El presente y el futuro de la viticultura son inviables sin la sostenibilidad. Esa es la máxima que persigue la bodega alavesa Izadi, reconocida recientemente por su firme apuesta por un modelo más responsable. Se trata de una de las primeras bodegas de la D.O.Ca. Rioja en obtener el certificado Sustainable Wineries for Climate Protection, fruto de un exhaustivo análisis de sus procesos, que le ha permitido reducir un 40 % el consumo de agua, un 30 % el de energía y un 80 % las emisiones de gases de efecto invernadero.

Roberto Vicente, enólogo de Bodegas Izadi, repasa en Diario de Noticias de Álava los motivos que han llevado a la firma a reinventar su consumo, así como el modo en que el cambio climático está afectando al viñedo y las distintas alternativas que se plantean para paliar su impacto sobre el fruto final: la calidad de la uva.

La bodega alavesa ha reducido un 40 % el consumo de agua y un 80 % las emisiones de gases de efecto invernadero

“El camino comenzó hace tiempo”, recuerda Vicente, ya que en Izadi consideran que “no podemos permanecer inmóviles ante la situación actual”. Primero apostaron por el cultivo ecológico en todos sus viñedos y, después, por una segunda fase de sostenibilidad centrada en la bodega. “Medimos todo lo que hacemos para poder mejorar en todos nuestros indicadores”, señala.

Aunque reducir consumos es una tarea exigente, Izadi puede presumir de un “convencimiento real”. Así lo expresa Vicente, quien destaca que “la dirección cree y confía en este proceso”. Son conscientes de que será más costoso, y por ello han puesto en marcha acciones de concienciación entre el personal, como charlas y formaciones.

Enoturismo en la bodega Izadi Izadi

Uno de los principales retos es la recopilación y evaluación de datos. “Llevamos años midiendo estadísticas como cuánta agua gastamos; para ello hemos llenado la bodega de contadores de agua y energía”, explica el enólogo. “La plantilla lleva 25 años trabajando de una manera, y ahora vamos a hacerlo de otra, porque el objetivo es claro: reducir consumos”.

Otro aspecto clave es implicar a toda la cadena de valor: desde el personal hasta los proveedores y los consumidores. Respecto al primer grupo, Vicente afirma que ya han advertido que “favorecerán trabajar con proveedores alineados con estos valores”, es decir, aquellos con certificaciones medioambientales o de calidad. Por ejemplo, los que adquieran madera procedente de bosques sostenibles.

El equipo, volcado en la causa

“Vamos poco a poco. Cuesta, pero al final todo el mundo se sube al carro, porque se da cuenta de que este es realmente el futuro del sector”, asegura. “Y no solo del sector vitivinícola, sino de la humanidad. Aunque suene grandilocuente, el futuro pasa por una actividad sostenible”.

Desde Izadi subrayan que los efectos del cambio climático ya son muy visibles. “Siempre ha habido ciclos, pero cada vez nos afecta más”, lamenta Vicente. “En la última tormenta cayeron 60 litros en cuestión de minutos. Siempre ha habido tormentas, sí, pero nunca con tanta virulencia y con tan poca capacidad de anticipación”.

La firma Izadi es una de las primeras bodegas de la DOCa Rioja en lograr el sello Sustainable Wineries for Climate Protection

El cambio climático también ha alterado los tiempos de vendimia. “Antiguamente, en Villanueva se vendimiaba a mediados de octubre; hoy, rara vez conseguimos llegar al Pilar con las uvas aún por recolectar”, apunta. En otras palabras, las vendimias se adelantan y eso exige anticipación y nuevas estrategias.

las tormentas, impredecibles ¿Y cómo se prepara una bodega ante fenómenos climáticos cada vez más extremos? “Es muy difícil, todavía no sabemos cómo lo haremos”, admite el enólogo. Una de las pocas soluciones posibles es plantar en altura. Hace una década, Izadi apostó por una finca a 750 metros en las faldas de la Sierra de Cantabria. A esa altitud, la maduración de la uva se ralentiza gracias a temperaturas más bajas.

Placas solares en la bodega Izadi Izadi

Sin embargo, ante las tormentas, el margen de maniobra es mínimo. “Es imposible predecirlas. Si tienes mala suerte, te ha tocado”, sentencia Vicente. A todos estos esfuerzos se suma una batería de medidas concretas: la instalación de 152 placas solares para autoconsumo, la contratación de energía 100 % renovable, o la optimización de tareas como el lavado de barricas, que ahora requiere un 22 % menos de vapor y un 33 % menos de agua caliente.

En los viñedos, la certificación ecológica de la Finca El Regalo y la viticultura en altura refuerzan su capacidad de adaptación al nuevo contexto climático. También destacan los acuerdos con proveedores y los programas de reciclaje que convierten los residuos en nuevos materiales.

El Premio Empresa y Sociedad José Ignacio Arrieta, recogido recientemente por la bodega alavesa, supone “un empujón para seguir trabajando igual o mejor en los próximos años”, valora Vicente. “Queremos fomentar la viticultura ecológica y sostenible en la comarca: apoyar a todos aquellos viticultores que quieran dar el paso al cultivo ecológico, tanto desde el punto de vista técnico como económico, garantizando contratos a largo plazo”, concluye el enólogo.