n carretilla y hasta el final. El Tío de la carretilla logró ayer lunes llegar a Santiago de Compostela cargado de productos alaveses y con un maletero lleno de buenos recuerdos, intercambios de viandas a lo largo del trayecto y, ya en cartera, la planificación de una nueva ruta por etapas, esta vez el Camino de la Plata, desde Cádiz a Vitoria pasando por Santiago.

Ahora, lo que Miguel García, promotor de El Fogón de Álava y el Euskoalavés, ha culminado ha sido el Camino Francés. Un trayecto realizado a lo largo de casi cuatro años, acompañado siempre por su ya famosa carretilla en la que han ondeado las banderas de Álava y del Alavés, así como otra con algunos de los productos que han ido dejando buenos recuerdos en todas las localidades donde se han degustado.

En esta ocasión, la sal de Añana, el patxaran alavés, el txakoli, la sidra de Kuartango, el vino de Rioja Alavesa, el aceite de oliva virgen extra de Rioja Alavesa, el paté de trufa de Elciego, las patatas alavesas de Udapa, los embutidos, las legumbres de Garlan, el café La Brasileña, el azúcar de Azucarera y la carne de las terreñas alavesas, junto con el logo de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA que le ha acompañado en el camino, han caminado juntos los 130 kilómetros del último tramo, ya en tierras gallegas.

Y, culminando ese recorrido, las banderas de Euskadi y la del país gallego se unieron a la llegada a la Plaza del Obradoiro y fueron testigos de un brindis con txakoli, el vino que representa a los territorios de Euskadi.

Para llegar a ese momento culminante del viaje, completado además en pleno año jubilar, Eltío de la carretilla ha vuelto a vivir un montón de experiencias. "Ha sido un viaje alucinante. Redondo no, ¡lo siguiente!" exclamaba Miguel desde Santiago de Compostela.

Así, se trae el recuerdo de Anne, una peregrina alemana que fue operada de tumores en la cabeza y que disfrutó de lo lindo ayudando a Miguel a subir la carretilla por una empinada cuesta. Lo hizo corriendo, mostrando unas envidiables ganas de vivir, mientras a Miguel se le escuchaba jadeante llegar a la cumbre del camino.

Hubo también momentos multitudinarios. Ratos de almuerzo con otros peregrinos y con gente de los pueblos gallegos que acudían a su encuentro al haber oído hablar de su viaje. No llegaron con las manos vacías, porque junto a la degustación de los productos alaveses también estuvieron los pulpos y otras viandas de la tierra.

Y es que, uno de los mejores recuerdos que trae en la mochila como recuerdo es "la gente maravillosa con la que he estado. En todos sitios nos han recibido con cariño y con los brazos abiertos", aunque en varias localidades han tenido que jugarse el pellejo a causa de los perros, mastines principalmente, que salían defendiendo su territorio y a los que solo sus propietarios podían dominar. "Hubo uno, en concreto, que nos hizo correr con la carretilla, que nos pudo proteger hasta que su dueña se lo llevó".

La propia carretilla también tuvo sus experiencias. La rueda apareció pinchada tras un desayuno en un pueblo. Allí no era tan fácil encontrar una rueda de repuesto, así que se utilizó un bote de espuma para poder aguantar los tramos que aún quedaban. La espuma y los continuos llenados de aire en las gasolineras permitieron llegar hasta Santiago.

Allí, en la Catedral, se llevaron el chasco de no poder entrar, como era su intención, porque el acceso estaba cerrado por obras. Pero la imagen de la llegada quedó documentada mientras se daba cuenta de los últimos productos que le habían acompañado en este viaje.