Zalla - “Daba miedo, terrible, ni en 1983 ocurrió algo así...” Los vecinos de la localidad encartada de Zalla, la más castigada por el temporal de lluvia en Euskadi, no acertaban a describir la pesadilla vivida el viernes tras el desbordamiento del Kadagua. En pocas horas, el río invadió las calles del centro, que más bien parecían sus afluentes rebasando más de un metro de altura en ciertas zonas y en el núcleo de Aranguren muchas personas abandonaron sus casas por miedo a que la que el caudal continuara subiendo. Ayer, mientras las instituciones evaluaban los desperfectos, los vecinos se movilizaron en las tareas de limpieza en medio de un paisaje desolador. Excavadoras, bombas de agua, escobas o carretillas, todo servía para apartar el fango y las balsas. “El viernes esto era como un mar y hoy da la sensación de que estamos en guerra. Si no lo ves, no lo crees”, ilustró ayer Galder San Cirilo, residente en Aranguren que asistió a la inundación angustiado. “El garaje sigue hasta arriba de agua, me imagino que nuestro trastero estará destrozado”, adivinó.
Ya de madrugada, el Ayuntamiento convocó a través de las redes sociales a los voluntarios que quisieran arrimar el hombro en estas primeras horas de relativa calma tras el temporal, recibiendo una respuesta masiva. Además, acondicionó dos salas a modo de guardería en la plaza Madres Irlandesas de Mimetiz y la casa de los maestros de Aranguren para acoger a niños cuyos padres participaran en la labor de limpieza y el colegio de los Hermanos Maristas hizo lo propio. El Consistorio habilitó, asimismo, un local en Aranguren para depositar enseres y materiales que no puedan permanecer en lonjas y viviendas y que deben conservarse y ha informado a los ciudadanos sobre los pasos a dar para reclamar los daños materiales causados. El servicio de atención a la ciudadanía en la planta baja del edificio consistorial sirvió de cuartel general para dar parte de las incidencias.
Viviendas en bajo, garajes y comercios han sufrido en mayor medida la fuerza del agua. Luis Nuñez apiló en su zapatería de la calle Juan Antonio del Yermo cuatro bolsas de basura repletas de calzado ya inservible y calculó en “al menos 6.000 euros” el perjuicio económico. “El almacén está hecho un estropicio. Si ya vendíamos menos por la crisis, es lo que nos faltaba. Por supuesto, es un consuelo que no se hayan producido daños personales, pero para nosotros es una catástrofe”, lamentó. Ni siquiera Eroski se libró. Aparte de la balsa de agua que anegó el aparcamiento, “al dar las despensas al Kadagua se veía comida arrastrada por la corriente”, narraron, todavía impactados por la escena, los hermanos José y María Gallarreta. Los alrededores del centro comercial fueron uno de los puntos más críticos en la noche del viernes. “Allí el nivel del agua subió de forma espectacular, pasadas las 23.00 horas estaba totalmente impracticable”, señaló el jefe del servicio de Protección Civil de Balmaseda, Enrique Pastor, quien reconoció no haber dormido “nada”.
Tampoco los habitantes de Aranguren pegaron ojo. “¡Nos han dejado tirados! Pedimos sacos a las 16.00 y aparecieron cuatro horas más tarde”, se quejaron José Luis Pereda y Mari Ángeles Arizaga, que llegaron a tener el agua “por la cintura” y aun así decidieron permanecer en el barrio. “¿Cómo íbamos a desplazarnos al centro de Zalla si la carretera ya estaba cortada?”, se preguntaron impotentes. Impotencia es justamente la palabra que sintió Carmen Gorbea al entrar ayer por la mañana a su casa, situada en un bajo, que se asoma a una plazoleta. “El agua tapaba toda la plaza no se veía, estaba tapada por el agua”, apuntó. Pedro, otro vecino de Aranguren, pedía a las instituciones “que draguen el río”.
Algo que ya no ahorrará a Álex Lema y sus amigos susto, disgusto y dinero. Poco pudieron salvar de la lonja de la cuadrilla en la céntrica calle Hermano León, en la zona de Mimetiz. “Todo sucedió tan rápido que apenas nos dio tiempo a reaccionar. Sofás y hasta tres coches están inutilizados”, relataron. Cerca de allí las aguas del Kadagua se cruzan con las de un arroyo procedente de Otxaran, lo que multiplicó la magnitud de la riada.
Instalaciones municipales Zalla afronta una reconstrucción laboriosa. Y es que “también hay instalaciones municipales dañadas, como el colegio de Infantil de Mimetiz, la pista del polideportivo o el Kz Gunea”, según comunicó el alcalde, Javier Portillo. Por su parte, el Zalla Unión Club, que milita en tercera división, ha suspendido su partido de esta jornada, ya que el terreno de juego de Landaberri se encuentra encharcado. “El agua subió un metro en oficina y vestuarios y ha arrancado la hierba artificial del campo de al lado”, indicó el presidente, Tomás Miguel. Consecuencias de una página negra en la historia local.