Tras una campaña mucho más convulsa de lo esperado y que se fue torciendo poco a poco con la destitución de Luis García a primeros de diciembre del año pasado y la posterior llegada de Eduardo Coudet, el Alavés ya ve definitivamente la luz al final del túnel.

Salvo una debacle que nadie espera en las dos últimas jornadas ante Valladolid y Osasuna, el conjunto vitoriano se encuentra a punto de certificar el gran objetivo que se propuso cuando la competición vivió su pistoletazo de salida.

Aún no es matemático, pero sí virtual que el Glorioso se ha ganado a pulso su continuidad entre la élite. Ya habrá tiempo para analizar las razones por las que el alavesismo ha vivido tan angustiado debido a la falta de pujanza y consistencia del plantel en ciertos tramos del curso, pero el simple hecho de permanecer entre los grandes ya es una noticia que conviene celebrar en sus justa medida.

Y todo ello después de unos últimos meses repletos de agonía, suspense y nervios en los que muchos aficionados babazorros se temieron lo peor. A nadie se le escapa que en la cabeza de los rectores albiazules merodeó incluso un nuevo volantazo en el banquillo en busca de un revulsivo tras una serie de dolorosas derrotas en casa ante rivales asequibles (Girona, Getafe, Espanyol y Rayo Vallecano).

Sin embargo, Josean Querejeta y Sergio Fernández mantuvieron su fe ciega en un Chacho Coudet que, sin ser del agrado de una parte importante del alavesismo, ha sabido encontrar la pócima del éxito a base de trabajo y también ha dotado al grupo de una notable estabilidad en el plano defensivo. 

Así se deduce de los solitarios tres goles encajados en los últimos siete partidos por un Glorioso que no ha acusado la pérdida del indiscutible líder de su zaga hasta su lesión (Abqar) y ha levantado un muro gracias a la solidez del cuarteto compuesto por Tenaglia, Garcés, Mouriño y Manu Sánchez.

Un paso al frente

Técnicos y jugadores han dado el do de pecho en una situación límite sabiendo convivir con la presión inherente a un puesto tan retrasado en la clasificación. El Alavés ha dado un paso al frente cuando más lo necesitaba. Se ha endurecido a nivel mental, apenas ha realizado concesiones a sus rivales con una seriedad a prueba de bombas y ha sabido golpear en los momentos puntuales de los partidos.

El botín facturado por la escuadra babazorra desde aquella dolorosa derrota ante el Rayo Vallecano en Mendizorroza ha sido meritorio tras conquistar 11 de los últimos 21 puntos en juego. Tres victorias ante el Girona, la Real Sociedad y el Valencia, así como los empates frente al Sevilla y Atlético, han despejado definitivamente el camino hacia la salvación para un grupo cuyos picotazos han resultado mortales de necesidad.

Carlos Vicente, que ha recordado en este tramo final al jugador tan desequilibrante y punzante de la pasada campaña, brindó tres puntos de oro en Montilivi; el impagable Tenaglia se sacó de la chistera una espectacular volea frente a los donostiarras;por último, Jordán se sacudió los fantasmas del penalti fallado a lo Panenka ante el Rayo mostrando esta vez un gran aplomo en la pena máxima materializada el miércoles ante Mamardashvili.

Ni es un equipo virtuoso capaz de desplegar un fútbol de alta escuela ni puede generar un torrente de ocasiones durante los partidos habida cuenta de sus limitaciones, pero el Alavés ha conseguido esconder sus debilidades, exhibir su cara más belicosa y exprimir al máximo los recursos de los que dispone.

Coudet ha acortado la rotación y se ha rodeado de una guardia pretoriana desde hace semanas haciendo que la afición recite el once inicial casi de carrerilla. Acaso la entrada de Guevara en el doble pivote en lugar de Jordán haya sido la única modificación introducida por el entrenador argentino, quien ni siquiera ha agotado el cupo permitido de cinco cambios en algunos partidos.

Antes de los festejos, eso sí, el Glorioso necesita un último empujón para que el objetivo sea una realidad. El primer match ball llegará el domingo en Pucela y, si no, quedará una bala en la recámara ante Osasuna en Mendi. Si el Leganés no suma los seis puntos en juego, el alavesismo respirará de alivio aun con dos derrotas.