Un conocido atleta serbio, Lazar Dukic, falleció este pasado jueves ahogado mientras participaba en una prueba de crossfit porque sufrió un parada cardiaca. Es algo relativamente habitual.

Las piscinas y las playas son testigos cada verano de un gran número de ahogamientos en adultos, siendo una de las principales causas los eventos cardiovasculares como enfermedades coronarias o infartos de miocardio.

Y es que en la gran mayoría de los casos, detrás del denominado síndrome de inmersión se esconde un fallo cardíaco, una crisis epiléptica, un síncope que provoca una pérdida de conciencia, u otros problemas de salud que sorprenden a las víctimas. 

De hecho, se estima que el 46% de los fallecidos por ahogamiento sufrieron un fallo cardíaco mientras se encontraban en el agua, según datos del INE. 

Un estudio pionero realizado en la comunidad de Murcia aclara que en el 63% de los casos, el ahogamiento estuvo provocado por una causa secundaria –un problema de salud sobrevenido–, y no por un accidente, una imprudencia o el mal estado del mar.

291 PERSONAS AHOGADAS EN LO QUE VA DE AÑO

Por ello, los expertos recomiendan extremar las precauciones ante el aumento de los ahogamientos que pueden tener entre sus causas el infarto de miocardio. Así, desde el Movimiento Corazón de Mujer, se advierte de la importancia de conocer los signos de alerta en hombres y mujeres, que permitan identificar un ataque cardíaco para tratarlo a tiempo. 

Hasta el momento, 2024 contabiliza uno de los peores registros en muertes por ahogamiento accidentales desde 2015 en España, al haber fallecido 291 personas a 31 de julio tras el tercer peor mes de julio de la última década.

INSUFICIENCIA CARDIACA

Dificultad para respirar, sensación de saciedad. o fatiga son algunos de los principales síntomas de la insuficiencia cardiaca. “Saber reconocerlos es muy importante, ya que aproximadamente una de cada tres personas confunde estos síntomas con los signos propios del envejecimiento”, explica Juan Pablo Canepa, jefe de Cardiología de Sanitas. 

En este sentido, resulta vital identificarla y tratarla a tiempo para prevenir complicaciones graves. También es necesario optimizar la atención de los pacientes con esta patología, sobre todo desde que reciben el alta hospitalaria hasta que comienzan a ser seguidos en su centro de salud, ya que es la fase de mayor vulnerabilidad. “A partir de que la enfermedad se descompensa y se produce el primer ingreso hospitalario, el riesgo de reingreso sube notablemente”, precisa Canepa.

Las personas con enfermedades cardíacas preexistentes, como la enfermedad coronaria, deberían tener especial precaución ante cualquier sintomatología que se produzca en playas o piscinas, sobre todo ante esfuerzo físicos no controlados, ya que pueden llevar a la pérdida de conciencia y si esta se produce en el agua, al ahogamiento.

“Es importante que cualquier persona cardiópata continúe tomando la medicación y atendiendo a señales que puedan aparecer, sobre todo, antes de realizar esfuerzos importantes, así como no dudar en acudir a un especialista en caso de sentirlas o encontrarse mal para prevenir una complicación mayor”, indica la doctora Leticia Fernández-Friera, impulsora del Movimiento Corazón de Mujer. 

HAY QUE ACTUAR RAPIDAMENTE

Por todo ello, señala que es clave conocer los síntomas clásicos de un infarto de manera que se puedan identificar tanto en hombres como en mujeres y poder actuar de forma rápida. Entre los signos de alerta se encuentran por ejemplo dolor, sensación de opresión, presión, pesadez o dolor en el centro del pecho hasta la zona del estómago que dura más de unos minutos o que va y viene.

También se caracteriza por la falta de aire, dificultad para respirar o respiración entrecortada, con o sin dolor en el pecho. La sudoración excesiva y fría, incluso en ambientes cálidos, es otro de los indicadores más reveladores. 

Los hombres y las mujeres presentan diferentes síntomas ante un fallo cardiaco.

A todo ello se añade la sensación de malestar, mareo, aturdimiento, debilidad o desmayos debido al aumento de la demanda metabólica y de la velocidad de coagulación de la sangre. Así como un cansancio extremo inusual. Este síntoma puede aparecer con más frecuencia entre la población femenina.

En el caso de las mujeres, ellas pueden ser más propensas a sufrir además molestias en ambos brazos, la espalda, el cuello, la mandíbula, los hombros o en la zona del estómago.

En este sentido, es importante que aquellas personas que tienen enfermedades cardiovasculares y pueden ser más vulnerables a tener un infarto, se realicen un chequeo médico en caso de tener previsto la realización de actividades acuáticas.

“De esta manera, el especialista puede ayudar sobre la actividad más conveniente y personalizar sus riesgos”, comenta la doctora Fernández-Friera. Además, se añade la importancia de crear ambientes seguros en playas y piscinas contando con socorristas bien entrenados y equipos de primeros auxilios, incluyendo desfibriladores automáticos externos (DAE), cruciales para reducir la mortalidad por infartos.