El pasado mes de junio, el exdiputado general concedió una amplia entrevista a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA en la que recordaba sus tiempos en la política y narraba cuáles eran sus aficiones desde su jubilación

Llegó a política en un ya lejano 1979 "a lo tonto" tal y como asegura, pero su talante dialogante y su buen hacer le mantuvieron en diferentes cargos durante 26 años, hasta que en el año 2005 decidió, justo cuando le llegaba la edad de jubilarse, que "era el momento de dejarlo" y poder ser el dueño de su tiempo y de dedicarse más a los pequeños placeres de la vida y a su familia.

Félix Ormazabal disfruta en su localidad natal de Araia del merecido descanso tras más de dos agitadas décadas dedicado al ejercicio de la política. Entre sus numerosos cargos figuran los de consejero, diputado general, parlamentario y a nivel interno fue presidente del ABB en 1998. Casi nada.

Por eso, el jeltzale tenía claro que cuando cumpliera los 65 años y llegara la edad de jubilarse diría adiós también a sus cargos públicos. "Fue con Ibarretxe de lehendakari", recuerda. Entonces, ejercía de Director de Puertos Deportivos. Fin a una exitosa carrera política, que comenzó casi por casualidad. "A lo tonto", insiste Ormazabal.

En Araia se creó una candidatura independiente donde participaron todas las asociaciones y todas le propusieron para candidato a alcalde. Además, tal y como ha reconocido en alguna ocasión contribuyó el hecho de que el otro aspirante que se presentaba entonces no le parecía un óptimo candidato al puesto. Tenía que estar él. Vocación de servicio público. Es lo que tenía entonces y lo que le llevó a querer trabajar por sus vecinos. Pues así, hasta que hace 16 años dijo adiós.

"Ahora tengo tiempo para leer tranquilamente un ensayo filosófico o una novela. Antes solo leía informes"

Desde entonces ha ejercido "de jubilado normal y corriente". Vive tranquilo y hace todo aquello que no podía por culpa de su ajetreada agenda política. "Ahora tengo tiempo para leer tranquilamente un ensayo filosófico o una novela. Antes solo leía informes", lamenta.

Otro de sus hobbies es el de pasear. Rodeado de un paraje espectacular, a los pies del Aratz y el Aizkorri, Félix Ormazabal se decanta por la Sierra de Entzia para disfrutar de sus caminatas. Un terreno más accesible y menos abrupto y en el que además su familia disponía de ganado, por lo que siempre le ha llamado más para ir a andar y disfrutar de los bellos paisajes de la zona. "Mi padre tenía un rebaño de ovejas y la zona entre la Sierra de Entzia y Opakua siempre ha sido una de mis favoritas", apunta.

Eso sí, también la pandemia le ha privado de disfrutar de estos paseos durante un tiempo. De hecho, hasta el año pasado era normal acercarse por Opakua de manera periódica, pero las restricciones de movilidad han provocado que no pudiera acudir a su habitual lugar de paseo de forma asidua.

Viajar es otra de sus pasiones

Al menos, hasta antes de la llegada del coronavirus también ha podido dedicar buena parte de su tiempo a conocer mundo. Viajar es otra de sus pasiones, en especial de su mujer. "Le encanta", señala. Quizá por todo ello, en estos 16 años se han recorrido buena parte de Europa. Rusia ha estado entre los destinos de esta pareja viajera empedernida. Al otro lado del charco también han podido disfrutar de Méjico, Estados Unidos, ciudades como Nueva York y de destinos exóticos como Tailandia en Asia.

Nada que ver con la tranquila Araia y la vida habitual de Félix Ormazabal. "Soy de pueblo, de familia ganadera y siempre ha habido ovejas y yeguas en mi casa", recuerda con cierta nostalgia. Y es que ahora en su casa tan sólo hay un perro y un pájaro. Sin embargo, Félix Ormazabal puede seguir disfrutando del calor de los suyos, ya que es un hombre muy familiar y ahora tiene tiempo de sobra para atender y estar con sus sobrinos.

