La circunvalación de la ciudad estuvo durante años unida al tránsito de la N-1 por lo que es ahora una parte del casco urbano desde la rotonda de Armentia hasta Portal de Elorriaga. En medio del tramo, entre los barrios de Zaramaga y Arana, se erigió un paso elevado para vehículos cuya silueta se mantiene fresca en la memoria de los miles de conductores gasteiztarras, que alguna ocasión lo atravesaron.

En la jornada de hoy se cumple exactamente medio siglo desde que el popularmente conocido scalextric fue inaugurado y se mantuvo en pie prestando su servicio de ordenar la circulación durante 30 años. A comienzos de este siglo la expansión de Vitoria llevó a tomar la decisión de su derribo, en unas tareas que comenzaron en agosto de 2002 y se desarrollaron durante varios meses.

La construcción de esta infraestructura fue un hito en la ingeniería de la época y la solución definitiva para resolver los problemas de circulación en el mítico cruce del Garaje Alas, donde confluían la N-1 con los congestionados viales de los polígonos industriales de Betoño y Gamarra. La Diputación de Álava, como responsable de la N-1 a su paso por el territorio, no reparó en gastos y destinó 72 millones de pesetas de las de hace medio siglo (432.728 euros) para esta gran obra. 66,2 millones fueron para la construcción y los 5,8 restantes para señalización horizontal, semáforos e iluminación. La encargada de ejecutar el trabajo fue finalmente una firma con experiencia en estas intervenciones y que en los años previos asumió también el reto de construir el paso elevado de Atocha, en Madrid.

El desarrollo de la obra fue toda una revolución al recurrir a la técnica del hormigón pretensado. Frente a los métodos más tradicionales, la innovación del pretensado consistía en que las vigas que se apoyan entre dos pilares necesitaban tener mucho menos canto para soportar la carga. Mediante unos cables que se tiraban de un apoyo a otro y se tensaban en un parámetro concreto y acorde para soportar el peso necesario, se cubrían después de hormigón y los elementos resistentes quedaban ocultos en unas vainas recubiertas de hormigón. De esta forma los cables aportaban la suficiente tensión al tablero, que tenía un menor canto.

No fue una obra fácil marcada por las duras condiciones del invierno vitoriano en la década de los años 70 del pasado siglo. De hecho, fue necesaria una prórroga para ampliar el plazo de finalización de los trabajos del paso elevado de Zaramaga. El gélido mes de diciembre, previo a su inauguración, cuando las obras estaban ejecutándose a un ritmo vertiginoso para llegar al plazo previsto, las intensas heladas de ese mes supusieron el último reto al que se debieron enfrentar los ingenieros. Una vez iniciada la tarea de hormigonado en una de las zonas, tuvieron que dilucidar si se seguía adelante pese al hielo o de lo contrario, detener los trabajos con el consiguiente frenazo y que hubiera supuesto tener que levantar esa parte de la estructura. Finalmente se optó por proteger los tableros contra la acción y el destrozo que podían generar las temperaturas por debajo de cero grados y avanzar hacia la finalización de la obra.

La mañana de aquel sábado 15 de abril de 1972 se puso en servicio una infraestructura que liberaba del tráfico de vehículos pesados las calles céntricas del casco urbano de aquella Vitoria con 135.000 habitantes. A las 11.10 horas, el vicario general de la Diócesis de Vitoria procedió a bendecir el tercer tramo de la circunvalación entre Arana y Zaramaga. Junto al religioso y detrás de la protocolaria cinta roja y gualda encabezaron la representación institucional el gobernador civil, Agustín de Asís, el presidente de la Diputación de Álava, Manuel María Lejarreta, y el alcalde de Vitoria, José María Mongelos. El honor de cortar el primer trozo recayó en el gobernador civil y se lo entregó al exsíndico de la ciudad como una de las figuras promotoras de la obra. Manuel María Lejarreta hizo el segundo corte y el resto de autoridades repitieron el gesto.

Emprendió después la multitudinaria comitiva un recorrido por el tramo recién inaugurado desde el barrio de Arana hacia Zaramaga. Sobre el terreno pudieron comprobar la magnitud de una obra de casi dos kilómetros de longitud. La calzada principal, de 10,5 metros de anchura, tenía otros dos carriles laterales a ras de suelo, de direcciones únicas y cuya anchura oscilaba entre los seis y ocho metros. La velocidad estaba limitada a un máximo de 60 kilómetros por hora. El tramo más elevado y espectacular del scalextric era de 600 metros de longitud, con cinco metros de altura en su punto más alto y una anchura de calzada de 9,80 metros. Ocho de ellos eran los destinados a los dos carriles, uno por sentido, y se reservaban además dos aceras laterales, de 90 centímetros cada una. Circular por este scalextric se convirtió en obligatorio para todos los vehículos pesados que atravesaran por la capital alavesa en dirección Madrid, Irun o Bilbao. De esta manera las calles más céntricas dejaron de soportar su tránsito, que suponía notables inversiones en las calzadas para reparar los desperfectos ocasionados.

Esta gran inversión de 72 millones de pesetas se pensó inicialmente como un primer paso en la reordenación del tráfico para acometer en años siguientes la construcción de otro scalextric paralelo al inaugurado ese 15 de abril y destinar uno para cada sentido de la circulación. Sin embargo, nada más de esa idea se volvió a saber y con el paso de los años empezaron a surgir las diferentes ideas y se vio la necesidad de derribar esa estructura para mejorar el tráfico cuando Vitoria empezó a crecer y ejercía de tapón. Tres décadas después, en agosto de 2002, la silueta del scalextric pasó a la historia de la ciudad.

72

El coste del paso elevado se repartió entre los 66.271.234 de la obra de construir la estructura y los 5,8 en iluminación y señalización.

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El tramo más singular lo formaban 600 metros con una altura máxima de cinco metros y ocho de calzada para el tránsito de los vehículos.

2002

Durante 30 años fue punto de paso de vehículos y unión entre Zaramaga con Arana por el que millones de conductores lo atravesaron.