El próximo 5 de noviembre se conmemora el Día Internacional de las Personas Cuidadoras. Además de este día, es apropiado mencionar que, recientemente, la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha proclamado el 29 de octubre como Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo, ante la necesidad consciente de invertir en la economía del cuidado e instaurar sistemas de cuidado y apoyos estables.

Ser cuidador de una persona en situación de dependencia supone cuidar los 365 días del año, las 24 horas del día, lo que conlleva una gran responsabilidad y, en consecuencia, un desgaste y un cansancio físico, emocional y social que conocemos comunmente como sobrecarga del cuidador.

Protegerse de la sobrecarga no solo beneficia al cuidador, sino también a la persona que recibe la atención. Es una inversión en bienestar mutuo

Para la persona cuidadora, la duración y la progresión de la enfermedad provocan una situación de alto estrés físico y emocional. Esto implica un cambio significativo en su vida junto con transformación de roles o sentimientos de tristeza, confusión e indefensión por el desconocimiento de la enfermedad y de sus cuidados.

A esto hay que añadir que la responsabilidad de ayudar y cuidar no es siempre compartida, lo cual supone un mayor riesgo de sobrecarga.

Por todo ello, es esencial que las personas cuidadoras también se cuiden a sí mismas. A continuación, se ofrecen varios consejos para evitar la sobrecarga:

  1. Establecer un plan de cuidados. Gestionar el tiempo de una manera eficiente, estableciendo una rutina diaria. Se recomienda elaborar una lista de tareas con objetivos concretos y realistas.
  2. Compartir las tareas y/o solicitar ayuda. Pedir ayuda no es sinónimo de debilidad. El cuidado compartido es la clave para minimizar la sobrecarga, si bien, esta opción puede no contemplarse, por lo que sería conveniente apoyarse en los recursos asistenciales.
  3. Buscar apoyo. Participar en grupos de apoyo puede ser una excelente manera de compartir experiencias y estrategias, aprender de los demás y sentirse comprendido y apoyado.
  4. Educarse. Conocer las condiciones en las que se encuentra la persona a la que se cuida puede ayudar a comprender y a manejar las situaciones que pueden ir desarrollándose.
  5. Establecer límites. Es importante reconocer que no se puede con todo. Poner límites claros y aprender a decir “no” pueden ayudar a evitar la fatiga.
  6. Cuidarse. Es conveniente dedicar tiempo a realizar actividades placenteras que ayuden a desconectar, así como mantener una rutina de ejercicio, una dieta equilibrada y dormir lo suficiente para mantenerse fuerte y saludable.
  7. Escuchar las señales de alarma. Se ha de prestar atención a síntomas como irritabilidad, fatiga, problemas de sueño, sentimientos de desesperanza o culpa. Es importante expresar los sentimientos y buscar ayuda profesional si se detectan estos síntomas.
  8. No descuidar al resto de la familia. Reservar tiempo para la familia es fundamental; así se podrán evitar situaciones de tensión con la pareja o con los hijos.
  9. Acudir a las citas médicas. No se ha de relegar a un segundo plano la salud. En las consultas es recomendable informar del rol de cuidador y hacer referencia a cualquier síntoma físico y/o mental.
  10. Fomentar la autonomía de la persona dependiente. Es importante que la persona sea lo más autónoma posible. Hacerle partícipe de aquellas actividades que todavía puede realizar ayuda a reforzar su autoestima.

Ser cuidador es una labor de amor y dedicación. Sin embargo, para cuidar de otros, primero hay que cuidar de uno mismo. Es preciso recordar que un cuidador en plenitud es sinónimo de un cuidado de calidad. Protegerse de la sobrecarga no solo beneficia al cuidador, sino también a la persona que recibe la atención. Es una inversión en bienestar mutuo.

Selene Sánchez, Psicóloga Centros de Día IMQ Igurco

Selene Sánchez, Psicóloga Centros de Día IMQ Igurco Cedida