"Trabajamos por la mejora de Álava. No hay más que ver como estaban nuestros pueblos hace 30 años y como están ahora, no se parecen en nada. Ahora tienen mucha mayor calidad de vida"

Una vida mucho más pausada a la que tenía bien cuando era diputado o parlamentario. Eso sí, pese a que no la echa "de menos" ya que entiende que ya dedicó buena parte de su vida y se entregó todo lo que tenía que entregarse, guarda muy buenos recuerdos de esa etapa y de todo lo que consiguieron. "Nos entregamos con toda nuestra alma en algo en lo que creíamos. Trabajamos por la mejora de Álava. No hay más que ver como estaban nuestros pueblos hace 30 años y como están ahora, no se parecen en nada. Ahora tienen mucha mayor calidad de vida", se felicita.

Logros que se consiguieron en parte a un trabajo en equipo y a un entendimiento entre diferentes grupos, algo que lamentablemente no ve en los partidos políticos de hoy en día. "La idea que teníamos era que lo más importante era solucionar los problemas de los ciudadanos. Ahora hay más partidismos, más individualismos y en nuestra época no nos importaba el color del partido", recuerda.

Buena prueba de ello es que mientras ejerció de diputado general de Álava entre 1995 y 1999 todos los presupuestos fueron aprobados por el PP. "Había un talante muy diferente", insiste. La clave es el diálogo y Félix Ormazabal ha sido siempre alabado por ser un político muy dialogante, algo de lo que se siente orgulloso, aunque asegura que debería ser norma. "Me agrada que se diga de mí que fui un político dialogante, pero creo que es lo normal. Lo raro me parece lo contrario", asegura.

Para ello pone un ejemplo muy gráfico de su época en la Diputación Foral de Álava. "Si un vecino nos pedía que le arreglásemos los baches, no podíamos perder el tiempo en discusiones ya que los baches iban a seguir ahí. Nos teníamos que poner de acuerdo y arreglar esa carretera", zanja.

Y no cree que ahora sea más difícil llegar a acuerdos que antes. La clave era ceder. Ormazabal lo tiene claro. Así consiguieron que las instituciones funcionasen y pudieran ejercer de servicio público que es de lo que se trata. Todos unidos por el bien del ciudadano. "Yo estuve en Diputación con PSOE y EA, y el PP nos aprobaba los presupuestos. No nos importaba el color del partido. Algo habría que ceder", insiste.

"Los políticos de ahora son tan buenos como los de antes"

De todos modos, pese a que hoy en día exista menos voluntad de diálogo, el ex parlamentario vasco no considera que los políticos actuales estén menos capacitados que los de su época. "Los de ahora son tan buenos como los de antes", remarca. Eso sí, entre unos y otros había una gran diferencia. "Han cambiado los tiempos. Nosotros veníamos de una dictadura y eso marca. Teníamos unas inquietudes y quizá tenga más significado, pero no veo mucho más", aclara.

Pese a todo, la visión de la sociedad de la clase política sí que ha cambiado mucho de unos años a esta parte. Antes los concejales, diputados, consejeros o parlamentarios eran respetados y rara vez eran silbados o abucheados por la calle. Un respeto que se ha ido perdiendo con los años y que Félix Ormazabal cree que se debe a que hoy en día el ciudadano está más desesperanzado. "Antes había confianza en que el político solucionara los problemas y hoy ya no. La desesperanza es total y es un problema general, no sólo de Vitoria, Euskadi o el Estado. Es algo que también pasa en otros países. El desencanto es generalizado porque hay desesperanza".

Por eso no ve con buenos ojos ciertas críticas a los políticos. En especial no comparte ciertas acusaciones a algunos gobernantes a los que se les achaca hacer carrera política por dedicarse toda su vida a este sector. "De mí también se podría haber dicho", asume. No le falta razón tras haber estado más de 25 años ejerciendo diferentes cargos públicos entre su municipio, Diputación o Parlamento Vasco.

Sin embargo, pese a que su generación representaba una época de profesionales incorporados a la política, frente a políticos profesionales que proliferan hoy en día, Ormazabal, licenciado en Teología y Derecho, no quiere cebarse con los actuales representantes públicos como han hecho algunos de sus compañeros.

