er colillas, bolsas u otro tipo de basura en el mar es algo habitual. Ahora, en tiempos de coronavirus, mascarillas y demás plásticos desechables se suman a esa larga lista de restos que se ven en las orillas de los mares.
Jon Hidalgo, miembro de Lurgaia Fundazioa, señala que las mascarillas se han convertido en "un problema más", que se suma al consumo desmedido de plásticos u otros restos de un solo uso: "El problema ya venía de antes con los envases o colillas, entre otros".
Entre los principales beneficios que aportan los océanos, destaca que aglutinan el 80% de la biodiversidad del planeta, regulan el clima, proporcionan energía renovable, producen gran parte del oxígeno que necesitamos y absorben una cuarta parte del CO2 que emite el ser humano. Los océanos ocupan más del 70% de la superficie de la tierra, por lo que es evidente que el que estén limpios y sanos es esencial para sostener la salud y la supervivencia humana. Sin embargo, cada vez están más amenazados. Hidalgo apunta que los plásticos son uno de los principales "enemigos" para la salud de los océanos: "Los tres factores clave en el declive de los océanos son la contaminación por plásticos, la sobrepesca y los problemas derivados del cambio climático, como pueden ser la acidificación y el aumento de las temperaturas de las aguas".
Un informe del Foro Económico Mundial y la Fundación Ellen MacArthur alerta de que en 2050, si esta tendencia continúa, los océanos contendrán más plásticos que peces, y como consecuencia de la situación provocada por el covid-19 es de suponer que estas cifras se agravarán sustancialmente.
Julio Barea, responsable de campañas de Consumo y Biodiversidad de Greenpeace España, destaca el valor ambiental y geológico de la costa vasca: "Es una joya dentro de las costas del Estado". Sin embargo, Barea lamenta que el ser humano llene el mar de basura, lo que influye en el planeta y en la salud de las personas: "El plástico que vemos en la superficie flotando no llega ni al 10% de lo que hay en el fondo o lo que está en forma de microplásticos". Asimismo, según añade el experto en plásticos, no hay "ningún" animal marino que se libre de tener en su interior contenidos significativos de microplástico: "Los humanos ingerimos cada semana una cantidad de plástico equivalente a una tarjeta de crédito; lo comemos, lo respiramos€".
Nadie quiere ver los océanos contaminados. Sin embargo, es el estilo de vida y ritmo de consumo de la sociedad lo que lo provoca. Así lo señala Hidalgo, que destaca la necesidad de cambiar los hábitos de consumo de la sociedad, donde lo fundamental debe ser consumir menos con más cabeza: "De nada sirve consumir menos si luego se compra, por ejemplo, agua embotellada, teniendo un consorcio de aguas en Bizkaia que suministra agua de muy buena calidad. En otros sitios como Valencia puede ser comprensible, pero aquí no hay motivos para consumir agua embotellada".
Hidalgo y Barea coinciden en que el reciclaje debe ser la última de las R, después de reducir y reutilizar. Como ejemplo práctico para aplicar esa reducción, Barea destaca las mascarillas, de las que señala que conviene usar las reutilizables en sustitución de las de usar y tirar.
Del mismo modo, consumir la menor cantidad de envases desechables también es importante. Gestos como sustituir las bolsas de plástico por bolsas reutilizables, beber agua de grifo en vez de embotellada, comprar a granel siempre que sea posible, evitar el exceso de envoltorio y sustituir productos desechables por alternativas reutilizables, como briks y envases de plástico, por botellas de vidrio o maquinillas de afeitar de un único uso por maquinillas eléctricas o de metal con cuchillas sustituibles.
Pese a la evidente importancia de la forma de consumir de las personas, Barea subraya que este problema no es solo responsabilidad del consumidor. Según señala, "los primeros responsables son las empresas que venden muchos productos de esa manera. Debemos consumir de forma responsable, pero con algunos productos es imposible; las empresas no dan opción a no comprar ciertos envases". Asimismo, el miembro de Greenpeace califica como "desesperante" que a día de hoy no existan cumbres mundiales ni apuestas firmes para combatir esta contaminación: "Hacen falta medidas ambiciosas. De repente nos han obligado a ponernos la mascarilla prácticamente de un día para otro, pero no son capaces de cortar de forma radical el flujo de plástico, que está contaminando todo el planeta".
Los plásticos no son el único residuo que tiene un impacto fatal sobre la salud de los océanos; por ejemplo, cada colilla puede contaminar entre ocho y diez litros de agua de mar y hasta cincuenta si se trata de agua dulce. Al año se consumen seis billones de cigarrillos, de los que 4,5 terminan en la naturaleza, muchos de ellos en ríos o mares. Es importante tomar conciencia y tirar siempre a la basura las colillas, señalan.
Susan Freinkel describe en su libro El plástico, un idilio tóxico de manera bastante acertada la relación que tiene el ser humano con los plásticos: "Tomamos sustancias naturales creadas a lo largo de millones de años, las convertimos en productos diseñados para un uso de escasos minutos y después se las devolvemos al planeta en forma de basura".
"De repente nos obligan a usar mascarillas, pero no son capaces de cortar el flujo de plástico"
Greenpeace España