Trabaja desde hace más de 19 años como veterinaria en el centro de recuperación de animales silvestres de Mártioda al que llegan crías indefensas, ejemplares que requieren muchos cuidados y complicados tratamientos y otros en grave estado, ya que para cuando un animal silvestre deja que un humano se acerque y lo recoja es porque está muy mal, grave. Es en ese momento cuando tienen la suerte de caer en manos de Patricia Lizarraga que con sus cuidados veterinarios hace que casi siete de cada diez se recuperen y puedan seguir viviendo por sí mismos en su medio natural.

El momento de la suelta supone una enorme alegría, supongo.

Sí, es el momento más..., sobre todo en el caso de los animales que han requerido más tiempo y han necesitado más cuidados o un tratamiento más complejo. De hecho, todos queremos asistir a ese momento de la liberación, a todos nos gusta verlo. Además, normalmente intentamos introducirlos en el mismo lugar donde se los encontraron, aunque no siempre es posible, pero sí buscamos un ecosistema adecuado para ellos.

Todo un reto recuperarlos cuando llegan tan delicados.

Sí, para mí es todo un reto y una experiencia satisfactoria cuando los ves recuperados y de nuevo en su medio. Hay un dicho que viene a decir que los animales sobreviven a pesar del veterinario –sonríe– y es que, a veces resulta sorprendente la fortaleza que sacan para salir adelante; es alucinante, recuerdo muchos casos, entre ellos el de un halcón que llegó lleno de perdigones, no sé cómo logró salir...

También tendrá que tomar decisiones difíciles.

Claro, muchas veces tienes que decidir si merece la pena sacarlo adelante o si de esa forma solo le vas a prolongar el sufrimiento...; en esos casos le digo a Ricar, esto recuérdamelo porque yo soy muy blanda y, en ocasiones, luego me arrepiento por alargar el sufrimiento del animal, con toda la buena fe, pero...; cierto que los años de experiencia también me ayudan.

¿Qué debe hacer un ciudadano cuando se topa con un animal silvestre herido?

Lo primero llamarnos, llamar al centro de Mártioda, explicarnos el caso y nosotros les aconsejamos qué hacer en un primer momento, en función del animal que sea o de lo que le haya ocurrido; normalmente somos nosotros los que vamos a recogerlo, pero lo idóneo es que la persona que se lo encuentra se quede en el sitio hasta que lleguemos porque si se va, el animal puede esconderse en unas zarzas, agazaparse y luego nos cuesta hallarlo. En otras ocasiones los traen directamente al centro o los depositan en los armarios de la entrada y nos dan el aviso. Ahora también funcionamos mucho por Whatsapp, los ciudadanos nos mandan una fotografía o un vídeo, elementos que nos sirven a la hora de calibrar la urgencia con la que tenemos que acudir a recoger al animal.

Después del rescate, ¿la gente se interesa por la evolución de los animales que ha entregado?

Sí, sí; de hecho, hay gente que llama casi a diario y que quiere hacerles una visita, aunque no podemos dejar a todo el mundo que venga, por eso en ocasiones realizamos sueltas colectivas; la recompensa es llamarles a ver si pueden venir a la suelta o mandarles un vídeo.

No solo os entregan animales, también cepos, bolsas con veneno o cualquier otro elemento peligroso para la fauna silvestre.

Sí y no solo la ciudadanía, también la Policía cuando despierta sus sospechas; aquí lo valoramos, si es necesario se lleva a analizar y si hay visos de delito acaba en manos de la Fiscalía.

El cambio climático también hace mella en la fauna silvestre, hasta las aves sufren golpes de calor, ¿no?

Sí que hemos detectado que ocurre, sobre todo en el caso de las aves que tienen los nidos en los tejados; en ocasiones, con altas temperaturas como las de este verano no aguantan y se tiran; lo hemos detectado en los momentos de repuntes de calor que ha habido.