Los pajarrakos de Zarraluki fueron un grupo de música mexicana formado en la comarca de Peñas de Urizate a finales de los 80. Algo menos conocidos que otros conjuntos del napar-mex (estilo en el que los corridos y las rancheras se fusionan con otras influencias como el punk o el folklore navarro) se adelantaron a algunos de los principales exponentes del género, como Kojón Prieto Azabache y los Huajolotes, Los Zopilotes Txirriaos, La Mala Pékora o Marianitoz Blai. 

Integrantes de un grupo de música tocando con sus instrumentos. Freepik

Tal y como explicaba en una entrevista al Diario de Jamerdana el fundador y cantante del grupo, Alimotxe Langaran, su gusto por las rancheras tuvo su origen −además de en la tradicional afición a esta música en toda la Comunidad Foral, en especial en ambientes festivos, como bailables o sobremesas− en las visitas que solía realizar al pequeño pueblo de Zarraluki un peculiar vendedor ambulante: “Venía todos los veranos. A los niños del pueblo nos llamaba mucho la atención porque tenía una furgoneta pintada de colores chillones, un poco psicodélica, y también por los objetos que ofrecía, que siempre eran cosas extrañas, por ejemplo un matamoscas con un agujero en el centro para dar una oportunidad a la mosca. El caso es que mientras anunciaba por los altavoces su mercancía solía poner a todo trapo mexicanas: José Alfredo, Paquita la del Barrio, Los Tigres del Norte… Y a nosotros todo eso nos iba calando. El primer tema que compusimos, Sandalias con capota para los días de lluvia, era en realidad un inventario de todos aquellos objetos tan estrambóticos que aquel hombre vendía. Nosotros en realidad queríamos ser punkis, que era la música que escuchábamos por entonces −La Polla Records, Kortatu, Los Tampones...−, pero nos salió una ranchera, casi sin querer. Bueno, también creo que tuvo algo que ver que el único del grupo que tenía un poco de idea de música −tampoco mucha− fuera el Abejaruko, que sabía tocar con el acordeón La de la mochila azul, con la que si te fijas nuestra canción tiene un aire. En el fondo tuvimos suerte, porque también podía haber pasado que la que se supiera el Abejaruko fuera la de Los pajaritos, con lo cual no sé muy bien en qué tipo de conjunto habríamos acabado convirtiéndonos”.  

Una furgoneta muy colorida. Freepik

Las canciones de Los Pajarrakos estuvieron muy influenciadas por su entorno más cercano. En ellas contaban historias de personajes chocantes o célebres del valle en el que crecieron, como la que dedicaron al pelotari Perfecto Iturri, titulada Iturri IV, contigo me parto. Otro de sus temas más conocidos, La mala pata de José Marrón, está dedicado a un vecino que perdió una pierna en un accidente con una motosierra durante una exhibición de deporte rural vasco y que celebró un entierro para el miembro amputado, ceremonia para la cual fueron contratados Los Pajarrakos.

Años después el grupo compondría otro tema titulado Aburrimiento mortal de cojones, también dedicado a dicho vecino, cuando este murió de manera repentina tras atragantarse con un moscardón que se introdujo en su garganta mientras bostezaba leyendo una novela de Arturo Pérez-Reverte.  

Pero sin duda el tema más conocido, a la par que el más polémico del grupo es el titulado La Sima. Los Pajarrakos siempre se caracterizaron por el tono combativo de sus canciones y por su implicación en diferentes luchas sociales y políticas, sobre todo en las que los atañían más directamente. Y así, ofrecieron decenas de conciertos en apoyo a la Coordinadora Contra el Embalse de Urizate, embalse que acabaría, a pesar de la oposición de gran parte de la población autóctona, inundando diferentes pueblos, entre ellos Zarraluki.

Editarían asimismo Fénix, el disco de apoyo a los afectados por el incendio intencionado que sufrió dicho pueblo y que sirvió para desalojarlos del mismo, antes de inundarlo. Con el dinero recaudado con ese trabajo se consiguieron construir buena parte de las viviendas de un nuevo Zarraluki, esta vez por encima de la cota del pantano, y realojar a los vecinos expulsados de sus hogares. 

