AGURAIN. "Menudo pastel nos ha dejado". El presidente de la Federación de Ikastolas de Álava, Xabier Arrieta, se refirió de esta forma ayer, durante el discurso inaugural del Araba Euskaraz de Agurain, a la decisión del Departamento vasco de Educación de recortar la financiación de los centros concertados. La clave es que pronunció estas palabras en público frente a la propia consejera del ramo, Isabel Celáa. El sector ya ha anunciado que podría acudir a los tribunales si el Gobierno Vasco sigue adelante con estos planes, y todo parece indicar que será así: Celáa insistió acto seguido, en su intervención, que "a todas las áreas" les tocará apechugar ante la crisis.

La intervención de ambos representantes había generado expectación, teniendo en cuenta que este pasado viernes la red concertada anunció medidas -incluso acudir a los tribunales- si el Gobierno Vasco sigue adelante con sus recortes en materia de personal. "Nos ha puesto en una situación difícil a toda la escuela concertada. Porque tenemos firmado un concierto educativo con el Gobierno Vasco y, a la vez, un convenio laboral con nuestros trabajadores. Si la aportación de Lakua se reduce, tendremos verdaderas dificultades para poder hacer frente al convenio colectivo", explicó Arrieta.

De ahí que no dejara pasar su oportunidad ayer para, en un cara a cara frente a los micrófonos con la consejera, lamentar ese "pastel" financiero. Celáa, por su parte, fue recibida de una forma muy tímida por el público que asistió a la inauguración del trigésimo Araba Euskaraz en el patio de Lautada Ikastola. La consejera, no obstante, defendió la necesidad de realizar recortes ante la actual situación económica. "Eso no significa que el compromiso con la Educación se vaya a echar para atrás, porque tiene un valor estratégico. Pero necesitamos tranquilidad para poder alcanzar los retos en este campo", apuntó para referirse al trilingüismo, el nuevo impulso de las ciencias y las nuevas tecnologías.

Este duelo dialéctico no pasó desapercibido. El diputado general, Xabier Agirre, quitó después hierro al asunto al reconocer que es habitual que la fiesta tenga un carácter reivindicativo. Eso sí, confió en que, pese a la necesidad de realizar recortes, "todos hagamos un esfuerzo" por cuidar "el tesoro del euskera".

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