Francia enmudeció ayer al mediodía durante un minuto -que en la mayoría de los casos se prolongó hasta los cinco- en homenaje a las víctimas de los atentados de París, entre miradas cabizbajas, desconocidos de la mano y voces enlazadas en una Marsellesa entonada al unísono. El segundo de los tres días de duelo decretados por el presidente francés, François Hollande, se vivió en distintos enclaves de París y en numerosas ciudades del país con banderas a media asta y concentraciones espontáneas.
El jefe del Estado eligió la Universidad de la Sorbona para ese momento de recogimiento, rodeado de profesores y estudiantes como muestra simbólica del perfil de muchas de las víctimas, asesinadas en lugares de ocio en una noche de viernes.
Le acompañaron el primer ministro, Manuel Valls, y la ministra de Educación, Najat Vallaud-Belkacem, mientras que en el Ayuntamiento de París, su alcaldesa, Anne Hidalgo, se reunió con más de un millar de trabajadores del consistorio y de cargos alrededor de ese mismo dolor, al que siguió el himno nacional.
Cerca de allí, sobre el Pont Neuf a orillas del Sena, Michel, de 65 años, relató que su hija quedó retenida en las proximidades de Bataclan, la sala de conciertos donde se produjo el ataque más mortífero, con al menos 89 muertos. Supo por un mensaje de texto que la chica estaba bien, pero pasó la noche en vela. “Hemos sentido horror. Pensábamos que podía ocurrir, pero cuando ocurre es horrible”, expresó.
silencio En la plaza de la República, donde los parisinos han levantado un memorial de mensajes y cirios, se citaron varios centenares de asistentes pese al veto temporal de las autoridades a manifestarse. Los concentrados allí también callaron durante un respetuoso minuto, roto por los aplausos de los ciudadanos.
En cuanto a los puntos atacados, en la calle de Charonne se guardaron hasta 30 minutos de silencio, al tiempo que frente a los bares Le Carillon y Le Petit Cambodge un hombre declamó versos del poeta senegalés Birago Diop: “Los que mueren nunca se marchan/ Están en un sombra que se aclara/ Y en la sombra que se espesa”.
También algunos turistas despistados, que admitían no conocer la convocatoria del minuto de homenaje, improvisaron sus tributos personales. Como Peter, un austríaco que llegó a la ciudad con su esposa y con su hija de 14 meses, Valentina, para pasar el fin de semana. Y que se encontraron con una ciudad que se recupera conmocionada. “Todavía es muy pequeña para hacer preguntas pero se da cuenta por mí y por mi mujer de que hay algo que no va bien”, explicó antes de marcharse para encender una vela en la catedral de Notre Dame. Frente a la catedral de Notre Dame se agolparon personas para marcar el homenaje, al que siguió el sonido de sus centenarias campanas.
el metro En las arterias subterráneas de París, el metro se detuvo durante 60 precisos segundos, al igual que los autobuses y tranvías. Los trenes de cercanías no se pararon por seguridad, pero a través de la megafonía se invitó a un instante de reflexión.
Las ondas de la emisora pública Radio France también perdieron la voz, tras lo cual arrancó la marcha fúnebre de Beethoven. Esas mismas imágenes se repitieron en otros lugares de la geografía francesa.
En la Plaza de la Comedia de Montpellier, en el suroeste del país, varios centenares de viandantes se congregaron alrededor de la escultura central de las Tres Gracias, al igual que en Estrasburgo (noreste).
La oleada de atentados del viernes, que según Hollande fueron “planificados en Siria, organizados en Bélgica” y perpetrados “con complicidades en Francia”, se cobró 129 vidas y provocó más de tres centenares de heridos, entre ciudadanos de este país y otras 18 nacionalidades.