El abrazo es uno de los gestos más universales y según el momento en el que se produzca, su intención será una u otra. Los abrazos pueden ser de amistad, de apoyo emocional, de pareja, de encuentro, de despedida... pero todos tendrán en común que son una cálida muestra de cariño

Pero, ¿qué ocurre cuando nos abrazamos? Los corpúsculos de Meissner, unos mecanorreceptores que se encuentran en la piel, reciben estímulos como la temperatura o la presión, los codifican, los asimilan como una caricia y los envían al cerebro

Mientras el tacto rápido detecta de inmediato el contacto, el tacto lento conlleva un proceso emocional y es aquí cuando la estimulación nos provoca unos sentimientos que van más allá de una mera sensación.

Así, al recibir un abrazo, nuestra piel envía señales a la parte del cerebro encargada de procesar las emociones y desencadena unas señales neurológicas, liberando ciertas hormonas que nos ayudan a reducir el estrés y a aumentar el bienestar. 

Grandes beneficios

Son muchos los beneficios que encierra un abrazo, por lo que también son numerosos los motivos por los que debemos abrazarnos más a menudo. Estos son:

1- Fortalecen el sistema inmunológico. A través de la regulación de las hormonas, entre ellas la oxitocina y el cortisol, los abrazos pueden reforzar nuestro sistema inmune. No quiere decir que no te vayas a poner enfermo, sino que los síntomas pueden ser menos graves. 

2- Reducen el estrés y la ansiedad. Un abrazo nos ayuda a sentirnos en calma, disminuyendo el estrés y la ansiedad. La segregación de oxitocina y de endorfinas reducirá los niveles de cortisol y de adrenalina y nos ayudará a sentirnos más relajados. 

3- Reducen el riesgo de enfermedades cardíacas. Los abrazos ayudan a reducir el estrés y la ansiedad, lo que disminuirá la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Esto se debe al efecto relajante y tranquilizador que tiene este tipo de contacto físico y que tiene que ver con una liberación de oxitocina. 

4- Ayudan a aliviar el dolor. Con el contacto físico se liberan endorfinas, hormonas que te hacen sentir mejor y que actúan como analgésicos naturales. En personas con dolores crónicos, este se puede reducir y mejorar así su calidad de vida.

5- Mejoran la calidad del sueño. El efecto relajante de un abrazo te ayudará a dormir mejor al reducir los niveles de cortisol (hormona del estrés) y al aumentar los de melatonina, la hormona que reduce el estrés y promueve la relajación.

Dos amigas se dan un fuerte abrazo.

6- Aumentan la autoestima y la confianza. Un abrazo transmite seguridad, amor, confianza y un apoyo emocional. 

7- Fomentan la conexión emocional y la empatía. La activación del sistema límbico encargado de la regulación emocional contribuye a reforzar los vínculos afectivos como la confianza o el apego.

8- Reducen la sensación de soledad y aislamiento. Sentir el calor humano y la cercanía física es una forma de recordarle a la otra persona que no está sola, reduciendo así los sentimientos de soledad.

9- Mejoran el estado de ánimo. Los abrazos estimulan la liberación de serotonina, conocida como la hormona de la felicidad" por lo que son capaces de reducir la depresión.

10- Reducen los miedos. Sentirse abrazado puede reducir la ansiedad en personas con baja autoestima. La liberación de serotonina y de dopamina contribuyen al bienestar y a la calma.

¿Cuántos abrazos al día?

En resumen, los abrazos no solo son reconfortantes, sino que también tienen beneficios significativos para la salud física, mental y emocional. Por ello, algunos autores han investigado sus propiedades y concretamente Paul Zak, investigador de la Universidad de Claremont, en California (EEUU), recomienda dar 8 abrazos al día como forma de liberar oxitocina y mejorar el bienestar.

Otros expertos cifran en 4 los abrazos que necesitamos al día para sobrevivir, 8 para mantener un buen estado emocional y 12 para un desarrollo óptimo del bienestar.

Abrazoterapia

Según la terapeuta Lía Barbey, creadora de la abrazoterapia, el abrazo no solo es bueno, sino que es necesario para nuestro bienestar físico, psicológico y social. Por ello hay que darlos, recibirlos y, si es necesario, pedirlos. Para dar un buen abrazo, Barbey aconseja relajar el cuerpo y establecer contacto visual con la otra persona con la que se establece un vínculo emocional.