"Solo quieren a los mediocres. No encuentro gente de la talla de Ramón Jáuregi o Fernando Buesa. Ni caballeros como Ardanza o intelectuales como Arzallus con quien pese a nuestras diferencias veías su gran nivel cultural. Ahora cualquier mequetrefe llega alto en política. Sólo quieren mediocres", dijo hace unos meses Pablo Mosquera.

"Hay demasiados personalismos en política, algo que no conduce a nada. Falta respeto y educación. Nada que ver con lo que sucedía en nuestra época. Ahora hay mucha violencia verbal", comentó también la exconcejala de Cultura en Gasteiz Encina Serrano, recientemente.

Pues bien. Ormazabal prefiere ser más comedido. "Yo he estado 26 años y también se me podría haber considerado un profesional de esto", insiste. Por eso, cree que para evitar que esto pudiera producirse apunta que "habría que poner limitaciones en la permanencia en la política".

Alabanzas a su gran amigo José Ángel Cuerda

Al menos, su larga trayectoria como servidor público le ha servido para granjearse grandes amistades, entre las que destaca José Ángel Cuerda. La relación entre Ormazabal y el exalcalde de Gasteiz se remonta a muchos años antes incluso de la entrada del ex diputado general en política. "Fue mi abogado cuando estuve procesado por el Tribunal de Orden Público en Madrid".

Una época dura y difícil, que llevó a Félix Ormazabal durante un mes y medio a la cárcel a la espera de juicio por su apoyo a los obreros de Michelin en su lucha sindical y sus reivindicaciones por un incremento en su masa salarial. José Ángel Cuerda fue su abogado defensor durante ese proceso y al final la historia tuvo un final feliz. "Consiguió que el juicio no se celebrara. Al final se suspendió y quedé libre", se felicita.

Quizá esa situación le marcó tanto que comenzaría a estudiar Derecho poco después. Marcado por el trabajo que hacía su gran amigo Cuerda, al que sigue teniendo en gran estima y del que recuerda todo lo que ha hecho por Vitoria y por los más desfavorecidos. Ormazabal no quiere pasar por alto la oportunidad para deshacerse en elogios hacia el alcalde por excelencia de Gasteiz. "Cuerda era el abogado de todos los desgraciados de Vitoria. Había días que me decía que había tenido 22 consultas y que había cobrado dos; era así de desprendido. Cuando yo terminé Derecho me propuso abrir un despacho laboralista en Llodio, en el año 77. Fue cuando le propusieron ir a Madrid y el tema se truncó, pero la amistad siguió. A Cuerda lo único que le podemos hacer es reconocer su trabajo, porque los premios que está ganando Vitoria están basados en lo que hizo él, no en lo que han hecho los que llegaron luego", puntualiza.

Quizá esa amistad que surgió entonces fue clave para entender uno de los momentos históricos de la política alavesa. La escisión de EA había hecho mucho daño al PNV en el territorio. Buena prueba de ello es qué en las elecciones municipales, la coalición soberanista consiguió en Vitoria 11 ediles, mientras los jeltzales se quedarían con tan sólo dos. Pues bien, Ormazabal, desde su cargo en el Araba Buru Batzar consiguió que el PNV entrara a formar parte del equipo de gobierno municipal. De huevo echó mano de su talante dialogante. Capacidad de diálogo que también utilizaría meses después para convencer a José Ángel Cuerda para que volviera con los nacionalistas. La siguiente política de relevancia que consiguió atraer para los jeltzales fue a María Jesús Aguirre, con lo que poco a poco el partido fue recuperándose de su caída.

Así ha sido la vida de este político de consensos que hoy en día disfruta de la lectura de novelas, paseos por Araia o Entzia junto a su perro y al que le apasionan los viajes. El siguiente no es a un lugar tan exótico como Tailandia, pero Ormazabal y su pareja ya están pensando en desplazarse este fin de semana hasta Benidorm para disfrutar de su apacible clima. Toca descansar y seguir haciendo la vida de un jubilado normal.