BILBAO. El Serie 3 GT concilia características propias de un versátil y corpulento familiar con un porte de inspiración coupé. BMW se arriesga a repetir la receta de carrocería-suflé creada para el Serie 5 a sabiendas de que convocará a una mínima porción de clientela. Quizá en esa exclusividad radique parte del encanto de esta nueva propuesta. El GT sorprende por su estampa y por su capacidad, es apreciablemente más grande y costoso que sus alternativas sedan y Touring -cuesta entre 36.900 y 52.500 euros-, parte de cuyo repertorio motriz asume.

La música, la cocina o la banca recurren a menudo a la fusión como fuente de innovación o vía de supervivencia, según el caso. La mezcla de estilos también funciona, cada vez más, en el mundo del automóvil. La imaginación de los diseñadores, que no tiene más límites que los que establecen los financieros, depara constantes conjeturas. Lo normal es que las más inauditas y desconcertantes no vean jamás la luz; aunque a veces sí. Lo demuestra BMW poniendo a la venta esta interpretación GT del Serie 3.

Contra todo pronóstico, los creadores de la casa bávara han logrado combinar, y además con notable armonía, las cualidades de un vehículo familiar con la fisonomía de un coupé. Lo consiguieron por primera vez en el Serie 5 y ahora adaptan la fórmula al hermano menor. El producto resultante puede cosechar más o menos éxito comercial, pero reviste un indudable mérito. No solo por concertar ingredientes a priori incompatibles, sino también por lograr que dicha síntesis entre por los ojos

Atrevida y probablemente incomprendida, esta pirueta de diseño depara un coche interesante y, desde luego, original. Lo más equiparable que hay en el mercado es el A5 Sportback, pero este producto de Audi se ha decantado claramente por la deportividad y su esbelta figura no puede competir con la habitabilidad que ofrece el Serie 3 GT de BMW. Para lograrla ha sido necesario ensanchar la hechura. El recién llegado alcanza 4,82 metros de longitud, 1,83 de anchura y 1,51 metros de altura. Es, por tanto, 20 centímetros más largo, 8 más alto y 2 más ancho que el envase Touring, al que saca otros 11 de ventaja entre ejes.

Esa mayor envergadura propicia un claro progreso en la espaciosidad. Su cabina permite acomodar con holgura a cuatro adultos. La curvatura del techo, que confiere carácter al conjunto, no es impedimento para que el asiento posterior, con respaldo reclinable, reciba a ocupantes de altura, usuarios que agradecen muchos los 7 centímetros extras para las piernas. La parábola tampoco dificulta embarcar maletas ya que el portaequipajes, provisto de doble fondo y de portón motorizado, ofrece 520 litros, 25 más que en el formato familiar.

Lo que sí condiciona un poco esa figura más aparatosa son las evoluciones del GT. Las sensaciones de conducción son algo diferentes a las que transmiten las versiones homólogas con las otras carrocerías. Para empezar, la posición al volante es distinta, puesto que la banqueta va 6 centímetros más alta, al estilo monovolumen. Además, el aumento de tamaño y peso también influyen. Parece que el GT se comporta con mayor aplomo pero con menos agilidad que un sedan, por ejemplo. Goza, eso sí, de un excelente coeficiente aerodinámico (0,28 de Cx), en parte debido a la aportación de un sistema que deriva el flujo frontal de aire y a un alerón retráctil instalado sobre la popa (se despliega automáticamente a 110 km/h y se recoge a menos de 70 km/h). La del GT es, en cualquier caso, una propuesta que deberían estudiar quienes piensan en un Serie 3 para viajar a sus anchas y quieran salirse de lo normal.