gasteiz - La asociación de familiares de presos de ETA, Etxerat, ha puesto el caso de Sara Majarenas y su hija Izar como ejemplo de como se puede avanzar hacia el fin de la dispersión.

La semana pasada el juez de vigilancia penitenciaria autorizó a Majarenas a cumplir lo que le queda de pena en un centro de acogida de Madrid junto a su hija, que fue apuñalada por su padre. El juez tomó esta decisión el día en que la pequeña cumplía 3 años, edad a partir de la cual los menores no pueden vivir con sus madres en prisión, en este caso, el penal de Picassent (Valencia), y valoró que Majarenas había firmado un escrito en el que reconocía el daño causado y se desvinculaba de ETA.

Ayer, en una comparecencia en el Parlamento Vasco para exponer las consecuencias de la dispersión en los familiares menores de los reclusos etarras, la portavoz de Etxerat, Patricia Vélez, citó este caso como ejemplo de que “si los agentes políticos y las instituciones se ponen en la misma dirección es posible conseguir cosas”.

Al Parlamento acudieron dos familiares para ofrecer su testimonio. Una de ellas, Olatz Iglesias, hija de Juan Carlos Iglesias, Gadafi, y Nagore Mujika, recordó “lo duro” que era viajar cada fin de semana cientos de kilómetros y cómo ello afectó a su vida social y académica, dado que “muchos viernes faltaba a la ikastola para hacer la visita el sábado a primera hora”.

La representante del PP, Juana de Bengoechea, defendió que son los propios presos los que “tienen en su mano acabar con ese sufrimiento” porque si “hacen análisis de conciencia” y “renuncian a su vida criminal” vendrán a Euskadi como lo hicieron, según señaló, Iñaki Rekarte, Joseba Urrosolo o Valentín Lasarte. - Efe