Que los pacientes que sufren un ictus lleguen cuanto antes al hospital es vital para minimizar secuelas. Pero aún lo es más el poder evitar el derrame cerebral.

Cada año se producen en Euskadi alrededor de 5.000 diagnósticos de ictus, es decir catorce casos cada día. Pero desde Osakidetza se remarca que más del 80% de los ictus son evitables. Por lo tanto, más de diez casos se podrían prevenir.

En este sentido, Salud pone de manifiesto que la incidencia “se puede reducir de manera eficaz mediante la prevención, a través del fomento de los hábitos de vida saludable y del ejercicio, así como mediante el control de los factores de riesgo vascular”.

El factor de riesgo más importante para el ictus es padecer hipertensión, seguido por la diabetes hipercolesterelomia y la fibrilación auricular, pero también otros factores, que son “modificables o controlables”, como el tabaquismo, el sedentarismo, la dieta no saludable, la obesidad extrema, el alcoholismo, el consumo de drogas o el estrés pueden afectar.

REACCIONAR RÁPIDO ES CLAVE

Dado que se calcula que una de cada cuatro personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida, conviene recordar que el tiempo es cerebro porque la reacción rápida ante un posible ictus es fundamental para evitar futuras secuelas.

Además, este tipo de infarto cerebral es la primera causa de muerte entre las mujeres vascas, la principal de discapacidad y la segunda de demencia. 

Con motivo del Día Mundial del Ictus, que se este celebra este domingo día 29, el Departamento de Salud del Gobierno Vasco incide en la importancia de la detección temprana de los síntomas del ictus y la rápida actuación, de cara a reducir la mortalidad y, en caso de los supervivientes, el daño cerebral.

Según indican, el ictus se presenta de forma brusca y da lugar a la pérdida de funciones cerebrales a consecuencia de una alteración vascular, mermando las funciones vitales, con graves repercusiones sociales. Es la primera causa de muerte de las mujeres vascas, que además son más propensas a tener mayor discapacidad y peor calidad de vida.

LA MITAD SE RECUPERA

El 55% de las personas afectadas se recupera o permanece con afecciones mínimas, mientras que el 30% sobrevive con secuelas incapacitantes y el 15% fallece. La tasa de mortalidad por cada 100.000 habitantes en estos casos es de 43,2.

Dado que el 25% de la población sufrirá un ictus a lo largo de su vida, advierten de que, “es imprescindible la concienciación y dar a conocer los síntomas para que la ciudadanía sepa identificar sus señales y pueda actuar de manera inmediata”, porque “la rapidez en la actuación es un factor clave en la supervivencia y la disminución de las secuelas”.

¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS?

Así, se recomienda llamar “sin demora” al 112 si se sufren síntomas como la pérdida de fuerza en brazo, pierna y/o cara; pérdida de visión total o parcial o visión doble; pérdida o dificultad en el habla; inestabilidad o desequilibrio e incapacidad para andar; dolor de cabeza muy intenso; o sensación de hormigueo o acorchamiento en la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.

Con el objetivo de reforzar y mejorar la atención a los enfermos, Osakidetza trabaja en un Plan de Atención a Pacientes con Ictus, que persigue definir las pautas de actuación que permiten de una manera rápida, integrar y coordinar los recursos del sistema sanitario para mejorar la respuesta y la atención.

Porque el problema adquiere una gran gravedad, y si no se toman medidas inmediatas, ligadas a hábitos de vida saludables, en los próximos diez años aumentarán en Europa un 45% las muertes por ictus y un 25% el número de supervivientes con discapacidad.