Vitoria. Apenas tiene once años y la camiseta le sobra por todos los lados. Llora desconsolado tras errar el penalti decisivo, que aparta a su equipo de avanzar a los cuartos de final en el torneo alevín de Brunete. El disparo no ha engañado al portero de la Real Sociedad y lo ha conseguido atajar. "En el viaje en el autobús y en el hotel seguía llorando. No me gusta ni recordarlo ahora", reconoce el protagonista. El guardameta alavesista, por su parte, afronta la dureza del momento desde la introspección del que vive balo los palos. Llora en solitario, añorando suyo el presente que vive su homólogo, abrazado por todos sus compañeros convertido en héroe del día. "Me cambiaron todos los penaltis de lado", asume resignado. La secuencia que sigue al fatal desenlace desde el punto fatídico destapa toda la ingenuidad infantil, incapaz de asumir una desazón increíble.
Los alevines del Deportivo Alavés de la generación del 91 ven cómo se les escapa un sueño. Cómo se les escurre de las manos una experiencia formidable, que les hace sentirse futbolistas quizás por primera vez en sus vidas. "Una pasada. La organización, la prensa... inolvidable", coinciden casi una década después. Un fin de semana donde nacen las estrellas. Entre cámaras y micrófonos. Donde apareció un pequeño centrocampista con la camiseta del Albacete que luego se convertiría en el jugador de todos. Donde apareció un chaval rubio, espigado y con pecas que estaba llamado a entrar en la historia. También Cesc, Piqué. Todos ellos campeones del mundo. Son la minoría en cualquier caso.
Es en el grupo de los mortales donde se alinean Ánder del Álamo y Jaizkibel Roa, jugadores del Alavés B que han realizado la pretemporada a las órdenes de Luis de la Fuente. El primero es centrocampista; el segundo, portero. Ambos llevan más de una década en un club en el que han pasado por todas las categorías. Los dos fueron piezas clave del equipo que el año pasado consiguió el ascenso a Tercera División, categoría que les servirá para elevar el nivel competitivo y seguir formándose en pos del mismo horizonte que les movía con doce años: ser futbolistas profesionales y llegar al primer equipo albiazul. "Cuando llegue la oportunidad espero aprovecharla", dice Jaizkibel. Su año en el Torneo de Brunete alumbró una estrella por encima de todas: la de Bojan Krkic. Un futbolista cuya aún corta carrera en la élite sirve para entender la complejidad de un mundo imprevisible. Pese a no terminar de romper en el jugador que se preveía tras su efervescente aparición en el Barcelona, su palmarés y sus números son impresionantes a sus 21 años. Tres Ligas, dos Copas de Europa y una Copa del Rey. El canterano blaugrana ya ha superado la centena de partidos en Primera División y ha marcado 25 goles. Este verano ha cambiado Barcelona por Roma y se ha proclamado campeón de Europa sub'21. Su vida en el fútbol ha discurrido por el carril izquierdo. Estrellato fulgurante.
debut en tercera Del Álamo y Jaizkibel no han alcanzado esas cotas reservadas a los menos. Y es más que probable que nunca lo hagan. La suya es una vida entregada al fútbol en cualquier caso. Con todos los sacrificios que ello conlleva. Esta temporada tienen, individualmente y como grupo, un reto que multiplica la exigencia pasada. "Jugar en Tercera es un paso más. Ya no es Preferente y ya estás mirando hacia arriba", explica el portero. El objetivo es la permanencia. "Tenemos el mismo bloque que el año pasado y los juveniles que han subido vienen fuertes. Aunque somos un equipo joven creo que estamos capacitados para mantener la categoría. También nos va a servir para adquirir bastante experiencia", opina Del Álamo.
La llegada de Luis de la Fuente al Deportivo Alavés está acompañada del compromiso por su parte de potenciar la cantera. El técnico de Haro, convencido de que la provincia alavesa tiene potencial para nutrir de jugadores al primer equipo, está resuelto a conceder las oportunidades que necesitan los jugadores de la casa. Así lo hizo con Vallejo, a quien dio la titularidad en la primera jornada. No le tembló el pulso. Ni para meterlo en el once ni para sentarlo después. Parte del aprendizaje, se ha encargado de recordar el entrenador.
En torno a la veintena, Del Álamo y Jaizkibel siguen inmersos en un apasionante viaje de desconocido futuro. "No se dónde voy a estar en tres años. Tengo que seguir creciendo como jugador de fútbol y a ver lo que pasa", explica el centrocampista. Jaizkibel no se pone límites, aunque reconoce que es imposible predecir el medio plazo. "Entrenando duro, con gente que confíe en ti y con mucha suerte puedes llegar. Es muy difícil, pero nunca puedes perder la esperanza ni de jugar en Primera". Es complicado incluso para Bojan, convertido en marginal por Guardiola y terminando como aval en lo que se ha llamado cesión, pero en realidad es un préstamo de doce millones de la Roma al 8% de interés. Ocho años después aún permanece la esencia de aquellos chavales que lloraban desconsolados en el césped de Brunete. Siguen en el fútbol y en el Alavés. Las lágrimas han valido la pena.