La bucólica y agreste Zuberoa, Soule en francés, es la más discreta de los tres territorios de Iparralde. La popularidad y el glamour de la costa de Lapurdi y la cercanía histórica de Baja Navarra a la Comunidad Foral, unido a que es la entrada del Camino Francés, eclipsan un paisaje y un entorno rural que conserva todo el sabor de la tradición y del orgullo vasco ligado a la agricultura, la artesanía y la industria sin perder un ápice de su autenticidad. Su patrimonio histórico y una naturaleza en la que realizar innumerables actividades al aire libre la convierten en un destino del que disfrutar.

Desde la Basse-Soule

Mauleón, Maule, es la capital de Zuberoa y de la Basse-Soule, Pettarra en euskera, la parte menos montañosa del territorio. Es también la capital de la alpargata, industria artesanal que durante siglo y medio ha marcado la vida de Zuberoa.

Han sabido convertir este calzado de trabajo humilde, cómodo y fácil de fabricar en un complemento de moda asociado al ocio. Ver los escaparates mientras se pasea por Maule es asistir a la fiesta de color y diseño debido a modernos modelos que unen nuevos materiales y fabricación artesanal de alta calidad.

Maule se ubica en el valle del río Saison, y es el resultado de la unión de Mauleón, en la orilla derecha del cauce y al pie del castillo, y Licharre, en el llano de la margen izquierda.

El sólido y medieval castillo de Mauleón es el mejor balcón sobre la capital de Zuberoa. J.M. Ochoa de Olza

El viejo castillo de Maule, del siglo XI, sigue vigilando desde lo alto la ciudad. Ahora son los turistas y los niños los que recorren sus dependencias y se asoman sobre sus gruesas murallas admirando la panorámica de la ciudad recortada contra las montañas que cierran el valle. Rodeada de edificaciones bajas, resalta inconfundible la iglesia de San Juan Bautista.

De vuelta a la parte baja de la ciudad por el puente de Les Galleries, a la orilla del río se alza el Molino de Montreal, un viejo molino de agua reconvertido en una pequeña central hidroeléctrica. La vista desde el puente da la sensación de que aunque el río cruce la ciudad, todos los edificios que lo encajonan parecen darle la espalda.

La Cruz Blanca, un crucero de piedra, recibe al visitante en la parte noble y antigua de Maule, con el edificio del Ayuntamiento a la derecha cerrando el bulevar principal de la localidad, donde se además del Monumento a los Caídos se concentra el ocio popular con el quiosco de la música y el frontón de plaza libre, que siguen reuniendo con éxito a los mauletarras.

El ‘skyline’ de Mauleón con San Juan Bautista. J.M. Ochoa de Olza

El palacio de Andurain, o Maÿtie, de finales del siglo XVI, junto con la Casa del Patrimonio abre la lista de edificios patrimoniales de Maule. A ellos se une la Casa de las Hadas o Lamiaren Etxea, la más antigua de la villa, la casa de Bela, la capilla de Saint Jean de Berruate y la iglesia de Notre Dame.

Partiendo de Maule hacia el sur pronto se llega a Ordiarp, Urdiñarbe en euskera, que cuenta con una iglesia románica, la de Saint Michel, en el centro de un parque y a la que se accede un puente que salva el río Arangorena. En su interior se puede visitar una exposición de estelas helicoidales típicas de los cementerios vascos. El sabor medieval de Ordiarp lo completa un paseo por las calles de su casco histórico, en las que destacan los numerosos edificios de esa época que todavía se conservan. Cercana a esta localidad, frente a los restos donde la tradición sitúa la fortificación de Gastelusare, está la ermita de Saint Gregoire, un espectacular mirador sobre el valle.

Por el Haute-Soule

La localidad de Atharratze, Tardets en francés y capital de Haute-Soule, Basabürüa en euskera, es la siguiente parada de la ruta. Desde aquí Zuberoa comienza a ascender e internarse en el Pirineo, olvidándose de los prados. Atharratze nació como una plaza fuerte partidaria del rey de Francia frente al resto de la región, que se unió a Aquitania, bajo el dominio inglés, rivalidad que dio origen a la Guerra de los Cien Años. Aún quedan restos de sus murallas en el centro de la localidad, aunque se han aprovechado como paredes para levantar casas frente al río Saison. De la continua renovación de Tardets es ejemplo la iglesia de Sainte Lucie, un templo del finales del siglo XIX en una región donde abundan los edificios medievales.

Mercado de quesos de Tardets. Carole Pro/ Office du Tourisme Pays Basque

Célebres son el mercado de Atharratze y su feria del queso, cuando cientos de personas se reúnen para disfrutar de lo mejor de la agricultura y ganadería local. No hay que olvidarse tampoco de visitar la capilla de la Madeleine, a la que se llega por una tortuosa carretera entre collados. Una vez arriba, y si la niebla no lo impide, Zuberoa se muestra en todo su verde esplendor.

Mientras se interna en la cordillera pirenaica por unas carreteras que siguen el curso de los ríos, el excursionista tiene que decidir qué visitar primero, Sainte Engrace o Larrau.

Girar a la izquierda en Licq-Atheréy lleva a Sainte Engrace,Urdatx Santa Grazi en euskera, por el río Uhaitxa. Quizá el objetivo sea la espectacular iglesia fortaleza del siglo XI de este pueblo y su apretado cementerio, pero por el camino el paisaje es el protagonista. Profundas gargantas esculpidas cortan en dos montañas creando cañones que hacen las delicias de los amante de los deportes de aventura. La de Kakuetta es la más famosa y recorrida. Una visita al centro de interpretación de la Cueva de la Verna da idea de la riqueza geológica creada por los ríos subterráneos.

Si se opta por girar a la derecha y se remonta el cauce del río Larrau , el paisaje va cogiendo altura entre pastos y collados para llegar al pueblo de Larrau, Larraine en euskera, puerta de entrada a lo más alto del Pirineo y paso obligado para entrar en el bosque de Irati esquivando el monte Orhy. Poco antes de llegar, una pasarela ofrece una impresionante vista aérea sobre la garganta de Holtzarte.

Partdo de pelota en el frontón de plaza libre de Maule. P.A. Barcoisbide/Office de Tourisme Pays Basque

En la tierra de la pelota en plaza libre

Algo que llama la atención de muchos visitantes que recorren Zuberoa, o el resto de Iparralde, llegados del sur de los Pirineos son los frontones de los pueblos. En su mayoría solo tienen una pared, el frontis y ocupan un espacio importante en las plazas. Algunos tiene una segunda pared, enfrentada el rebote, pero todos carecen de la habitual pared izquierda de los frontones de Hegoalde. En ellos se juega a plaza libre, la modalidad de pelota más antigua y casi exclusiva de Iparralde, aunque en Gipuzkoa hay algunos.

En los frontones de plaza libre se practican fundamentalmente dos modalidades de juego directo (los dos equipos se enfrentan directamente): laxoa con sus característicos guantes de cuero, y rebote, en el que los pelotaris emplean guante y chistera (una versión más pequeña del remonte). De entre las modalidades indirectas, los que usan el frontis para mandar la pelota a sus contrincantes, en estas cancha se juega a pelota mano, paleta goma, paleta cuero, grosse pala (una variante de la pala corta), joko garbi, cuya herramienta es la chistera, y grand chistera, para la que se emplea la cesta punta. No todas se pueden jugar en cualquier frontón ya que depende de la longitud de la cancha. Por ejemplo, el juego de grand chistera necesita un frontón de 80 m desde el frontis y los de mano, con 30 m basta.