Cada año se vierten en el medio ambiente unos 52 millones de toneladas de productos plásticos, de las cuales más de doce millones van a parar a los océanos y mares, que van colmando los océanos y mares convirtiéndolos en auténticos vertederos.

Plásticos y cambio climático

Pero no solo es eso. Una de las peores amenazas, no ya para la salud de los océanos, sino para la nuestra, es la alta contaminación por microplásticos, los fragmentos más pequeños de incorporarse al organismos de los seres vivos, incluidas las especies que nos sirven de alimento y nosotros mismos, por supuesto.

En los últimos años no paran de aparecer de informes médicos que certifican la presencia de microplásticos en nuestro organismo, y los resultados de estos trabajos han sido corroborados y analizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Teniendo en cuenta que el plástico es un material muy utilizado y que, de los plásticos producidos, solo el 9% se recicla y el 91% restante entra en el aire, la tierra y el agua como residuos, es fácil reflexionar en cuántos productos usamos a diario que contienen este material. Según un estudio publicado en Environmental Science and Technology, es posible que las personas consuman de 39.000 a 52.000 partículas microplásticas al año; teniendo en cuenta que el microplástico también puede inhalarse, este número podría superar los 74.000.

La situación es tan seria que Naciones Unidas va a dedicar este año, 2025, a la lucha contra la contaminación por plástico, bajo el lema “Sin contaminación por plásticos”. Como ha recordado recientemente la organización ecologista Greenpeace, “si no emprendemos acciones a todos los niveles para detener el consumo de plástico en el mundo, en 2050 habrá más plástico que peces en el mar”.

Pero al hablar de los plásticos, no debemos olvidar, que la industria del plástico es en realidad la fuente de gases de efecto invernadero de más rápido crecimiento en el mundo. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estima que las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la producción, el uso y la eliminación de plásticos podrían representar el 19% del presupuesto global total de carbono para 2040.

La mayor parte de los plásticos que usamos hoy en día están hechos de combustibles fósiles como el petróleo, el gas o el carbón. Por lo tanto, la producción de plástico está profundamente ligada a la cadena de suministro de combustibles fósiles, y muchas empresas de combustibles fósiles poseen, operan o invierten en infraestructura de producción de plástico.

Un nuevo informe El Proyecto Plásticos y Clima para identificar las lagunas de datos para dar cuenta de todos los impactos climáticos de los plásticos, publicado en la revista Residuosprofesional, advierte que se está infravalorando el impacto del plástico en el clima. El documento, que refleja las últimas investigaciones al respecto, afirma que el conocimiento sobre el impacto de los plásticos en el clima es incompleto, lo que hace imposible cuantificarlo plenamente.

Las principales conclusiones del informe en torno al estado de los conocimientos científicos sobre el nexo entre plásticos y clima son las siguientes:

– Las estimaciones actuales no tienen plenamente en cuenta los gases de efecto invernadero emitidos por los plásticos durante todo su ciclo de vida. Desde la extracción de materias primas y la fabricación hasta el transporte, el uso y la eliminación, los plásticos generan emisiones de gases de efecto invernadero.

– Las emisiones actuales están infravaloradas debido a la falta de datos. Se prevé que la producción de plástico se triplique de aquí a 2060, por lo que las emisiones aumentarán considerablemente.

– Los plásticos pueden reducir la capacidad de absorción de carbono de los océanos, aumentar la liberación de dióxido de carbono de los suelos y dañar plantas marinas microscópicas vitales para el almacenamiento de carbono.

Las conclusiones del informe sobre el clima son especialmente importantes en vísperas de dos reuniones mundiales fundamentales: El Día Mundial del Medio Ambiente de la ONU (5 de junio de 2025), que este año se centra en la reducción de la contaminación por plásticos, y la próxima ronda de negociaciones de la ONU sobre un tratado mundial del plástico (5-14 de agosto de 2025).

El objetivo último del informe es sentar las bases para poder determinar con el tiempo en qué medida los plásticos contribuyen al aumento de la temperatura media mundial, y permitir una contabilidad exhaustiva de todos los impactos climáticos de los plásticos. Para ello, el documento insta a los sectores público y privado a que ayuden a colmar las lagunas de datos sobre el impacto climático de los plásticos y a garantizar que dicho impacto se integre en todos los informes de evaluación, modelos y análisis pertinentes que tengan que ver con los plásticos, el clima o cuestiones relacionadas.

Entre otras recomendaciones, se plantea que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) debería incluir explícitamente en sus informes de evaluación, escenarios de emisiones y modelos la consideración de todos los impactos climáticos de los plásticos.

Y los gobiernos deben modificar las leyes y normativas para que el sector privado sea transparente sobre los ingredientes utilizados en los plásticos, lo que ayudará a determinar las emisiones del ciclo de vida completo y los impactos en los procesos planetarios, cosa que hasta la fecha el sector privado no se ha distinguido por ello, ni mucho menos.

Uno de las discusiones centrales que se vienen dando en las negociaciones del Tratado Global de las Naciones Unidas para Poner Fin a la Contaminación por Plásticos, es si reducir la producción de plástico o centrarse exclusivamente en su reciclaje. Empresas con intereses en los plásticos han exagerado las posibilidades del reciclaje y han tratado de minusvalorar la ingente cantidad de plásticos que se fabrican. Y sólo se recicla correctamente alrededor del 9% de plástico. En la medida en que la producción de plástico sigue aumentando, los residuos plásticos no dejarán de crecer.

Es necesario actuar en varios frentes para que las cosas todavía no vayan a peor. En primer lugar, se debe reducir la fabricación, la comercialización y el uso de plásticos procedentes del petróleo. En segundo lugar, y referido a los residuos plásticos de las basuras, las principales alternativas son la venta a granel y el envase retornable, y la implantación del Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) que será obligatoria en todo el estado a finales de 2026 o inicio del 2027.

Tras años de experiencia, el SDDR ha demostrado resultados excelentes en los países donde está implantado. Actualmente son 34 regiones o países donde se aplica el SDDR.

Experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente