, se había convertido en un conjunto muy vulgar. Ahora el club busca un revulsivo para enderezar el rumbo y colocar al equipo donde se merece.