Alberto Domingo Moreno (33 años, Irun) es un apasionado de las motos. Su sueño es participar en el Dakar, el rally más espectacular y famoso del mundo, que desde hace varios años se celebra en los inmensos cordones de dunas de Arabia Saudí. Anclada en la península arábiga, la prueba es especialmente dura y solo unos pocos pilotos son los seleccionados. Alberto, ertzaina de profesión, se prepara a fondo con el piloto catalán Joan Pedrero, confiando así en que algún día pueda competir y navegar entre la arena. En sus carreras por el mundo también aprovecha para mostrar una faceta más altruista y en su maillot lleva una insignia de la Asociación de Donantes de Sangre de Gipuzkoa, así como de la asociación de familiares de personas con autismo Gautena. 

Alberto Domingo anima a donar sangre RacingFrames

“Quería que en mi proyecto deportivo tuviese cabida una parte más social”, explica. Él, como su padre, es donante habitual desde hace unos 8 años. La sangre no es un fluido sino un tejido. Y se separa en tres tipos de componentes: glóbulos rojos (hematíes), plaquetas y plasma. En su caso, dona plasma: un líquido transparente que representa aproximadamente la mitad del volumen total de sangre y que, según el Centro Vasco de Transfusión y Tejidos Humanos (CVTTH), dependiente de Osakidetza, se utiliza principalmente para “la obtención de medicamentos para los cuales no existe una alternativa”. Alberto compitió en África a principios de año y no podrá volver a acudir a donar, como mínimo, hasta este mes de junio. Para ser donante solo hay que cumplir con tres requisitos: tener entre 18 y 65 años, pesar más de 50 kilos y una salud óptima. En el caso del plasma, el Departamento de Salud señala que la extracción se prolonga por “un poco más de tiempo” que en la donación de sangre -un acto seguro, sencillo y nada doloroso- y eso hace que sea necesaria una cita previa. Las proteínas plasmáticas (inmunoglobulinas, albúmina) resultan de vital importancia para la recuperación de un gran número de enfermos de Euskadi

¿Dar con la persona que reúna el perfil perfecto es complicado? ¿Existe realmente un modelo de superdonante de sangre? El año pasado saltó la noticia de que el burgalés Francisco del Amo alcanzó su donación número 500 tras haber estado 46 años donando tanto sangre como plaquetas y plasma. Una cifra única en el Estado. “Todos podemos ser donantes ideales. El donante de sangre es una persona sana, así que cualquiera pueda serlo. Evidentemente, si eres joven tienes más años por delante para poder hacerlo”, explica Aiala Elorza Sarasola, responsable de Promoción de la Donación de Sangre en Álava del CVTTH. 

Este sábado 14 de junio ha sido el Día Mundial del Donante de Sangre. Elorza aprovecha la efeméride para subrayar dos cosas: que donar es “supersencillo” y que, muchas veces, necesitamos estar “en el otro lado” para darnos cuenta de la importancia de un gesto tan valioso como este, que puede llegar a salvar hasta tres vidas. El centro en el que trabaja se encarga de garantizar el abastecimiento y el buen uso de la sangre y los tejidos en Euskadi, siendo además un lugar “de referencia europeo en el tratamiento y la investigación de la sangre y sus derivados”. Euskadi, recuerda Elorza, es un país solidario que tradicionalmente se ha volcado con iniciativas altruistas que buscan la colaboración desinteresada de las personas.

Atendiendo a los datos del Ministerio de Sanidad, el índice medio de donación se sitúa en torno al 4% de los ciudadanos de la CAV y Navarra, una cifra ligeramente superior a la media estatal, que es del 3,6%. Sin embargo, las campañas de donaciones son constantes porque el stock de sangre no siempre está en la situación idónea. Actualmente, desde el centro advierten de que los grupos sanguíneos B+, B- y AB+ presentan niveles especialmente bajos, por lo que desde finales de mayo se está animando a la ciudadanía a que se acerque al punto de donación más cercano. En este sentido, la cuenta @donantesangreeuskadi mantiene una intensa actividad en redes sociales (Instagram, X y Facebook), informando a sus miles de seguidores sobre distintos eventos de sensibilización, especificando cuáles son las necesidades más urgentes y la ubicación de los puntos móviles de donación más cercanos, solventando dudas con preguntas frecuentes…

EL NEGOCIO DE LA SANGRE

Osakidetza necesita, según sus propios cálculos, 10.000 donantes de plasma. “Cada día hay enfermos que necesitan plasma para el tratamiento de hemorragias o accidentes graves. Otros necesitan algunas de las proteínas que hay en el interior del plasma”, resumen desde la Asociación de Donantes de Sangre. Como ocurre en otros lugares de Europa, una parte del plasma se cubre con donaciones altruistas -como en el caso del irunés Alberto Domingo- y otra se importa desde Estados Unidos, donde la sanidad es privada y la venta y la comercialización de la sangre, al contrario que aquí, no está prohibida. La Organización Mundial de la Salud se muestra tajante con el negocio del plasma sanguíneo: insta a todos los Estados miembros “a desarrollar sistemas nacionales de sangre basados en donaciones voluntarias no remuneradas y a trabajar hacia el objetivo de la autosuficiencia”.

