NUEVA DELHI. Devi sufre de dolores en los brazos, no puede levantarlos ni cerrar los puños; tras probar diferentes tratamientos en hospitales y tomar pastillas sin mejorar acudió al curandero Mohammed Gayas Sahab, de 82 años.

"Tras el tratamiento de la sangría estoy mucho mejor. Ya puedo cerrar los puños o levantar los brazos", dice a Efe Devi, de 40 años y madre de 5 hijos.

Junto a ella, una veintena de pacientes se someten a los cortes para eliminar la sangre impura en la clínica "Rahat Open Surgery", un cobertizo a los pies de la mayor mezquita de la India, la Jama Masjid.

Gayas, que aprendió la práctica de su abuelo y que ha enseñado a su hijo, sostiene que este es el tratamiento médico más antiguo de la historia y defiende su eficacia.

"Este es el primer tratamiento del mundo. ¿Has escuchado el nombre de Charak? Charak es un curandero muy famoso en todo el planeta que escribió el libro 'Susut' hace 4.000 años donde se explica este tratamiento. Leedlo por favor", afirma el curandero.

"Curamos artritis, parálisis, cervicales, ciática, dolor de articulaciones y del cuerpo en general. Desde la cabeza hasta los pies, excepto el estómago", remarca Gayas.

El curandero explica que es necesario extraer la sangre "contaminada" que provoca enfermedades.

Aunque en la India existen hospitales modernos -fuera del alcance económico de buena parte de la población- y los médicos no aprueban este tratamiento, el curandero cuenta con un nutrido número de clientes cada mañana.

Los pacientes primero se dejan colocar trozos de telas en los brazos y las piernas para ejercer presión sobre las venas; después se ponen en manos de Hakim Iqbal Sahab, hijo de Gayas, para que realice los cortes en las manos, brazos, piernas y pies entre gestos de dolor.

Tras ello los pacientes presionan para forzar que la sangre "impura" salga de los cuerpos mientras los ayudantes de los curanderos rocían las heridas con agua y para finalizar otra persona las cubre con polvos.

Todo el proceso se realiza en una explanada al aire libre, con cabras paseando a su antojo y con el sonido de las oraciones de la mezquita como sonido de fondo.

La creencia en este tratamiento es una mezcla de superstición, poca educación y escasos recursos económicos: la mayoría de los pacientes cuentan con pocos recursos financieros y pertenecen a las clases sociales más bajas de la sociedad india.

Un reciente informe de la ONG británica Oxfam sostiene que el sistema de salud público del país asiático es insuficiente para cubrir las necesidades de los 1.210 millones de indios.

Gayas apenas cobra 100 rupias (1,6 dólares) en la primera sesión a cambio de una libreta, crema para las heridas, una inyección para el tétanos, seis pastillas de antibióticos y polvo para los dientes.

En la segunda sesión en adelante los pacientes pagan 40 rupias (0,6 dólares), un precio muy por debajo de lo que cuestan los hospitales más baratos de la capital india.

Pero quizás más importante que el coste es la creencia en que la sangría puede sanar multitud de dolores y enfermedades.

"Me han operado de cáncer y tengo temblores en el pecho. No puedo dormir aunque tomo pastillas. La medicina no me ayuda. Pero llevo viniendo un mes y me siento mucho mejor gracias a Dios", explicó Amjad Khan, conductor de rickshaw de 56 años y padre de seis hijos.

Para Gayas es fundamental la intervención divina.

"El dolor de cuerpo nadie lo puede curar. Nosotros lo tratamos y Dios lo cura", afirma el curandero.