La depresión es la enfermedad mental más común siendo la principal causa de discapacidad. De hecho, esta enfermedad está muy relacionada y asociada a la conducta suicida y por eso cobra mayor importancia su visibilización y sensibilización. Este jueves se celebra el Día Internacional contra la depresión y desde la Asociación alavesa de Familiares y Personas de Salud Mental Asafes, su psicóloga Arrate Gastiain asegura que, según la Organización Mundial de la Salud, “en 2050 la depresión será el principal problema de salud en la población”.

“La depresión es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza, principalmente, por un estado de tristeza, de ánimo decaído y la pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar de actividades en las que antes disfrutaba la persona”, explica la experta. Según añade, además, esto va acompañado de diversos síntomas físicos, como la perdida de energía, dolor o molestias físicas, cambios en el apetito o incluso en el patrón del sueño. También puede ir acompañado de cambios cognitivos, como la dificultad para concentrarse, pensamientos negativos y, en el peor de los casos, ideas suicidas.

Uno de los grandes hándicaps a los que se enfrenta esta enfermedad es a su propia visibilización ya que a veces es una enfermedad desvalorada por los ciudadanos que la confunden con la ansiedad: “Es cierto que tenemos muy normalizadas ciertas frases como decir estoy depre cuando sentimos tristeza por algo que ha ocurrido, o frases como qué depresión tengo, cuando algo no ha salido como queríamos. Parece que hay una creencia generalizada de que la depresión no es realmente una enfermedad, y no se la considera una enfermedad grave como pueden ser otros diagnósticos como la esquizofrenia, por ejemplo”, dice. Sin embargo, en la lucha contra la depresión, es importante diferenciar un mal día o mala racha con una enfermedad que acaba con la vida de muchas personas enfermas. Y es que, según advierte la psicóloga, la depresión es un problema de salud mental grave, que afecta y limita la vida de la persona que la sufre en primera persona y que no es un simple malestar pasajero. En este sentido, según advierten desde Asafes, tener un buen conocimiento de la enfermedad y de los síntomas que se pueden experimentar es clave para poder afrontarla con más herramientas.

Por ello, ¿cómo se puede diferenciar entre depresión y ansiedad? Según responde Arrate Gastiain, la ansiedad tiene que ver con una vivencia de estrés, agitación y nerviosismo que va más allá de la reacción normal ante situaciones cotidianas como puede ser un examen o un evento inesperado, por ejemplo. “Cuando la reacción es desproporcionada, nos genera un sufrimiento muy alto, con síntomas físicos, psicológicos y sociales asociados, al igual que en la depresión, y se mantiene en el tiempo aún incluso sin la presencia del factor estresante, consideraríamos entonces que se trata de un trastorno de ansiedad”, explica. En este caso, para lograr diferenciar con celeridad el estado de salud emocional de la persona, lo recomendable sería pedir ayuda profesional y realizar tras ello una evaluación y diagnósticos adecuados para poder recibir el tratamiento y apoyos necesarios. “Dar el paso de pedir ayuda es complicado, porque tendemos a pensar que lo que estamos sintiendo no es un problema tan grave como para pedir ayuda, porque creemos que solo hace falta tiempo para que pase y que podemos con ello. El estigma en torno a la salud mental sigue siendo a día de hoy una gran barrera e impide que muchas personas accedan al tratamiento o a la ayuda que necesitan”, concreta.Apoyo

Estar cerca de una persona con depresión no es fácil, resulta duro ver sufrir a alguien a quien se quiere y no saber cómo ayudarle. “A veces, incluso nos cuesta comprender lo que está pasando y podemos sentir cierta confusión o desorientación”, añade Arrate Gastiain. Esto es debido porque, en ocasiones, la depresión se suele asociar de manera errónea a una falta de voluntad por encontrarse mejor, y se tiende “a juzgar a la persona y obligarla a hacer cosas”. Es importante recordar por ello, según la psicóloga, “que la depresión no es cuestión de voluntad, y que la tarea más pequeña puede ser para la persona como subir una montaña con una mochila muy cargada”.

Sin embargo, hay ciertos consejos que pueden servir de ayuda a los familiares. “Es importante buscar información sobre la enfermedad para acompañarla mejor, no juzgar ni reprochar, intentando mantener una actitud de escucha y comprensión y ofrecer apoyo y animarle a buscar ayuda profesional si la persona no está atendida. Si ya lo está, es importante ser partícipe del proceso de recuperación y acompañar en el cumplimiento del tratamiento y las pautas indicadas por los profesionales”, explica. Además, también es recomendable participar en el día a día de la persona enferma y compartir hábitos de vida saludables, ofrecer alternativas de ocio y de ocupación que le puedan resultar agradables, ser pacientes y respetar los ritmos de a persona, “que seguramente serán diferentes a los nuestros” y prestar atención a pensamientos y verbalizaciones relacionadas con la muerte y el suicidio y “no tener miedo a hablar sobre ello”. Además, “para cuidar también tenemos que cuidarnos. El autocuidado de las personas cuidadoras principales es clave y desde Asafes trabajamos para ofrecer apoyo y acompañamiento a las familias con servicios como los grupos de apoyo”.