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Día Mundial de la Infancia

Este 20 de noviembre, ¡enciéndete por los derechos de la infancia y la adolescencia!

Cada día, 412 millones de niños y niñas se despiertan en condiciones de pobreza extrema, viviendo con menos de 3 dólares al día

Este 20 de noviembre, ¡enciéndete por los derechos de la infancia y la adolescencia!

Hoy celebramos el Día Mundial de la Infancia, un día para dar a conocer los derechos de la infancia y celebrar los avances conseguidos. Sin embargo, desde la equidad, es también el momento de llamar la atención sobre la situación de los niños y niñas más desfavorecidos y concienciar sobre la importancia de trabajar día a día por su bienestar y desarrollo.

En la actualidad, los sucesos, cuestionamientos, acciones y retrocesos en los Derechos Humanos en general y de la infancia en particular nos dejan inmóviles, estupefactos, abrumados y apesadumbrados. Es hora de levantarse y despertar, es hora de renovar nuestro compromiso con los Derechos de la Infancia, no hay mayor ni mejor motivo.

Es hora de renovar nuestro compromiso con los Derechos de la Infancia.

Con demasiada frecuencia se ignoran las preocupaciones, perspectivas y esperanzas para el futuro de la infancia. Los niños y niñas cargan con las consecuencias de las decisiones que han tomado otras personas, decisiones motivadas por intereses muy diferentes a aquellos que defienden su bienestar y desarrollo pleno y que impulsaron la aprobación de la Convención de los Derechos del Niño, el 20 de noviembre de  1989. El que fue el tratado internacional de derechos humanos más ratificado de la historia se enfrenta hoy a un contexto cada vez más hostil para los derechos de la infancia y adolescencia.

En el mundo, casi 900 millones de niños y niñas sufren privaciones graves en necesidades básicas como la vivienda, la nutrición, el agua potable, la educación y la atención sanitaria. Cada día, 412 millones de niños y niñas se despiertan en condiciones de pobreza extrema, viviendo con menos de 3 dólares al día.

Muchos niños y niñas soportan cargas que superan con creces su edad, asumiendo roles de personas adultas, cuidando de sus hermanos, gestionando su propio aprendizaje y enfrentándose a condiciones extremas. Estas privaciones merman sus opciones y desarrollo futuro, su dignidad y su esperanza. 

Muchos niños y niñas soportan cargas que superan con creces su edad.

En Euskadi, la pobreza infantil, la salud mental, el impacto de la tecnología o la necesidad de escuchar más a niños y niñas son temas que también nos apelan a poner el foco sobre la infancia y reclamar el cumplimiento de sus derechos. Tenemos la suerte de contar con una ley de Infancia y Adolescencia propia (ley 2/2025, del 15 de febrero), pionera y a la vanguardia estatal, que establece el marco normativo necesario para la prevención, promoción y protección de los derechos de niños, niñas y adolescentes, que además aboga por su derecho a la participación como parte de la ciudadanía activa.  Es ahora el momento de diseñar medidas y políticas tangibles que nos ayuden a avanzar en ese camino.  

© UNICEF/UNI396466/Le Lijour

Vivimos en un mundo que parece haber olvidado que invertir en el bienestar y desarrollo pleno de la infancia y adolescencia, beneficia al conjunto de la sociedad e influye en su estabilidad y prosperidad. Hemos olvidado que los niños, niñas y adolescentes son también agentes de cambio y moldean el mundo que les rodea. Se preocupan, expresan su opinión, se organizan, hacen propuestas, crean y lideran. Tienen esperanzas, sueños y demandas para un futuro mejor.

Los niños y niñas también pueden demostrar una capacidad de acción extraordinaria, encontrando formas de apoyar a sus familias y comunidades incluso mientras se enfrentan a sus propias privaciones. Por ello, es importante escuchar sus voces, respetar sus ideas y apoyar sus esfuerzos.

Es importante escuchar las voces de los niños y niñas, respetar sus ideas y apoyar sus esfuerzos.

Cuando fomentamos la participación de niños y niñas en sus comunidades, promovemos también sus habilidades de protección, autonomía, resiliencia y comunicación, además de fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y los valores como el compromiso y la responsabilidad.

La participación infantil es un mecanismo de gobernanza y capacidad democrática permitiendo que niños, niñas y adolescentes experimenten un rol activo y útil en sus comunidades y se reconozcan como actores sociales de cambio, impulsando su derecho a crecer y desarrollarse en entornos seguros y libres de violencia.

Porque para poner en el centro los derechos de la infancia, necesitamos ver la vida a través de sus ojos. 

Cuando fomentamos la participación de niños y niñas en sus comunidades, promovemos también sus habilidades de protección, autonomía, resiliencia y comunicación.