Alejado de la costa que se abre sobre el Canal de la Mancha, de la Manche que dicen los franceses o Canal Inglés como lo llaman sus vecinos de enfrente, pero siendo la puerta de acceso al extremo sur de esta vía marítima, Pont-Croix se alza como uno de esos pequeños núcleos rurales que ejemplifican y explican toda una comunidad, aunque en este caso no se alce exactamente sobre la costa bretona, probablemente el atractivo turístico principal de Bretaña.
Patrimonio arquitectónico
Pont-Croix es una pequeña localidad con encanto del Finisterre bretón, que está edificada sobre un promontorio desde el que domina el curso del río Goyen, y ha conservado de su pasado medieval bonitas callejuelas empedradas rodeadas de mansiones antiguas. Y menudas callejuelas las de su casco antiguo, la mayoría en cuesta, y que los visitantes que llegan desde el lado del río deben ascender para llegar hasta la antigua colegiata de Roscudon.
Este entorno lleno de encanto, reforzado por una luz particular, ha sido durante mucho tiempo lugar de encuentro de pintores y otros artistas, tradición que se ha mantenido en la actualidad con los artesanos, pintores y anticuarios que han ocupado la ciudad, desde la Grand Rue Chère a la plaza de la République.
Para no perderse nada, un circuito de interpretación permite descubrir el centro urbano. Una antigua casa noble del siglo XVI, la del Marquesado, alberga un museo del Patrimonio en el que abundan los muebles, los trajes y las herramientas. Aquí se puede contemplar la reproducción de un bistró-tienda de comestibles característico de la zona, una estancia típica bretona, una habitación de 1900 y un establo.
Edificada a partir del siglo XIII, a medio camino entre el románico tardío y el gótico, la colegiata de Nuestra Señora de Roscudon sirvió de modelo a muchos edificios religiosos. La iglesia destaca, además de por su torre con aguja de 67 metros de altura, por sus pilares con finas columnitas, sus magníficas vidrieras y sus numerosos retablos, y posee un espléndido porche esculpido, adornado con rosetones.
Cerca de allí, los visitantes pueden admirar la capilla de Saint-Vincent, construida a principios del siglo XX. Se diferencia de la iglesia de Nuestra Señora de Roscudon por su estilo neorrománico y neogótico. Mientras se va de un lado a otro caminando por las calles de piedra, se puede disfrutar de hermosas casas antiguas de principios del siglo XV o, por ejemplo, de la fuente de Notre Dame Roscudon.
Paraíso natural reconocido
Pont-Croix es la puerta a uno de los entornos más reconocidos de Francia, Cap Sizun, que tiene como bandera la Pointe de Raz. Se trata de un emblemático espacio protegido situado en el extremo occidental de Bretaña, donde los acantilados se lanzan al Atlántico propiciando un espectáculo natural impresionante.
Sus paisajes salvajes, la fuerza del mar y los senderos que recorren sus abruptas rocas ofrecen experiencias únicas para los amantes de la naturaleza y la fotografía. Este sitio excepcional de 2.000 hectáreas combina patrimonio natural y cultural, con fauna y flora protegidas, faros históricos y pequeñas aldeas bretonas cercanas. Todo ello le convierte en un destino imprescindible para disfrutar de un turismo responsable y sostenible.
En Pointe de Raz se puede apreciar toda la potencia del mar en su viento y en sus olas. Estos agentes han modelado una costa que se encuentra entre las más peligrosas del mundo y que, a pesar de ello, es también una de las que mayor tráfico marítimo tiene. El faro de La Vieille, casi a los mismos pies de los acantilados de Pointe de Raz, es el punto de partida de una línea de torres de luz que señalan los puntos más peligrosos mientras se adentra en el canal para dar seguridad a los barcos que allí navegan. Durante el día con sol o por la noche, se pueden ver los destellos de los faros de Tévennec, la isla de Sein y el de Ar-Men.
Reconocimiento internacional
Pont-Croix ha hecho un gran esfuerzo para alcanzar un modelo de desarrollo equilibrado. A su relevante patrimonio arquitectónico y sus paisajes naturales cuidadosamente conservados se suma una vitalidad cultural y una ciudadanía altamente implicada. De este modo combina protección y dinamismo, llevando a cabo una política activa de revitalización del centro urbano, valorización de los espacios públicos, atención al visitante y trabajos sobre el patrimonio que van mucho más allá de la simple restauración de edificios.
Esta dinámica local permite brindar nuevos servicios a los habitantes, ofrecer propuestas culturales renovadas y la creación de microcadenas económicas locales basadas en la artesanía y el saber hacer de sus vecinos. Con su casco histórico surcado de calles adoquinadas y su riqueza arquitectónica, Pont-Croix proporciona a los visitantes todos los servicios y la hospitalidad necesarios para iniciar la exploración de la región.
Por todo esto, Pont-Croix, que ya era miembro de la red Petites Cités de Caractère (Pequeños Pueblos con Carácter), ha sido recientemente destacado por la Organización Mundial del Turismo, dependiente de la ONU con el título de Best Tourism Village. Con ello, se convierte en el primer pueblo francés en integrarse en este programa internacional que reconoce a los pueblos que contribuyen a preservar las tradiciones locales y la biodiversidad.
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