Atravesar la calle Coronación, una de las arterias principales de la ciudad, significa introducirte en una zona de Vitoria que no descansa nunca. Desde primera hora de la mañana, la panadería se pone en marcha y decenas de camiones descargan para los pequeños comercios que dan vida a esta calle.

Y es que en muy pocos metros los vecinos de este barrio cuentan con infinidad de servicios y tiendas en la puerta de casa: carnicerías, fruterías, pescaderías, bares, cafeterías, panaderías, taller mecánico, supermercados, y un largo etcétera.

Durante el día el tránsito de personas y coches es continuo, al ser un calle que une varios barrios de la capital alavesa, como por ejemplo Txagorritxu, Avenida y El Pilar con la zona de la Plaza Bilbao, Casco Viejo y Aranbizkarra.

Y por la tarde-noche, la sala de conciertos Jimmy Jazz abre sus puertas para los cientos de vitorianos que se acercan todos los fines de semana.

Sin olvidar todas las obras y andamios que desde hace meses invaden las fachadas, las aceras y la carretera de esta calle para poner a punto lo que pretende convertirse en un ecobarrio modelo a nivel de Europa, dentro del proyecto SmartEnCity, con la rehabilitación de viviendas, fachadas y espacios públicos.

Sin embargo, entre todo este caos de ruido, obras, personas y tráfico, sobrevive un pequeño negocio que ofrece auténtica kalma a todo aquel que cruza la puerta.

Se trata de un pequeño centro de estética situado en el número 3 bajo de la calle Coronación que como su nombre indica, Kalma, es lo primero que sientes al entrar y cerrar la puerta. Una sensación de tranquilidad y silencio te invaden desde que llegas, totalmente opuesto a los continuos ruidos de esta arteria.

Edurne Reguero es una joven emprendedora de Gasteiz que hace algo más de tres años decidió abrir su propio negocio en el barrio de Coronación. Tras su formación académica, comenzó a trabajar por cuenta ajena para "ir cogiendo experiencia y conociendo a los clientes".

Llevaba desde los 19 años trabajando en el sector de la estética, hasta que con 26 años decidió que había llegado la hora de ponerse al frente de su propio centro, "como reto profesional y crecimiento personal".

Respeto máximo al cuerpo

Tenía muy claro desde el principio lo que iba a ofrecer: un centro de estética pequeño (teléfono de contacto: con una única cabina que pudiera atender ella sola, ofreciendo tratamientos estéticos, faciales y corporales con la combinación de productos cosméticos naturales y orgánicos y técnicas manuales, es decir, "respentando al máximo el cuerpo".

Es lo que destaca de este espacio, los tratamientos no invasivos para obtener resultados de forma respetuosa con el cuerpo. Y como no, el trato completamente personalizado que ofrece Edurne es otra de las características de este negocio, a donde acuden clientes fieles de hace años por la confianza que tienen en la joven especialista en tratamientos que son 100% manuales y naturales (reductores, piernas cansadas, celulitis, y un largo etcétera), sin aparatología de ningún tipo.

"También recibo gente nueva que al pasar se interesa, entra y pregunta por la manera de trabajar y los tratamientos", señala Edurne. "Pero lo que está claro es que lo que mejor funciona en Vitoria es el boca a boca, es como gente nueva te conoce".

"Me encanta el barrio"

Hace tres años, cuando abrió sus puertas, Edurne tenía muy claro que su sitio estaba en Coronación, porque le encanta el barrio y ya se había hecho con clientas que viven en esta zona de la capital alavesa. De hecho, es tan fuerte su vinculación que se ha ido a vivir a la calle Eulogio Serdán, muy cerquita de su negocio, lo que implica esa decisión en calidad de vida, sin tener que coger coche o autobús para ir a trabajar todos los días.

Tal y como explica esta joven vitoriana, Coronación es una calle con una relación fuerte entre los propios comerciantes, ya que entre ellos se conocen, charlan todos los días y consumen en los otros establecimientos vecinos.

El golpe del covid

Cuando tan solo llevaba un año con su negocio en marcha, llegó la pandemia y todo cambió. Fue una época dura, tal y como recuerda, de mucha incertidumbre sin saber cuándo iba a poder abrir su centro y con los gastos que tenía que seguir pagando como el alquiler del local. Solicitó algunas ayudas a través de su gestoría, y "el casero hasta me perdonó algunas cuotas", pero fueron meses realmente difíciles.

Ahora está todo volviendo a la normalidad, pero muy poco a poco. "Una vez que salimos del confinamiento, la verdad es que recibí un auténtico aluvión de clientes que querían volver al centro para verse bien y seguir con los tratamientos. Luego todo se calmó y más o menos fui trabajando con cierta normalidad, hasta que llegaron las restricciones de horarios y el decreto de que no se podía salir de Vitoria. Pero realmente estos meses de diciembre y enero han sido los peores desde que trabajo en el sector por la variante Omicrom", explica Edurne.

Dicha variante, la más contagiosa del covid, ha afectado a miles de vitorianos que se han contagiado en muy pocas semanas. "Había días que empezaba con la agenda llena y me quedaba con dos clientes. Iban llamando porque se habían contagiado, o eran contactos estrechos, o se encontraban mal y por si acaso anulaban la cita".

A pesar de las obras que han afectado al barrio y del covid y la pandemia, Edurne sigue adelante con la ilusión intacta y abriendo las puertas de Kalma a todo aquel que quiera conocer su centro de estética. Buena suerte!