Es la familia monárquica más rica de Europa, y quizá del mundo. Recibe al año un sueldico de 96 millones de euros del Estado, que se conoce como Sovereign Grant (o subvención soberana), y se echa al bolsillo otros 25 millones más por las ganancias del Ducado de Lancaster, creado en la Edad Media bajo manga para incrementar los honorarios del monarca. Pero la crisis del coronavirus no entiende de clases, ni de sangres, ni tampoco de flemas británicas y la mismísima reina de Inglaterra ha visto estos meses mermados sus jugosos ingresos con el estallido de la pandemia. Una alerta sanitaria que mantiene en número rojos a sus célebres posesiones turísticas.

Según publica el conocido rotativo The Sun, el Lord Chamberlain, jefe de la Casa Real Británica, ha enviado este pasado mayo un mail de urgencia a sus 500 trabajadores y trabajadoras para advertirles que Buckingham "se ve obligado a dejar de contratar nuevos empleados, a congelar sueldos y a anular ciertos privilegios". ¿El motivo? Estrictamente económico: la Corona ingresará este año 17,8 millones de libras menos (casi 20 millones de euros), lo que supone "un tercio de sus ganancias habituales", recoge en sus páginas la revisa Pronto.

Con la supresión del flujo turístico internacional, los enclaves que dependen directamente de la soberana con más poderío del mundo no pueden abrir a un público inexistente. Y claro, Isabel II ya no te puede meter el sablazo de 20 pounds por pisar el castillo de Windsor, el yate Britannia, o el aburrido y un poco desaseado Palacio de Buckingham. Recuerden que en la residencia real se multiplican los carteles informativos que recomiendan tirar de la cadena solo cuando las evacuaciones son sólidas, y no líquidas. Estos letreros aparecen en todos los WC, públicos o privados. Además, la falta de viajeros también ha ocasionado un total descenso en la venta de souvenirs, esos platos y figuras horteras que tan bien saben a fin de mes, cuando Elizabeth Alexandra Mary consulta su Bizum y las entradas se multiplican por miles.