A un viajero observador que llegue a Poitiers puede que le llame la atención un detalle en la fachada del Ayuntamiento. Este edificio de estilo Segundo Imperio, el de Napoleón III, muestra unos medallones circulares, seis en concreto, vacíos. La historia dice que se quedaron sin dinero antes de poder hacer los retratos de otros tantos personajes relevantes de Poitiers. Las malas lenguas lo atribuyen a que no hay tantos individuos relevantes en la historia de la ciudad francesa. Algo falso a todas luces.
Puede tomarse como una metáfora de la ciudad, que cuenta con una intensa historia que se ve en sus calles. Pero a la vez se va renovando con pausa, combinando el bullicio de una villa universitaria con el ritmo de una ciudad administrativa.
Paseo por la historia
Poitiers tiene 2.000 años de historia y desde los romanos ha sido la capital regional, antes de Aquitania, ahora de la región de Vienne han quedado grabados numerosos nombres, empezando por San Hilario, que la evangelizó en el siglo II; Carlos Martel, que derrotó a los musulmanes en el siglo VIII; Leonor de Aquitania, duquesa de Aquitania, reina de Francia e Inglaterra; el rey Carlos VII, que fundó la Universidad de Poitiers, o los poetas Joachim du Bellay y Pierre de Ronsard y el filósofo René Descartes, que estudiaron en ella o el Vizconde de Blossac, que reurbanizó Poitiers a finales del siglo XVIII.
Ya desde tiempo de los romanos Poitiers ha sido el centro del poder administrativo de la región al que su origen defensivo aportó un carácter militar. De esta época son el baptisterio de San Juan y el anfiteatro que se puede visitar cerca del parque de Blossac y que a lo largo de los años se aprovechó para sostener las viviendas que se fueron construyendo a su vera.
Su momento de esplendor político llegó en la Edad Media con el ducado de Aquitania, del que Leonor es su representante más conocida. A ella se debe la muralla que protegió durante siglos el núcleo urbano, y de la que queda algún resto de lienzo a orillas del río Clain o una de sus torres en el centro de la actual ciudad tras su demolición a mediados del siglo XVIII.
El ducado de Aquitania
Este esplendor medieval se puede sentir al pasear por el casco histórico, por unas calles que dejan ver numerosas fachadas de madera, ladrillo y estuco de la época. Pequeñas tiendas, bares y restaurante le dan mucha vida ya que son numerosos los vecinos y visitantes los que se sientan en sus terrazas tras hacer las compras en el mercado al aire libre en la plaza Charles De Gaulle, junto a la sede de la Universidad de Poitiers y la iglesia de Notre Dame la Grande.
Notre Dame es un templo románico espectacular que en su interior sus pinturas murales decoran la totalidad de sus paredes. A su vez, la fachada muestra las imágenes y escenas escultóricas que permiten leer como si fuera un cómic distintos pasajes bíblicos. La mayoría de las figuras humanas han perdido la cabeza por obra de los hugonotes durante las guerras de religión del siglo XVI.
Muy cerca, como si fuera una manifestación de la unión entre el poder político y religioso durante la Edad Media, se puede visitar la joya civil de la ciudad, el antiguo Palacio de Justicia, que hasta la Revolución francesa fue el palacio ducal. La sede judicial ha sido trasladada recientemente y ahora se encuentra en proceso de restauración para recuperar su antiguo esplendor. Detrás de una entrada neoclásica de la época revolucionaria se esconde una sala principal, la Sala de los Pasos Perdidos, una muy amplia estancia que recibió el nombre de Grande Salle y con una enorme chimenea en su cabecera decorada con una gran vidriera.
Poitiers recibe el sobrenombre de la de los cien campanarios por la abundancia de templos, entre los que destacan la catedral de San Pedro, del siglo XII y con Leonor de Aquitania como impulsora; la iglesia de Saint Porchaire, que salvó in extremis el escritor Prosper de Mérimée; la abadía de Saint Croix o la iglesia de San Hilario el Grande.
