a puesta en marcha esta semana del pasaporte covid en la UE, con el que se permite la libre circulación por Europa a todas las personas vacunadas, que presenten un test negativo o que hayan pasado el coronavirus en los últimos seis meses es de alguna manera el último paso en la apertura de la movilidad tras las duras restricciones impuestas en el último año en la mayoría de los países. Sin embargo, el pasaporte no arranca en el mejor momento de la pandemia, con la incidencia de nuevo al alza, por lo que hay que insistir en la necesidad de seguir manteniendo las medidas sanitarias de prevención para poner barreras al virus ante las nuevas cepas. Tras unos meses de mayo y junio con una cierta contención, la llegada del verano ha traído consigo un incremento de los contagios especialmente entre la población joven, la que todavía no está vacunada y la que más necesidad tiene de una interacción social, entendible sí, pero con límites, ya que antes y ahora es determinante en los contagios. Lo ocurrido en Mallorca no debería repetirse y muchos menos convertirse en la norma a la hora de recuperar la vida social como tampoco debería servir para de nuevo cargar contra la juventud. Pero la realidad indica que son esas edades las que ahora hacen aumentar los casos. Por eso les toca a los jóvenes, como al resto, demostrar lo aprendido en este año y medio de covid y actuar con responsabilidad y solidaridad, porque la pandemia no ha pasado, y de la suma de muchas conductas individuales poco acertadas sale a veces un pésimo resultado colectivo. Y más si a eso se suman decisiones del Gobierno cuando menos contradictorias a la hora de permitir actos que a todas luces pueden contribuir a empeorar la situación. Es triste pero real que a estas alturas la sociedad solo entiende la prohibición, no la recomendación. La OMS ya ha alertado que Europa puede vivir una nueva ola de covid-19 por las nuevas variantes y el contacto social. Por ello insisten, junto al resto de autoridades sanitarias, en que no hay que relajarse en este contexto de creciente contagio, donde por mucho que se refuercen las medidas sanitarias, test, rastreo de contactos y vacunación, nada será suficiente si falla lo esencial: la actitud individual y la responsabilidad colectiva. Porque el objetivo es disfrutar todos y todas de un buen verano, pero también el sector sanitario, que es el que más lo necesita.