Cada botella de vino encierra una historia única que comienza en los viñedos, donde se cultivan las uvas con esmero y se cuida cada detalle para obtener la máxima calidad. Desde la selección de la variedad de uva hasta la vendimia, el proceso de fermentación y envejecimiento, cada etapa requiere conocimientos especializados y un arduo trabajo. Transmitir este proceso no solo permite al mercado apreciar y valorar el vino como una obra de arte, sino que también ayuda al consumidor a comprender el esfuerzo y la dedicación que los productores y enólogos invierten en cada botella. 

“El consumidor final agradece todo el trabajo que hacemos, pero lo cierto es que cuando ves una botella es muy difícil imaginar todo el trabajo que hay detrás"

Tal como explica Beatriz Ochoa, gerente de Bodegas Ochoa, “todo este trabajo hay que contarlo, porque el vino en una balda no habla solo. Por ello, muchas veces acompañamos a nuestros vinos en ferias, catas, presentaciones… y también animamos a todos los amantes del vino y la naturaleza a visitar la bodega porque hacemos enoturismo”.

Para la gerente de la bodega, “el consumidor final agradece todo el trabajo que hacemos, pero lo cierto es que cuando ves una botella es muy difícil imaginar todo el trabajo que hay detrás, por ello es importante trasladarlo. Sin duda, es muy gratificante cuando ves que el consumidor agradece este trabajo y te dice: ‘Te elijo por esto’”, cuenta Beatriz.

En definitiva, conocer el camino que recorre el vino desde la vid hasta la copa permite una experiencia más enriquecedora y satisfactoria al disfrutar de cada sorbo de todas las líneas que ofrece Bodegas Ochoa pero, además, fomenta un mayor aprecio por la cultura vitivinícola y el legado histórico que representa.