os datos de evolución de la pandemia de covid-19 en Euskadi permiten atisbar un horizonte -aún lejano- de cierta normalidad en la vida cotidiana de la ciudadanía y también en la actividad económica. Ello es posible gracias a la actitud de la gran mayoría de la población que ha mantenido un escrupuloso respeto por las medidas adoptadas para frenar al virus y evitar los contagios y también al envidiable ritmo de vacunación que se ha desarrollado en nuestros territorios. A día de hoy, en la CAV más de 1.115.000 personas han recibido al menos una dosis, lo que representa al 60% de la población. La inmunización completa alcanza ya a más de 750.000 vascos. Ello ha contribuido a que el virus esté bajo control, con una tasa de positividad del 2,7%, lejos del 5% establecido por la OMS para determinar que circula de manera descontrolada, mientras sigue en descenso la tasa de incidencia acumulada en 14 días por cien mil habitantes y, sobre todo, la presión hospitalaria. De ahí que, en esta situación, las autoridades sanitarias hayan procedido a relajar algunas de las restricciones que se mantienen en vigor debido a la incidencia del covid-19. Así, el LABI autorizó el levantamiento o alivio de medidas en hostelería, ocio, deporte y aforos que dejan atisbar la nueva normalidad. Mención aparte merece el anuncio realizado por el presidente español, Pedro Sánchez, respecto a que el Consejo de Ministros aprobará un decreto para eliminar la obligación de llevar puesta la mascarilla en los espacios abiertos. En primer lugar, cabe la duda sobre si esta decisión es más política que sanitaria, dado que su entrada en vigor tendrá lugar solo cuatro días después de la polémica concesión de los indultos a los líderes independentistas y contribuirá, sin duda, a poner sordina a su rechazo por buena parte de la ciudadanía española. Asimismo, Sánchez anunció el fin de las mascarillas en la calle de manera unilateral, sin consenso ni diálogo previo con las comunidades y después de haber eludido reiteradamente el debate en el seno del consejo interterritorial. Una vez más, el presidente ha ignorado de manera flagrante la cogobernanza y el carácter autonómico del Estado y ha evitado el mínimo diálogo por puro interés político y partidista. Con todo, la relajación de las medidas no debe hacer olvidar que la pandemia no está superada y que el virus continúa entre nosotros, lo que obliga a mantener la prudencia.