Un incendio. Freepik

En La Sima Los Pajarrakos cuentan la historia de la sima de Isilpekoleze, un lugar de infausto recuerdo, más conocida hoy por algunos hallazgos arqueológicos, pero que durante la Guerra Civil sirvió como fosa clandestina. Al respecto de ello y de la gestación de la canción esto es lo que contaba otra de las componentes del grupo, la guitarrista Motxuela Zenborain, en una entrevista al fanzine Gu eta orangutarrak: “Clandestina, lo que se dice clandestina, tampoco era la fosa. Es cierto que la peña de nuestra generación no sabíamos qué pasó allí, pero los mayores conocían todos lo sucedido, aunque nadie dijera nada. No era para menos, porque el que lo hacía acababa mal, como ocurrió con la familia de Tránsito, una amiga nuestra del instituto que fue la que nos habló por primera vez de la verdadera historia de Isilpekoleze. Para nosotros la sima había sido siempre una escombrera, la gente solía tirar allí los colchones viejos, los muebles rotos, toda la zaborra de las casas. Cuando Tránsito volvió al pueblo ya supimos que la pieza en la que se ubicaba la sima no era comunal, como creíamos, sino que pertenecía a su familia. Después de la guerra los habían echado del pueblo, al parecer porque la abuela de Transi se había quejado, había dicho que le daba mal rollo tener todos esos muertos allá abajo, y que se le aparecían por las noches y le pedían que los sacara de allí. Total, que en la Diputación le contestaron que era mejor no remover todo eso y pasar página. Pero como ella se puso cabezona, al final algunos del pueblo le quemaron la casa, y las escrituras de la pieza, y se tuvieron que largar. Años más tarde, ya muerto Franco, unos espeleólogos que habían entrado por otra sima, a varios kilómetros de distancia, se perdieron y acabaron apareciendo por Isilpekoleze, y así fue como se supo que alrededor del pueblo había un montón de galerías naturales comunicadas, además de las que excavaron unos alemanes que al parecer estuvieron una temporada por el valle buscando petróleo. La cuestión es que la Institución Príncipe de Viana declaró todo aquello patrimonio natural, y al hacer los papeles vieron que los dueños de Isilpekoleze eran la familia de Tránsito. Fue entonces cuando su madre y ella volvieron al pueblo, porque ya no había nadie que pudiera volver a echarlas ni negarles que la pieza fuera suya. Eso sí, allí no podían hacer nada, porque los de Aranzadi descubrieron poco después que además de los muertos de la guerra, en la sima había también un montón de huesos de mamuts y de rinocerontes lanudos, y lo declararon espacio protegido”.

Con todos esos mimbres fue con lo que Los Pajarrakos escribieron la canción de La Sima (Nadie se arrima a la sima / Nadie tienta a la suerte / los esqueletos bailan a oscuras la danza de la muerte), a consecuencia de la cual recibieron varias amenazas de grupos de ultracatólicos y asociaciones de víctimas del terrorismo (Todo dios / hablando de ETA/ e Isilpekoleze peta / con los muertos de Dios). A pesar de ello la canción acabaría convirtiéndose en su mayor éxito y, paradójicamente, en el inicio del final de la banda, tal y como relataba en una entrevista con el periodista Patxi Irurzun el batería Aguilucho Farrachucho: “Con La sima sucedió algo muy curioso, fue una canción que nos sirvió para darnos cuenta de que, aunque no lo hiciéramos de una manera premeditada, existían vasos comunicantes, conexiones entre todas nuestras canciones, y de que lo que habíamos construido era una criatura monstruosa, un especie de Frankenstein cosido con costurones, un corpus, una obra llena de contradicciones e incoherencias. Por ejemplo, en la sima de Isilpekoleze apareció la bicicleta con la que se estrelló nuestro amigo el fallecido pelotari Perfecto Iturri, a quien habíamos compuesto una canción (una canción que, por cierto, también nos trajo algún problema, porque la madre de Perfecto nos echó en cara que también habíamos dedicado otra, la de La mala pata de José Marrón, a quien, según ella, había iniciado a su hijo en la droga. Pero esa es otra historia). Pues bien, la persona a la que se acusó en un principio del atropello de Perfecto, fue precisamente aquel vendedor ambulante que inspiró nuestro primer tema, Sandalias con capota para los días de lluvia. Después resultó que no, que era inocente, pero también supimos que se trataba de un personaje bastante siniestro y que hizo muchas cosas que para nosotros resultaban indefendibles. Todo eso originó una crisis muy gorda en el grupo, no nos sentíamos cómodos cantando la mayoría de nuestras canciones y acabamos separándonos. Con el tiempo te das cuenta de que en los pueblos pequeños es inevitable que las historias personales se entrecrucen, de que todo el mundo tiene secretos, agujeros oscuros, pactos con el diablo, y de que los comportamientos, las decisiones, los errores de unos acaban repercutiendo en las vidas de los otros y conformando lo que somos, aunque, bueno, creo que eso en realidad es algo que sucede en todos los lugares, algo que podría aplicarse al mundo entero, a la humanidad entera: los destinos de todos nosotros están conectados, llenos de galerías invisibles, repletas de escombros, de basura, de huesos de muertos recientes y de animales extinguidos… Los Pajarrakos, en definitiva, solo fuimos una pequeña expresión de todo eso”.

Los Pajarrakos acabarían efectivamente separándose en el año 2005, aunque la formación original volvería a reunirse tiempo después en un concierto a favor de la Coordinadora Contra el Recrecimiento del Embalse de Urizate, en la que este colectivo denunció la aparición de grietas en la presa del pantano y alertó contra el riesgo de una catastrófica ruptura de la misma. 

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El espíritu de Los Pajarrakos de Zarraluki, no obstante, sigue vivo en los diferentes grupos que formaron algunos de sus componentes, como KKP (Kulebreros Kon Presbizia), en grupos tributo como Los Zajarrakos de Pajaluki, o en las nuevas generaciones de conjuntos de napar-mex que han surgido en los últimos años en la comarca de las Peñas de Urizate, como Los Gavilanes Eskrotos, Las Ratas del Aire o Los Ratoneros Veganos de Olariz.

Un grupo de música. Repetition of rock music band. Bass guitar player, electric guitar player and drummer at loft. Rock music and jam session concept. passion for music and youth culture concepts