Madrid - Un año, un mes y 13 días después de echar a andar, ayer quedó visto para sentencia el juicio contra los 37 acusados por participar en los primeros años de la trama Gürtel (1999-2005), entre los que se encuentran el presunto cabecilla de la red, Francisco Correa, y una decena de ex altos cargos del PP, incluido su extesorero Luis Bárcenas. A la una menos veintidós minutos de la tarde, el presidente del tribunal de la Audiencia Nacional, Ángel Hurtado, aseveró: “Acabamos el juicio, queda visto para sentencia y se levanta la sesión definitivamente”. Así puso punto y final al juicio en el que se ha analizado si el partido presidido por Mariano Rajoy se ha beneficiado de estas presuntas actividades delictivas.
El protagonista absoluto de esta jornada final del juicio fue Francisco Correa, quien hizo uso de su derecho a la última palabra durante 28 minutos. En su intervención, volvió a ofrecer su colaboración a la Fiscalía para “aclarar todas las causas pendientes” sobre la trama corrupta, pero pidió hacerlo en libertad hasta que las sentencias en su contra sean firmes. “Ofrezco mi total colaboración de ahora en adelante en todas las causas. Si tengo que estar semanas reunido con ustedes para aclarar todas las causas pendientes, lo haré. Pero me gustaría ir por mis propios medios, no desde la cárcel. Dicen que la justicia es igual para todos, pero con nosotros no es así”, afirmó en la AN.
El principal acusado en este juicio por la primera época de la trama, de 62 años y para el que la Fiscalía pide 125 años de prisión, comenzó su comparecencia insistiendo en que, tanto en su declaración de hace un año como ahora ha dicho “toda la verdad” y que no tiene “nada que ocultar” porque ya le “da igual”. Defendió que él no creó su entramado de empresas “para trabajar para el PP o para delinquir”, y explicó que su actividad consistía en una mediación para que otras empresas consiguieran contratos de obra pública. “Me han pagado siempre empresas privadas, nunca un ministerio o un ayuntamiento”, dijo.
En su opinión, exministros o expresidentes “trabajan así en muchos países latinoamericanos”, pues “son contratados por empresas para conseguir negocios, les hacen contratos importantes para que las empresas españolas, y no inglesas o alemanas, tengan trabajo en otros países”. Su error, señaló, fue que esas empresas para las que él trabajaba no le hicieran un contrato, porque salvo los delitos fiscales que sí admite -al haber declarado actividades inexistentes-, aseguró que no es consciente de haber cometido ningún delito. “¿Que existieron irregularidades? Sí, existieron. Pero si yo hago un trabajo y hago una campaña profesional y mañana me dicen que para cobrar tengo que facturar a Donald Trump, facturo a Donald Trump y eso es una práctica habitual”, expuso.
Después de dar todas estas explicaciones, y al no haber aún sentencia firme por parte del Tribunal Supremo de la pena de prisión que se le impuso en Valencia, solicitó tanto su puesta en libertad como la de los también imputados Pablo Crespo y Álvaro Pérez, el Bigotes, y se comparó con “otros” que no han ingresado aún en la cárcel a pesar de estar “en las mismas condiciones”. A su juicio, “no se sostiene el riesgo de fuga” tras los cuatro años que estuvo en libertad provisional. “¿Dónde está el riesgo de fuga? ¿Qué ha tenido esta causa con respecto a este país? ¿Por qué estamos tratados peor que terroristas? Me ofrezco a colaborar, incluso para ahorrar dinero al Ministerio de Justicia. No tengo nada que ocultar, me tienen que creer. Me da igual que me echen 200 o 300 años, ya no tengo nada que perder”, zanjó.
A preguntas de los periodistas tras participar en la Cumbre Social de Gotemburgo (Suecia), el presidente español, Mariano Rajoy, aseguró que no está preocupado por la sentencia del juicio de la trama corrupta. “No, las responsabilidades políticas ya se han asumido; como es sabido, este es un asunto que apareció a la luz pública hace nueve años”, aseveró el líder del PP. Añadió que “se juzgan cosas que parece que en esta ocasión ocurrieron entre 1999 y 2005 y nosotros estaremos a lo que digan los tribunales”. La trama Gürtel no acaba aquí, pues además de los papeles de Bárcenas, aún queda por terminar la instrucción de la pieza Época II: 2000-2009, relacionada con su actividad en Boadilla del Monte y Arganda del Rey (Madrid).