JAL (como habitualmente se le conoce), milita en la divulgación científica. Lleva tres décadas como virólogo y cuenta con más de cien artículos y una docena de libros. Sin embargo, llegó el coronavirus, dio el salto a la televisión y a la radio, y se ha convertido en un referente para descifrar los entresijos de un virus que “nos va a acompañar ya el resto de nuestra historia”. 

¿Hasta qué punto se puede conocer el impacto de eventos multitudinarios en la propagación actual del covid?

No hay un término preciso. Con los rastreos se infiere dónde se han podido infectar las personas, pero sin ser ni siquiera obligatorio notificar los contagios, realmente es complicado. Estudiando la incidencia regional, solo se puede inferir cuántas personas se infectan en un acto multitudinario y de ahí hacer una pequeña extrapolación. Antes, con los controles y el rastreo de los contactos estrechos, era más sencillo. Aunque también se podía creer que la causa era un contacto intrafamiliar, y resulta que era porque se había llevado el virus del bar o del trabajo, y no se podía identificar el origen 0 del brote.

Fiestas como los sanfermines ¿pueden convertirse en un evento multicontagiador?

Obviamente cualquier evento multitudinario con mucha gente gritando, corriendo, bailando, y contactando son acciones de alto riesgo. Y son focos de máxima atención epidemiológica. Se ha visto que a veces proceden de pocas personas con gran capacidad de transmitir el virus y con virus muy activos, aunque tengan poca sintomatología.

"Cualquier evento multitudinario es de alto riesgo y un foco de máxima atención epidemiológica"

¿Se deberían restringir aforos o poner limitaciones en conciertos o espectáculos de masas?

A estas alturas de la película, sería hasta contraproducente volver a las restricciones físicas. Pero si la pandemia se descontrola, nada es descartable. Igual obliga a dar marcha atrás pero tendría que ser algo consensuado, y a nivel europeo. Lo que sí creo que se debería hacer es mucha pedagogía en el sentido de “vamos a volver a una normalidad postpandémica, por eso vamos a potenciar el teletrabajo, vamos a fomentar la higiene y la ventilación en locales cerrados que también valdrá para futuras pandemias de patógenos respiratorios, y vamos a seguir insistiendo en que la mascarilla sigue siendo un elemento importante”. Pero no se ha hecho nada de eso y los gobiernos se han dedicado a tutelarnos como si fuéramos niños pequeños. Ahora te encierro, ahora tienes cierre perimetral, ahora tanto porcentaje de aforo, y eso crea hartazgo y desobediencia. Si va a sanfermines ¿qué joven va a ponerse una mascarilla en mitad del jolgorio?, por eso hay que hacer por lo menos pedagogía, como se hizo en su día con el VIH.

Parece que para salvar de nuevo el verano vamos a tener otro tsunami de positivos en pocos días.

Ahora mismo estamos en una ola tremenda. Estamos por encima de los 1.000 casos y eso que solo vemos la incidencia acumulada en mayores de 60 años, que son los que tienen menos contacto y movilidad. Algunos cálculos hablan de que la incidencia real es cuatro veces más. Igual el virus se hace estacional, pero de momento no es así. Este es un momento malo. Queremos disfrutar de golpe lo que no hemos podido disfrutar en dos años... y se está notando en los casos. El parámetro importante sigue siendo controlar la presión hospitalaria, que será la que determine si hay que dar algún paso atrás o recuperar la mascarilla en interiores. Algo que quizá sí se podría contemplar es la baja de los positivos. Trabajar con síntomas leves se traduce en poner en circulación personas altamente infectocontagiosas y el ahorro en absentismo laboral es muy superior al gasto que hay si de repente mucha gente no va a trabajar.

¿Se ha pecado de ingenuidad o de temeridad quitando las mascarillas en espacios interiores?

No es ni ingenuidad ni temeridad, es una cuestión de oportunidad política. Ha sido una acción muy estudiada de cara a unas vacaciones que se aproximaban y a un turismo que buscaba un país sin restricciones. El resto de los países han actuado igual porque fuera han desparecido absolutamente todas las medidas.

"Sería contraproducente volver a las restricciones, pero si se descontrola, igual hay que dar marcha atrás"

¿Qué se sabe de estas nuevas subvariantes? ¿Son las más contagiosas que se han conocido?

Tienen un punto más de capacidad de transmisión a las originales de ómicron. Y podrían tener menor sensibilidad a las defensas inmunológicas adquiridas. Eso, junto a la eliminación de restricciones, hace que los casos estén disparados y afecten a un mayor número de personas. No presentan tampoco mayor clínica aunque algún estudio dice que BA.5 podría descender más a las pulmones. Se habla de síntomas diferenciales como mayor porcentaje de diarreas, dolores agudos de garganta, pero los demás síntomas como la tos, se mantienen.

Lo que más desconcierta es su capacidad de reinfección. ¿Se saltan abiertamente la inmunidad adquirida con las vacunas?

Tienen más capacidad de infectar a personas previamente infectadas por una variante anterior o vacunadas. Pero lo principal de las vacunas es su capacidad de protegernos de una clínica grave, de una UCI o de un fallecimiento, y por eso no hay ya los colapsos hospitalarios que vivimos en las primeras olas.

¿La cuarta dosis es inevitable?

Depende para quién. Desde luego, sí para mayores y personas con otras patologías, diálisis, diabetes etc... Pero lo que habría que hacer sería meter un poco de prisa a ver si las nuevas vacunas de Pfizer, Moderna, o incluso Hipra, salen al mercado actualizadas y adaptadas a las nuevas variantes. Ahí tendríamos una buena herramienta como dosis de refuerzo.