Con la venta de la sangre se plantean diversas cuestiones éticas y médicas. Aiala Elorza se alinea con la OMS y aboga por tratar de aumentar las donaciones para “evitar una dependencia del mercado extranjero y obtener una mayor independencia”. Los detractores de lucrarse con la salud aseguran que, solo a través del altruismo, se puede garantizar la idoneidad y calidad de la sangre (la seguridad transfusional) sin que entren otros intereses de por medio “que puedan poner en riesgo todo el sistema”. Elorza resume esta cuestión con una frase: “La donación de sangre es un deber ético, pero nunca puede ser un derecho”. 

Falta de relevo

Se trata de una alerta roja relativa porque rara vez hay sangre de todos los tipos a la vez. El principal problema reside en la falta de relevo generacional. La mayor parte de los donantes más fieles, aquellos que repiten y donan varias veces al año, pertenece mayoritariamente a una franja de edad de entre los 45 y 60 años. Teniendo en cuenta que la sangre no se puede fabricar, y que algunos de los voluntarios más veteranos se jubilan y dejan de colaborar, los esfuerzos se dirigen a reclutar a las nuevas generaciones. Pero fidelizar a la gente joven no es tan fácil. “El altruismo lo tenemos muy interiorizado como pueblo, pero falta un mayor relevo generacional; hay que rascar mucho para que los jóvenes se conviertan en donantes habituales porque, por una razón u otra, desaparecen”, explica Elorza. 

Campaña de donación de sangre Pilar Barco

Y que nadie se moleste: esta no es una crítica dirigida a la juventud. El contexto (y el mundo) no es el mismo ahora que hace 10, 20 o 30 años. Como ocurre en otras muchas áreas, la precariedad generalizada de los jóvenes es un obstáculo para su compromiso social y político y está sometida a un escenario que constriñe sus vidas desde diferentes frentes. A los sueldos mileuristas hay que sumarle un mercado inmobiliario desbocado y la movilidad de los jóvenes, que muchas veces se ven obligados a trabajar lejos de su localidad; una tormenta perfecta que lastra su trayectoria vital. Aunque hay jóvenes vascos “muy comprometidos”, apunta Elorza, la “inestabilidad” es un factor a tener en cuenta a la hora de poder organizarse y defender la causa de la donación de sangre.

El viaje de la sangre

¿Dónde empieza y termina el periplo de la sangre? El viaje arranca cuando una persona decide acudir a un centro de donación. No se debe ir en ayunas y tienen que haber pasado, al menos, dos meses desde la última vez. Las mujeres pueden donar sangre hasta tres veces al año y los hombres, un máximo de cuatro. Tras rellenar un cuestionario, se realiza una entrevista médica, se mira la tensión y el nivel de hemoglobina. Si todo está en orden, se extrae la sangre hasta llenar una bolsa, en un proceso que dura entre 7 y 10 minutos. El donante habrá terminado y se recuperará en la zona de refrigerio con líquidos y alimentos.

Jornada de donación de sangre organizada por ADONA Patxi Cascante

Todo el material -tubos y bolsas- se traslada al centro de transfusiones de Galdakao, donde comienza el proceso técnico. Allí se realizan pruebas para garantizar su idoneidad y seguridad, detectando posibles anticuerpos del VIH, sífilis o hepatitis B y C. También se separan los componentes de la sangre (glóbulos rojos, plaquetas y plasma), cada uno con necesidades específicas de conservación, y se analiza el grupo sanguíneo.

Pero lo primero, siempre, es buscar donantes. Alberto, el piloto de Rallys, ya tiene “muchas ganas” de ceder parte de su sangre. Asegura que uno de los motivos por lo que lo hace se lo ha enseñado el deporte: ¿qué pasaría si sufriese un accidente y se viera en la tesitura de necesitar ayuda? Eso le dio que pensar: “Antes que recibir me gusta dar. Y si donas sangre estás regalando vida”, afirma. Una idea que comparte Aiala Elorza. La empatía funciona en ambos sentidos: ponerte en la piel de los demás ayuda a concienciarte con el problema