- El presidente ruso, Vladímir Putin, hizo ayer realidad los peores temores de la oposición bielorrusa y de Occidente, al asegurar que Rusia está dispuesta a intervenir en la antigua república soviética con fuerzas policiales si la situación lo exige. El presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko "planteó que le gustaría que le ofreciéramos, en caso de necesidad, la ayuda necesaria. Yo le dije que Rusia cumplirá con sus obligaciones", aseguró Putin en una entrevista con la televisión pública.

Putin, que hasta ahora no se había manifestado sobre los sucesos en la vecina Bielorrusia, admitió ayer que Lukashenko le pidió ayuda cuando estallaron las protestas antigubernamentales tras las controvertidas elecciones presidenciales del 9 de agosto. El presidente ruso, que ha tenido sus más y sus menos con el líder bielorruso en los últimos años, explicó sin tapujos que Lukashenko le había pedido formar un "contingente (reserva) de miembros de las fuerzas del orden". "Y lo hice. Pero acordamos también que éste no será utilizado mientras la situación no se descontrole", dijo Putin en la entrevista con el canal de televisión Rossía 1. "En la conversación llegamos a la conclusión de que ahora no hay dicha necesidad y espero que no la haya. Y por eso ese contingente no lo utilizamos", insistió Putin.

El jefe del Kremlin admitió que Rusia tiene "obligaciones" con Bielorrusia en el marco de acuerdos y tratados multilaterales -la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), el brazo armado del espacio postsoviético- y bilaterales, entre los que mencionó la Unión Estatal ruso-bielorrusa, que Lukashenko se negó a firmar el pasado año.

Subrayó que dichos tratados obligan a sus Estados miembros a "ayudarse mutuamente en defensa de la soberanía, las fronteras exteriores y la estabilidad".

En cuanto al OTCS, una suerte de Pacto de Varsovia postsoviético, Rusia podría intervenir militarmente en Bielorrusia, pero sólo si Minsk lo solicita en caso de una "agresión exterior". La prensa rusa advierte que una intervención rusa requeriría el apoyo, aunque sea tácito, de los otros miembros de la organización, Kazajistán, Armenia, Kirguizistán y Tayikistán, países que, por ello, se verían sometidos a una gran presión internacional.

En cuanto a la situación actual, Putin destacó que las cosas en Bielorrusia se están normalizando y expresó su confianza en que el país recuperará la estabilidad. "Espero que todos los problemas, y los hay, por supuesto, sino la gente no saldría a la calle, eso es algo totalmente evidente, se arreglen en el marco del terreno constitucional y legal, y por medios pacíficos", afirmó.

Además, defendió la actuación de las fuerzas de seguridad bielorrusas, que calificó de "bastante contenida", y recordó el desproporcionado uso de la fuerza por parte de la policía en países occidentales. También criticó la actitud de las potencias de Occidente, a las que acusó de intentar influir en los acontecimientos en marcha en Bielorrusia, ante los que Rusia ha mantenido un comportamiento más "moderado" y "neutral".

Putin apoyó así la línea oficial de Minsk de que EEUU y los países europeos intentan desestabilizar el régimen patrocinando las protestas, algo de lo que Lukashenko acusó a Rusia durante toda la campaña electoral. Putin también consideró que si la gente sale a la calle, "todos deben tenerlo en cuenta, escuchar y reaccionar". Y recordó que Lukashenko se mostró dispuesto a estudiar la posibilidad de acometer una reforma constitucional.