Pekín. El sector neomaoísta del Partido Comunista de China (PCCh), que defendía cierto regreso al idealismo del Gran Timonel, ha sido la gran víctima en la transición de poder que saldrá del actual XVIII Congreso de la formación, y que ayer entró en su quinto día.

Ese grupo minoritario en el PCCh, distanciado tanto de la facción reformista que ha dominado 10 años (encabezada por el presidente Hu Jintao) como de los liberales que controlaron el poder en los 90 (Jiang Zemin y sus aliados en Shanghai), ha quedado muy debilitado por las luchas de poder, que a veces evocaron las purgas de la era Mao. La principal víctima fue Bo Xilai, ex secretario general del PCCh en Chongqing, cuyos intentos de recuperar la estética y el idealismo maoísta en esa metrópoli a orillas del Yangtsé causaron siempre recelos en Pekín. Reponiendo en la televisión local películas de la época de Mao -amigo de su padre Bo Yibo, quien ocupó los más altos cargos en los primeros gobiernos maoístas-, u obligando a los vecinos de la ciudad a cantar melodías revolucionarias en la calle, Bo Xilai convirtió a Chongqing en la "capital roja" de China.

Además de en lo estético, Bo pregonaba un regreso a los valores tradicionales del maoísmo con una política populista alternativa a la del Gobierno central, más centrada en los indicadores económicos. Este peculiar modelo y la escasa simpatía mostrada por Pekín hacia él hizo que ahora, cuando Bo espera juicio por corrupción y su esposa cumple una pena de cárcel por asesinar a un empresario británico, algunos vean una revancha política hacia un líder que no convenía ni a reformistas ni a liberales. No es la única víctima del afán del PCCh por reducir el neomaoísmo: hace unos días se confirmaba la caída en desgracia del general Liu Yuan, amigo de la familia de Bo y responsable de Logística del Ejército. Otro representante de la corriente que estos meses se ha visto en jaque, según los analistas, fue Zhou Yongkang, miembro del Comité Permanente, el selecto grupo de nueve personas que controla el Partido y el Estado, y principal responsable de seguridad del régimen. En primavera, cuando Bo comenzaba a perder sus privilegios, se anticipó que Zhou sería el siguiente en caer, e incluso circularon rumores nunca confirmados de que había intentado un golpe de Estado. Zhou acabó manteniendo el tipo, pero todos los observadores dan por sentado que, tras su retirada del Comité Permanente esta semana, al nuevo "zar de la seguridad" que le suceda no le otorgarán la misma cuota de poder. La caída de los sectores más a la izquierda del Partido podría venir acompañada de reformas ideológicas.