Universidad, comercio
Tras una plácida decadencia durante el Renacimiento como capital administrativa de la región y centro cultural gracias a la fundación en 1431 de la Universidad de Poitiers, una de las más antiguas de Francia, no fue hasta mediados del siglo XVIII cuando se realizó una renovación del tejido urbanístico.
La universidad tiene varios campus, pero en el centro histórico se puede visitar el edificio de la biblioteca en la plaza De Gaulle, frente a Notre Dame la Grande y en la calle Gambetta una de las Grandes Ecoles, en concreto en la que vivió el filósofo René Descartes como estudiante.
Sacando a Poitiers del letargo urbanístico a finales del XVIII, ya en vísperas de la Revolución, el intendente de la ciudad Paul Esprit Marie de la Bourdonnay, vizconde de Blossac planificó la demolición de las murallas de Leonor y la construcción de nuevas calles y espacios, entre los que destaca el parque de Blossac, un espacio ajardinado que se alza sobre el río e impone la visión racionalista de paisajismo francés con avenidas anchas y parterres perfectamente delimitados. Se ha convertido en el oasis verde de la ciudad, donde familias y grupos de amigos de todas las edades acuden a disfrutar de la tranquilidad de la música del kiosco, las partidas de petanca y los picnic-merienda.
Fue el pistoletazo de salida para la expansión de la ciudad con edificios y calles concebidas desde el racionalismo y el espíritu de la Revolución y el Imperio de Napoleón.
Fue en esta época en la que Poitiers se convirtió en una ciudad guarnición con la construcción de varios cuarteles militares. Igualmente llegó el ferrocarril a la ciudad y se aprovechó la vega del río Boivre para tender las vías y construir la estación en el lado noroeste de Poitiers. La combinación entre nudo de comunicaciones y ciudad militar hizo que sufriera importantes bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial
La vida comercial es intensa, las calles del centro, en horario francés se llenan compradores y paseantes. Dos son los polos de atracción principal, el mercado de junto a Notre Dame y el centro comercial Des Cordeliers, que une a su función evidente el atractivo del pasadizo que le da nombre y que atraviesa la antigua capilla del convento de Cordeliers, convertido ahora en una tienda de ropa.
A orillas del Clain
El río Clain rodea Poitiers. En su cauce se encuentra Ílot Tison, una isla separada de la orilla por un estrecho brazo del río. Durante muchos años una serrería que aprovechaba el río para traer los troncos y sacar la madera. Ardió y cerró en 1980. 30 años después se ha recuperado como el centro de ocio y actividades Guinguette Pictave.
Ofrece un sinnúmero de posibilidades, desde simplemente estar y pasear a disfrutar de la más variada gastronomía internacional con las foods trucks, de probar todo tipo de cerveza artesanal a actividades acuáticas, pasando por los torneos de juegos variados, unos tradicionales como el tejo o los dardos y otros digitales como Supermario Kart. La música también está presente, primero con DJ en la zona de ocio y después en la discoteca Le Tomate Blanche hasta la madrugada.
Para los que aprovechen hasta el final, una señal al inicio la cuesta que lleva de vuelta a Poitiers recuerda a todos los disfrutones de la noche que entran en la ciudad y los vecinos quieren dormir.
Cómo llegar a Poitiers
La forma más sencilla de llegar a Poitiers es viajar en coche ya que no se está sujeto a horarios ni rutas. Desde Hendaia por las autopistas A-63 y A-10, con un tiempo estimado de casi cinco horas, pasando por Burdeos. Además esto permite moverse libremente para ver otras ciudades como La Rochelle, Nantes o Tours. Si el objetivo solo es conocer Poitiers, montarse en uno de los 6 trenes de alta velocidad que salen desde la estación de Hendaia es la opción más cómoda. Todos ellos hacen parada en Burdeos, donde hay que hacer transbordo con destino final en Poitiers. El viaje tiene una duración media de 4 horas y media. El primero sale a la 05.55 horas y el último a las 15.04. Las vueltas son por la tarde. Es una ciudad muy cómoda para conocerla a pie y cuenta con una buena red de transporte público en autobús.